El mito de que el voto clasemediero iba a respaldar a Xóchitl Gálvez para derrotar a Morena se mantuvo hasta la medianoche del domingo 2 de junio, pero el sueño terminó al darse a conocer los resultados de las elecciones y dos días después, una encuesta de El Financiero reveló que entre el 49 y 61 por ciento de la clase media había votado a favor de Claudia Sheinbaum.
De acuerdo a la encuesta de salida realizada el domingo a 5 mil 229 votantes y coordinada por el doctor Alejandro Moreno, profesor del Departamento de Ciencias Política del ITAM y director de Encuestas y Estudios de Opinión de El Financiero, sólo cuatro de 10 personas de la clase media alta votaron por Xóchitl Gálvez.
El sondeo mostró que siete de cada diez personas que reciben programas sociales, 53% de los sectores más pobres, votó a favor de Sheinbaum, pero la sorpresa fue que el 49% de la clase media alta también prefirió votar por la morenista; en la clase media el porcentaje a su favor fue de 59 por ciento y en la clase media baja de 61 por ciento.
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Tras el desconcierto, Xóchitl y los dirigentes de los partidos opositores no encontraron mejor forma de justificar su derrota que denunciar una elección de Estado y exigieron que se contara voto por voto y casilla por casilla, al tiempo que cuestionaron la imparcialidad del Instituto Nacional Electoral (INE), la institución que apenas unas semanas atrás habían defendido en las marchas de la Marea Rosa.
¿Dónde estuvieron las multitudes rosas que llenaron el Zócalo y las plazas de las principales ciudades del país?, ¿qué pasó con los millones de internautas que difundieron mensajes apocalípticos en las redes sociales? y ¿en qué fallaron los destacados analistas y académicos que desacreditaron las encuestas al vaticinar la derrota de Sheinbaum?
Los políticos no han sido los únicos sorprendidos ante el impredecible comportamiento de las clases medias mexicanas; estos grupos sociales siempre han representado un reto para la investigación de los científicos sociales, ya que un criterio basado en los ingresos o propiedades de sus integrantes no alcanza a capturar las complejas variables detrás de una definición de este sector social.
Uno de los primeros sociólogos que llamó la atención sobre el tema fue Gabriel Careaga, en dos libros (“Mitos y fantasías de la clase media en México” en 1974 y “Biografía de un joven de la clase media” en 1977), que pese a sus limitaciones metodológicas, se convirtieron en best sellers para la editorial Joaquín Mortiz, al señalar como características de la clase media mexicana su recalcitrante individualismo, la inseguridad social y el temor al cambio.
De acuerdo con Soledad Loaeza y Claudio Stern (1987 y 1988), las clases medias mexicanas se caracterizan por su trabajo en tareas no manuales, su perfil predominantemente urbano y su alto nivel educativo. Y aunque muchos mexicanos creen ser clase media, esto no es cierto, señaló Viri Ríos, doctora de la universidad de Harvard, en un artículo del The New York Times (6 de julio de 2020).
Es imperativo que el mexicano promedio deje de engañarse a sí mismo sobre su nivel de vida, advirtió Ríos. La realidad es que existen al menos 43 millones de mexicanos que viven en condición de pobreza moderada pero que creen ser de clase media. No lo son, porque para ser clase media necesitarían ganar 64 mil pesos mensuales para una familia de cuatro integrantes, un nivel salarial que solo gana el 10 por ciento de la población.
Una realidad que no vieron Xóchitl y sus aliados, hasta que los sorprendió el resultado de la elección. Al terminar el conteo de los 300 distritos electorales, el INE informó que sólo 16 millones 463 mil 381 mexicanos (27%) votaron por Xóchitl.