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Las malas noticias de las noticias de algoritmo

En la era digital, no elegimos libremente qué noticias consumir, sino que son las grandes compañías tecnológicas quienes, mediante algoritmos y plataformas, determinan qué contenido nos llega. | Mireya Márquez Ramírez

Escrito en OPINIÓN el

Es un hecho que desde hace tiempo usted y yo ya no elegimos técnicamente qué noticias leer y consumir de entre un amplio menú de posibilidades. Hoy día son las grandes compañías tecnológicas, con sus poderosos motores de búsqueda, algoritmos, modelos predictivos y plataformas de video quienes llevan la sartén por el mango y pre-deciden por nosotros.

No sólo determinan la dieta informativa en oferta, sino de qué fuente informativa nos muestran contenido, y qué formato y narrativa priorizan. Pareciera que en el entorno digital el suministro de información es infinito y diverso, pero no: tal y como ocurre con las recomendaciones de música en Spotify, o de series y entretenimiento en Netflix, el algoritmo de las redes sociodigitales recomienda el contenido informativo más taquillero, y cree predecir lo que nos gusta. De ahí que lo que aparece en su “feed” de videos de FB es completamente diferente a lo que aparece en el mío. ¿Qué tanto han cambiado nuestros hábitos de consumo de noticias?

El Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, Inglaterra, recién publicó su ya tradicional reporte anual sobre el consumo de noticias en 47 países. Según el resumen ejecutivo del estudio, el video se ha convertido en la fuente más importante para las noticias online, tendencia que se agudiza en el grupo etario más joven. Dos tercios de los encuestados (66%) alrededor del mundo acceden a videos informativos breves cada semana, mientras que los videos más largos atraen a alrededor de la mitad de los respondientes (51%). Este consumo de videos se da predominantemente en plataformas y redes sociodigitales (72% de los encuestados) y no en los sitios web de los medios (22%).

Además, las plataformas (que incluyen redes sociales, motores de búsqueda y agregadores) siguen siendo la principal fuente de noticias online, mientras que sólo un quinto de los encuestados (22%) menciona sitios web o aplicaciones de medios, lo que representa una caída de diez puntos porcentuales en seis años. Los efectos para las organizaciones periodísticas son devastadores, pues significa que no sólo son incapaces de atraer a más lectores de forma orgánica a sus propios sitios y contenido, sino que también han visto una caída del 48% del tráfico proveniente de Facebook y un 27% de X (antes Twitter). 

Respecto de México, el Digital News Report muestra que independientemente del soporte o plataforma que se consulte o a la que se tenga acceso, el consumo de noticias en general sigue en caída respecto de 2017. Incluso si los mexicanos nos informamos predominantemente por redes sociales (64%) o en general por internet y medios digitales (79%), estos porcentajes muestran caídas consistentes desde 2017. Concretamente, el consumo digital de noticias ha caído once puntos porcentuales en siete años, mientras que el consumo de noticias por redes sociales, ocho puntos porcentuales. Aun así, la mitad de los mexicanos encuestados (50%) usa FB para informarse, dos tercios (34%) usan YouTube, catorce por ciento se informan por la red social X, trece por ciento por Instagram, y dieciocho por ciento por TikTok, única red social que presentó un crecimiento en su uso para el consumo de noticias

Por otro lado, como ha venido ocurriendo desde al menos la última década, los otros soportes que tradicionalmente eran la puerta de acceso a la información periodística han sufrido las peores caídas: hoy día la televisión es la fuente de acceso sólo para 39% de los mexicanos encuestados, lo que supone 27 por ciento menos que en 2017, cuando casi dos tercios de los encuestados aún la consultaban. Finalmente, la prensa escrita es la que peor parte se ha llevado: su consumo ha caído 33% puntos porcentuales y ya sólo el 18% de los encuestados acude a ellos para informarse. Es decir, ha perdido a un tercio de sus lectores en siete años. 

Estos hallazgos hacen suponer que estamos consumiendo menos contenido periodístico, es decir, formalmente creado por organizaciones periodísticas, pero no necesariamente menos contenido informativo. De hecho, el estudio revela que las fuentes de noticias a las que el público global presta más atención en las plataformas son los comentaristas partidistas, influencers, y jóvenes creadores, especialmente en YouTube y TikTok.

¿Cómo interpretar estas cifras y qué diferencia hace el soporte en el que consumimos o quién fue el creador?  Le doy tres lecturas. En primera, las “Big Tech” no son organizaciones periodísticas en sí mismas y no se rigen por criterios periodísticos, estándares profesionales o éticos, y menos por el servicio público. Son escaparates y exhibidoras de contenido para vender y monetizar a partir de un algoritmo que rastrea preferencias y tendencias que nos tengan enganchados, sin importar si dicho contenido es alarmista, sensacionalista, factual o preciso. Tampoco importa mucho quién lo crea o cuáles sean sus credenciales profesionales. De ahí que sea justo en redes sociales donde más circula la creación de contenido falso y los grupos que deliberadamente promueven la desinformación

En segundo lugar, hay hallazgos importantes sobre evasión y desconfianza en las noticias que nos ofrece el Digital News Report de este año. La caída en el interés en las noticias alrededor del mundo es sostenida, ya que cuatro de cada diez encuestados (39%) evitan las noticias. En México, sólo el 35% de los mexicanos encuestados confía en las noticias, una caída de catorce puntos porcentuales respecto de 2018. Estos datos en conjunto muestran que, por diversas razones históricas, en México las audiencias no necesariamente valoran a los medios como intermediarios legítimos y confiables, por lo que pueden preferir a creadores de contenido que opinan, interpretan y legitiman sus creencias, sin que necesariamente medien los valores periodísticos de exactitud o verosimilitud. Como los medios, además, hoy día tienden a enfocarse en contenidos virales, métricas y estrategias de clickbait para atraer públicos en su soportes digitales, los límites entre el periodismo y el no periodismo parecen haber quedado no sólo disueltos, sino también irrelevantes para del público.

Por último, desde hace algún tiempo los observadores más críticos han advertido sobre los efectos nocivos que tienen los algoritmos digitales para la democracia, ya que las plataformas funcionan en oposición a la tan esperada esfera pública democrática. Al mostrar sólo contenido que refuerza actitudes, opiniones, percepciones y conductas preexistentes, los algoritmos y modelos predictivos generan cámaras de eco que no sólo nos encierran en nuestra burbuja de opinión, prejuicios y visión estrecha sobre el mundo, sino que además la radicalizan. Esto implica que, al no exponernos a visiones plurales, diversas y contrarias, o a información contextualizada y compleja, se minimizan los espacios de diálogo o entendimiento y se exacerban las opiniones y visiones simplistas y radicales. 

 

Mireya Márquez Ramírez

@Miremara