Pemex escribirá una triste historia durante el actual sexenio. Aunque se busque enmascarar su grave situación financiera con el argumento de que la empresa se mantiene “estable”, la realidad es que su perfil se deteriora de manera significativa.
Y los números no mienten. Sus pasivos de corto plazo, es decir sus vencimientos a un horizonte de 12 meses no superaban los 10 a 20 mil millones de dólares; ahora esta deuda prácticamente se triplicó. Y para hacer frente a estos compromisos financieros, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) debe recurrir a inyecciones de capital.
Sólo por dar un dato, entre 2019 y 2013, la SHCP destinó cerca del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para que la petrolera hiciera frente a los intereses de su deuda.
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Y eso no es todo. Desde 2018 a la fecha –prácticamente en lo que va de la administración del presidente López Obrador– las agencias internacionales disminuyeron 6 veces la calificación de Pemex, la última de Moody's en febrero de este año que degradó la evaluación de riesgo crediticio de “caa3” a “ca” con perspectiva negativa.
La agencia destacó que la petrolera estatal cuya deuda acumulada ascendió a 106,000 millones de dólares, enfrenta riesgos comerciales y para financiarse en la medida en que amplía su capacidad de refinación e intenta aumentar la producción.
Los analistas advirtieron que la falta de acciones para reducir su exposición a riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo obligaron a algunos bancos e intermediarios financieros a limitar su exposición en la empresa, lo que se suma a los crecientes requisitos de liquidez, aumento en el costo del capital y los vencimientos para los próximos 2 a 3 años.
De acuerdo con su reporte a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) en el primer trimestre de 2024, Petróleos Mexicanos registró una utilidad neta de 4,682 millones de pesos, lo que significó una caída de 91.7% respecto a los 56,736 millones de pesos del mismo periodo del 2023. La disminución se explica por una reducción de 2.8% en ventas nacionales y menores precios del crudo.
A pesar de las cifras nada alentadoras, en el corto y mediano plazo no se anticipa una estrategia que permita sacar a Pemex de terapia intensiva, por lo que el futuro de la compañía es incierto y poco alentador.
Los que más saben del tema aseguran que si se logran flexibilizar las restricciones políticas y se desprenden de una mínima parte de su portafolio, la historia podría cambiar y todavía se podría salvar al paciente.
Otra de las alternativas sería colaborar con otras compañías a través de coinversiones, pero una venta, tal y como ocurrió con otras petroleras mediante una oferta pública sería imposible en este momento por elevado deterioro financiero.
Lo que más preocupa a los especialistas es que no se prevé un cambio en el rumbo de Pemex, lo que la condenará a acelerar su preocupante situación financiera con consecuencias graves para el país.
Así las cosas…