PERIODISMO Y AGENDA AMBIENTAL

Periodismo y medio ambiente, un binomio de alta volatilidad

En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa 2024, conmemorado el 3 de mayo, se estableció la necesidad de reflexionar sobre el periodismo y la agenda ambiental. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

La cobertura de temas ambientales solía estar relegada a informar sobre asuntos de contaminación, de fenómenos naturales, de uso de los recursos naturales, de desarrollos científicos para mejorar algunas situaciones relacionadas con la ecología, del descubrimiento de nuevas especies, entre algunas otras temáticas.

Posteriormente, se comenzó a escribir sobre los agujeros en la capa de ozono, el incremento de la contaminación, los mares contaminados, la extinción de las especies, la pérdida de suelos boscosos, la devastación de zonas naturales por el crecimiento urbano, derrames petroleros y algunas otras situaciones que ponían en riesgo la ecología planetaria. 

Es en estos momentos que se comienza a posicionar en la agenda mediática el concepto de cambio climático, para explicar el incremento de las temperaturas de nuestro planeta, el derretimiento de los polos, el aumento de los volúmenes del mar, el monitoreo del dióxido de carbono y las emisiones de las industrias. Sin dejar de lado, el cada vez más preocupante aumento de plásticos y otros materiales que inundan las tierras y los mares y para cuya degradación tendrá que pasar hasta medio siglo.

Sumado al monitoreo de los recursos no renovables disponibles en la naturaleza cuyo explotación, pero sobre todo, el cuestionamiento a la misma, comenzó a arrojar múltiples problemáticas de corte social, debido a que, en muchos de los lugares con abundancia de recursos, también estaban establecidos grupos poblacionales desde tiempos remotos y su cultura y cosmovisión estaba cimentada en esos espacios del deseo. 

Su anclaje cultural era y es tal que las respuestas ante estos embates han sido largas batallas, provocando cruentas luchas, perdidas de vida, desplazamientos forzosos, y muchos actos de violencia y de injusticia, en los que, por lo regular, ha triunfado en un primer momento el capital. Pero, se han generado muchas resistencias sociales, que han puesto en entredicho el éxito de ese modelo. 

Ante ese panorama social y la escalada de los conflictos en la materia, el periodismo dedicado al medio ambiente cambió su enfoque, de ser algo meramente ecológico, al abordaje de un sinfín de complejidades sociales, desde el ataque a la identidad social y cultural de las comunidades, a la devastación de grandes áreas naturales de forma irreversible, altas cantidades de violencia provocada por grupos armados, el fin de pueblos enteros ante la necesidad de su salvaguarda y desplazamiento, entre otros, cuyo impacto es de gran repercusión. 

Por esas razones, la cobertura de estas historias se ha convertido en material periodístico volátil debido a que permite el conocimiento de muchas anomalías, desde las más altas esferas gubernamentales, institucionales y empresariales, hasta los niveles comunitarios, y las repercusiones que estas tienen a nivel micro, meso y macrosocial.    

Así, quienes cubren estas fuentes de información, están en la mira de los grandes consorcios, de grupos del crimen organizado, de las autoridades corruptas, y muchos otros agentes sociales en contra de que se sepa la verdad de las formas irracionales en las que se explotan los recursos naturales y la integridad planetaria con consecuencias muy graves para todos los seres vivos que habitamos en él.   

El resultado de la situación es que, en los últimos 15 años, 44 periodistas que informaban sobre temas medioambientales han sido asesinados, y sólo cinco casos han acabado en condena, según datos del Observatorio de Periodistas Asesinados de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Además, al menos 24 periodistas sobrevivieron a intentos de asesinato.

Un ejercicio para evaluar la seguridad de quienes cubren mediáticamente estos temas, elaborado por la UNESCO y la Federación Internacional de Periodistas, reveló que  70 por ciento de los periodistas encuestados afirman haber sufrido agresiones, amenazas o presiones mientras cubrían temas medioambientales. El 60 por ciento indicó haber sido víctima de acoso en línea; 41 por ciento sufrió agresiones físicas; una cuarta parte afirmó haber sufrido agresiones legales (es decir, demandas contra la participación pública o acusaciones de difamación) y 75 por ciento dijo que esto había afectado a su salud mental. 

En el caso específico de las mujeres, más de 80 por ciento declaró haber sido víctimas de agresiones mientras informaban sobre temas medioambientales recibieron amenazas o presiones psicológicas y 83 por ciento  han sufrido ataques y/o amenazas mientras informaban sobre temas medioambientales afirmaron que esto había afectado a su salud mental.

En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa 2024, conmemorado el 3 de mayo, se estableció la necesidad de reflexionar sobre el periodismo y la agenda ambiental, la relevancia del mismo, la conexión vital entre la libertad de prensa y los numerosos retos medioambientales a los que se enfrenta actualmente el planeta, y la seguridad de quienes informan sobre cuestiones medioambientales

Ahora más que nunca, en un momento en que la posibilidad de frenar el incremento de la temperatura en el planeta está en entredicho, como lo reflejan las oleadas de calor registradas en estas semanas, los productos periodísticos son muy necesarios para contrarrestar cifras que indican que más de dos tercios de los periodistas creen que la desinformación relacionada con el cambio climático ha aumentado en los últimos años y consideran que el periodismo no está haciendo lo suficiente para contrarrestarla.

Leonardo Bastida

@leonardobastida