A una semana de que terminen las campañas, llama la atención que uno de los mensajes más reiterados de los equipos de campaña de las candidatas presidenciales es que una y otra están “desesperadas”. Si bien el tercer debate no fue lo que muchos esperaban, lo cierto es que sus actitudes mostraron la tranquilidad de quienes saben jugar al póker.
La desesperación es una alteración emocional extrema que padece una persona que ha perdido la tranquilidad, está enojada o ya no tiene esperanza. Ninguna lo demostró. Tampoco lo han hecho en los diversos eventos y entrevistas que han tenido hasta hoy. A pesar de los errores cometidos, ambas han proyectado confianza frente a sus militantes y simpatizantes.
El hecho es significativo porque en prácticamente todas las encuestas publicadas la ventaja de Claudia Sheinbaum es muy amplia. La mayoría la marcan por dos dígitos. En consecuencia, el avance que sin duda ha registrado Xóchitl Gálvez no sólo se percibe insuficiente para ganar el próximo 2 de junio, sino que en realidad esa posibilidad nunca existió.
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A pesar de las enormes discrepancias, las tendencias de las encuestas parecen irreversibles. Vamos, si nos apegamos a las últimas proyecciones, Xóchitl Gálvez no ganaría ni con la declinación de Jorge Álvarez Maynez. De ser cierta esta hipótesis, la misión principal del frente opositor no ha estado concentrada en ganar la presidencia de la República.
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Aún más. La atención que se ha otorgado a la elección presidencial ha impedido que la ciudadanía conozca las tendencias que se están dando con los miles de cargos que se elegirán el próximo 2 de junio. Si bien esto abona a la incertidumbre que requiere nuestra democracia, también es cierto que la falta de información dificulta conocer con mayor precisión los objetivos que partidos y candidat@s se han propuesto cumplir.
Por lo anterior, si la noche del 2 de junio se confirma la tendencia de los estudios de opinión publicados sobre la elección presidencial, entonces se explicaría porqué Sheinbaum ha estado tan segura de su triunfo y porqué Xóchitl ya sabía que perdería la elección. De ser así, las acusaciones entre unos y otros equipos sólo tendrían una justificación retórica.
En otras palabras: cuando no hay ninguna sorpresa, no existen razones de peso para mostrar nerviosismo, enojo ni desesperanza. Por lo tanto, no hay espacio para la desesperación. Las reacciones “desesperadas” se explican, principalmente, cuando una elección es altamente competitiva. Sin embargo, también existen otros datos.
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Para algunos analistas, los mensajes que está dando el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el proceso electoral –y la defensa de su proyecto de nación– parecen apuntar en otro sentido. Aseguran que el presidente está “nervioso” o “irritado” porque la elección se está cerrando. También porque su movimiento podría perder las posiciones que necesita para tener la mayoría calificada que quiere en el Congreso.
En ese sentido, ven en el primer mandatario una actitud injustificada, intolerante y errática, más si el triunfo de Claudia Sheinbaum va a ser tan impactante y arrollador, como lo aseguran los líderes de su movimiento. De lo que no hay duda, es que el poder presidencial cuenta con los mayores recursos para tener información confiable sobre lo que sucederá el próximo 2 de junio.
Si es cierto lo anterior, ¿por qué parecen haber actitudes tan contrastantes entre el presidente y la candidata de su movimiento? ¿O es qué se están interpretando mal las señales y los mensajes que se están enviando desde hace varios días? ¿Se trata de una estrategia bien diseñada y acordada entre ambos para confundir a sus adversarios? En menos de dos semanas tendremos las respuestas.
En buena medida, la confusión a la que nos referimos tiene su origen en las encuestas publicadas. La falta de consistencia y las enormes brechas que hay entre ellas sólo abre el paso a la especulación. Lo que es improbable es que –a estas alturas de la contienda– las estrategias de las dos candidatas vayan a oscuras o a la deriva.
A las dos candidatas se les ve relajadas. Y a las dos hay que reconocerles su capacidad, experiencia y talento político para no dar muestras de ninguna desesperación. ¿Será que Sheinbaum está tan tranquila porque no tiene duda de su triunfo arrollador? ¿Será que Xóchitl, sabiéndose perdedora, tiene la certeza de que perderá, pero cumplirá con otros objetivos? ¿O será que Sheinbaum ya se resignó a una posible derrota o a que ganará por un estrecho margen y su movimiento no logrará las metas del presidente?
Con base en la experiencia de procesos anteriores, hoy resulta casi imposible asegurar que “la moneda está en el aire”. Aunque el porcentaje del voto oculto sea muy alto, el resultado de lo que sucederá está prácticamente definido en las encuestas a las que la gente no tiene acceso. Seguro habrá muchas sorpresas el día de la elección, pero no para las candidatas, y mucho menos para los cuartos de guerra de sus campañas.
Recomendación editorial: Sergio Rivera Magos y Bruno Carriço Reis (coordinadores). Comunicación Política: Debates, estrategias y modelos emergentes. México: Universo de Letras y Universidad Autónoma de Querétaro, 2020.