La planificación urbana juega un papel crucial en la búsqueda por ciudades más seguras y con servicios de alta calidad. El fortalecimiento de comunidades de ingresos mixtos, la inversión en servicios integrales de infraestructura comunitaria, y la promoción de ciudades más compactas, son algunas de las estrategias para ayudar a mejorar la calidad de vida de las y los ciudadanos urbanos. Estrategias que también contribuyen a fortalecer la seguridad urbana. Al fomentar colonias inclusivas, compactas y bien conectadas a medios de transporte, podemos abordar algunos de los desafíos urbanos contemporáneos, desde la segregación económica hasta el aislamiento social y los problemas de inseguridad. Estas medidas no solo facilitan el acceso a servicios y empleos, sino que también fomentan la diversidad cultural y social, fortaleciendo el tejido social urbano . Esta columna explora cómo estas buenas prácticas urbanas transforman el espacio físico de las ciudades, fomentando un sentido más fuerte de comunidad y pertenencia entre sus habitantes y contribuyendo a crear ciudades más seguras.
Fomentar la creación de colonias o de barrios de ingresos mixtos, con personas de diferentes niveles económicos representa un componente angular del urbanismo sustentable. Esta estrategia no sólo hace posible que más personas tengan acceso a vivienda de calidad en zonas céntricas, sino que también ayuda a promover el tejido comunitario, contribuyendo a crear comunidades cohesivas y seguras. Promover barrios con personas de diferentes ingresos ayuda a dispersar la pobreza y el crimen, evitando que se concentre en ciertas zonas. Y la disgregación de la pobreza espacial es un tema central de la política y seguridad urbana, ya que los barrios pobres son, también, donde se concentra el crimen. Las investigaciones también muestran que, comparado con zonas donde la mayoría de la población es de bajos recursos, las colonias de ingresos mixtos tienen menores niveles de delincuencia juvenil y sus habitantes se sienten más seguros..
También es importante crear barrios y colonias que ofrezcan una serie de servicios holísticos para ayudar a las personas vulnerables, especialmente a los jóvenes. Al proporcionar acceso a servicios integrales que atiendan las distintas necesidades de las poblaciones vulnerables, estas colonias pueden fortalecer el tejido social, manteniendo a los jóvenes cerca de sus familias y amistades, evitando que se sientan aislados o que busquen refugio en actividades ilícitas o perniciosas. Este enfoque integral no solo mejora la vida diaria de la comunidad , sino que también hace a las comunidades más resilientes y seguras. Por ejemplo, ofrecer una amplia diversidad de servicios, incluyendo tiendas de productos básicos, sistemas de cuidados,lugares de recreación y una re-apropiación del espacio urbano, fomenta la resiliencia comunitaria y permite que haya mayor actividad en el barrio, impulsando la vigilancia comunitaria. Una investigación en Estados Unidos sobre los efectos de dichos modelos de servicios comunitarios holísticos encontró impactos positivos sobre indicadores de salud y escolaridad, especialmente entre los jóvenes con trastornos emocionales graves.
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Finalmente, es crucial encoger las ciudades. Impulsar centros urbanos más compactos y organizados, promoviendo la verticalidad de la vivienda, y fomentando opciones para que las y los trabajadores residan cerca del transporte público. Este enfoque no solo reduce el tiempo de desplazamiento de las y los ciudadanos, sino que también promueve un estilo de vida más peatonal, minimizando la dependencia del automóvil y, consecuentemente, la contaminación y el impacto ambiental. Además, cuando las zonas urbanas densamente pobladas están acompañadas de servicios públicos de calidad, dichas áreas suelen ser más seguras. Por ejemplo, en Estados Unidos, estudios han demostrado que una mayor densidad urbana está vinculada con tasas de criminalidad más bajas. La densidad también ayuda a reducir los costos de traslado para recibir atención a servicios de emergencia policial. Además, una mayor presencia de personas en las calles fomenta una interacción más extensa entre los vecinos y ayuda a promover una “vigilancia natural". ??Así lo decía Jane Jacobs, una de las mejores urbanista que haya existido, en su libro “The Life and Death of American Cities:”
“Una calle de la ciudad equipada para satisfacer las necesidades de seguridad…. debe de contar con tres cualidades principales: Primero, debe haber una demarcación clara entre lo que es espacio público y lo que es espacio privado… Segundo, debe haber ojos sobre la calle, ojos que pertenezcan a aquellos que podríamos llamar los propietarios naturales de la calle… Y en tercer lugar, la acera debe tener usuarios en ella de manera bastante continua, tanto para aumentar el número de ojos efectivos en la calle como para inducir a las personas en los edificios a lo largo de la calle a vigilar las aceras….”
Imagen en la que se muestra una forma de interpretar la vigilancia natural (fuente: https://warriordoors.co.uk/about/news/natural-surveillance-what-does-it-mean-and-how-to-improve-it/)
En conclusión, la planificación urbana juega un papel crucial en la búsqueda por ciudades más seguras y con servicios de alta calidad. El impulso a comunidades de ingresos mixtos, el fortalecimiento de servicios de infraestructura comunitaria, y la promoción de ciudades más compactas, son algunas de las estrategias para ayudar a mejorar la calidad de vida y la seguridad de las y los ciudadanos urbanos.
Mauricio Bastién es especialista en temas de seguridad y tecnología. Ha trabajado con el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington DC. Ha colaborado con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). De igual forma, trabajó con el Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown. Ha sido profesor en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el Instituto Mora y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM y maestro en Derecho Internacional Público por la Universidad de Leiden. Es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
Jonathan Grabinsky es miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y Profesor de Asignatura del Tecnológico de Monterrey. Ha trabajado en el Banco Mundial durante varios años, en numerosas Prácticas Globales, incluyendo Agua y Saneamiento, Pobreza y Género. Además del Banco Mundial, Jonathan ha trabajado realizando evaluaciones de impacto para Innovations for Poverty Action (IPA) en Filipinas y cubriendo temas de desigualdad racial y urbana como parte del Programa de Estudios Económicos en The Brookings Institution. Originario de la Ciudad de México, Jonathan tiene una licenciatura y una maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Chicago.