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Presidente Máynez

Jorge Álvarez Máynez sin previa exposición mediática ni una trayectoria sólida detrás, se ha convertido en un fenómeno digital por sí mismo, ya veremos hasta dónde llega. | Mireya Márquez Ramírez

Escrito en OPINIÓN el

El gradual ascenso del candidato presidencial Jorge Álvarez Máynez en la intención de voto del segmento más joven del electorado mexicano es una muestra de las nuevas facetas de la comunicación política en entornos digitales. Antes de esta campaña presidencial ¿había usted escuchado hablar de este político zacatecano? Es muy probable que la mayoría de los mexicanos ocupados con el ajetreo de su vida diaria nunca hubiera oído su nombre, a menos que se fuera seguidor frecuente del devenir político, o de las noticias provenientes del Congreso.

Pero en menos de dos meses, su popular canción de campañaPresidente Máynez”,  interpretada por Yuawi, no sólo ha acumulado casi cinco millones de seguidores en YouTube y otros cuatro millones en Spotify, sino que se ha vuelto un fenómeno de masas tanto en espacios digitales como presenciales, sea para animar fiestas o antros, motivar videos virales, o generar innumerables memes y cartones. Ni siquiera hay que tener una opinión formada sobre el candidato para saber de quién se trata. El éxito de la campaña consiste, precisamente, en posicionar al candidato en nuestras mentes, y en que todos seamos capaces de cantar involuntariamente el ya famoso estribillo. Al ser repetitivo y simple, el tema es fácil de entender: llegó un nuevo jugador y el partido se va a poner interesante.

Y así fue. En los dos debates que ha habido entre candidatos presidenciales, su desempeño ha ido de menos a más. Al robar protagonismo a las dos candidatas punteras, fue sacando ventaja de su posición de relativa insignificancia: atacar sin que lo ataquen, proponer sin que lo interpelen. Pero tampoco ha estado libre de críticas. La queja más sentida ha venido desde el frente oposicionista de Xóchitl Gálvez, que lo acusa de ser comparsa de Claudia Sheinbaum, le reclama “hacerle el caldo gordo” al gobierno, y le cuestiona dividir el voto útil.

Hasta hace pocos meses, el hoy candidato presidencial dirigía, en su calidad de diputado federal, la bancada de Movimiento Ciudadano en San Lázaro. En noviembre del año pasado, se perfilaba como el coordinador de la fallida campaña del regiomontano Samuel García rumbo a la anunciada candidatura presidencial. Fue hasta enero de este año que, sin mucho ruido, finalmente fue ungido como el abanderado de su partido para aparecer en la boleta electoral junto a sus rivales, ambas con meses de ventaja tanto en la campaña política como en la cobertura mediática.

Pero sin el carisma, exposición, imagen, o esposa influencer de Samuel García, pocos lo volteaban a ver. De origen, su designación parecía un mero  trámite para cumplir con los requisitos de las campañas, un simple instrumento para generar lo mínimo necesario para asegurar la supervivencia de su partido. Parecía otro político más que enarbola la banderas del verdadero cambio, pero que sólo pulveriza el voto, estorba y divide. 

Pese al escepticismo, la mercadotecnia digital hizo lo suyo. A pocas semanas de la elección, tres jingles de campaña pegajosos y dos debates exitosos después, las encuestas de mediados de mayo dan a Álvarez Máynez entre 10 y 20 por ciento de la preferencia de voto, dependiendo la casa encuestadora. Si bien en comparación con Claudia Sheinbaum no parece que Máynez tenga oportunidad real de ganar la elección, su campaña es, en sí misma, un caso de éxito. Consideremos que seis años atrás, en la elección presidencial de 2018, el candidato de la alianza encabezada por el PRI, José Antonio Meade, con todos los recursos, apoyos y plataformas detrás, sólo obtuvo poco más del 16% de los votos. 

Por ello, cada punto porcentual que gana en las encuestas por la contienda presidencial alienta la misma pregunta: ¿es Jorge Álvarez Máynez un político diferente que por fin enarbola las causas de la izquierda justa, moderna y cosmopolita o un oportunista más que se envuelve en la bandera del cambio? ¿Es de verdad el underdog que genera una bocanada de aire fresco a la política o simplemente un producto exitoso, pero hueco, de una buena mercadotecnia política?

Los expertos argumentarían que las campañas electorales exitosas lo son por múltiples factores, desde las características del candidato y sus rivales hasta la coyuntura sociopolítica. Ciertamente, sería un error atribuirle el éxito solamente a un jingle de campaña. Pero es claro que Movimiento Ciudadano, como partido, ha sabido apuntalar consistentemente el éxito en al menos un aspecto: generar canciones de campaña memorables que aluden y se asocian con emociones positivas. Primero con el Movimiento Naranja que puso a bailar a todo México, luego con el Ponte Nuevo, Ponte León de Samuel García y Mariana Rodríguez que puso a bailar a Nuevo León, y hoy con las distintas versiones de Presidente Máynez

¿Dónde queda entonces el voto racional y la toma de decisiones basadas en propuestas de campaña y no en canciones y bailes simplones? En un orden liberal, se supondría que los ciudadanos evaluamos juiciosa y detenidamente las opciones y propuestas, a fin de tomar la decisión con base a criterios racionales y objetivos. Lo cierto es que no es así. El voto ha sido históricamente determinado por la lógica emocional más básica: por miedo, enojo, indignación, hartazgo o felicidad. 

Ya veremos hasta dónde llega el abanderado de MC en las urnas, pero de algo sí puede cantar victoria: sin previa exposición mediática ni una trayectoria sólida detrás, se ha convertido en un fenómeno digital por sí mismo, un ejemplo de las nuevas formas de hacer política que sí logran conectar emocionalmente con los votantes más jóvenes que no se ven reflejados en la vieja política ni sus lenguajes.

Mireya Márquez Ramírez

@Miremara