En la pasada entrega, rumbo a la electromovilidad en México, quedó pendiente abordar factores relacionados con el mercado automotriz eléctrico que impactan en la transición energética asociada al transporte terrestre, cuya contribución es reducir las emisiones de carbono producidas por la quema de combustibles fósiles de los vehículos de motores de combustión interna.
Hace sólo cuatro o cinco años, para un ciudadano promedio en México adquirir un auto eléctrico o híbrido era una cosa aspiracional por sus altos costos; no obstante, prácticamente desde febrero de este año el mercado automotriz mexicano comenzó una guerra de precios en los automóviles eléctricos, en la que el primer paso lo dio la marca china BYD al presentar su modelo Dolphin Mini con un precio de 358,800 pesos y una autonomía de 300 kilómetros; le siguió la empresa china JAC, cuando en marzo anunció que a su auto E10X con una autonomía de 360 kilómetros le hizo un ajuste al precio para dejarlo en 357 mil pesos; una semana después, la empresa mexicana SEV anunció el lanzamiento de su modelo E-Wan Cross Lite 230 con una autonomía de 230 kilómetros y un precio de 279,300 pesos.
Si bien esta lucha de precios recién librada entre compañías automotrices hace más equiparables los precios de algunos autos eléctricos con los de combustión, la disponibilidad de más modelos de autos eléctricos asequibles es aún muy limitada para los consumidores mexicanos. En este sentido, es necesario expandir la disponibilidad de autos eléctricos en México en la que el aparato gubernamental esté involucrado para alentar a los fabricantes de automóviles de estas características a ampliar sus ofertas para satisfacer las diferentes necesidades de los consumidores en el país.
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Pero aún con sus actuales limitantes, las señales observadas en mercado de autos eléctricos en el país hacer pensar que su crecimiento acelerado es inminente, por lo que es necesario anticiparse al desarrollo de una red de estaciones de carga empezando por lugares estratégicos no sólo en zonas urbanas, también en zonas rurales, carreteras y espacios públicos que permitan una fácil accesibilidad a los propietarios de autos eléctricos para aliviar la preocupación por la autonomía en viajes de larga distancia, al tiempo que se trabaja en el fortalecimiento de la capacidad de la red eléctrica que garantice una carga eficiente y confiable.
Considerando que la transición energética en materia de transporte terrestre involucra cambios tecnológicos, en el mercado automotriz, en la infraestructura, en las políticas gubernamentales y en las prácticas de los consumidores, se puede decir que los tres primeros elementos van tomando su cause con la “inercia” de lo que es imperioso atender para adaptarnos al cambio climático.
Sin duda, la ampliación de opciones para los mexicanos es relativamente sencilla a corto plazo pues México se ha consolidado como unos de los principales productores de autos a nivel mundial, atrayendo a fabricantes de autos eléctricos que buscan ingresar al mercado norteamericano. No obstante, el impulso a la electromovilidad para atajar al cambio climático resulta incoherente si la red eléctrica del país hoy en día está ligada en su mayoría a los combustibles fósiles y su eficiencia depende de las transformaciones climáticas que se han estado experimentando en México durante los últimos meses.
En la parte exclusivamente gubernamental es necesario aumentar los incentivos fiscales y subsidios, por mencionar algunos, aumentar los descuentos en peajes, segundos pisos y estacionamientos; mejorar la oferta de tarifas preferenciales de electricidad para estaciones de recarga domiciliaria; así como la deducibilidad para personas morales para renovar flotas corporativas y de taxis.
Asimismo, aún hace falta conjuntar esfuerzos público-privados para coordinar campañas de concientización, aceptación y difusión de las ventajas de tener un auto eléctrico en lugar de uno de combustión interna, e inducir con ello modificaciones en los patrones de compra para una renovación acelerada y generalizada del parque vehicular en México.
Entre los beneficios que habrá que destacar en dichas campañas están aquellas asociadas directamente a la economía de los consumidores, por ejemplo, los menores gastos en mantenimiento y gasolina y/o diésel a largo plazo, exenciones del Impuesto sobre Autos Nuevos (ISAN) que reduce el costo inicial de adquisición, del impuesto a la tenencia y de verificación vehicular, aunados a los beneficios conexos en México y el mundo en términos de reducción de emisiones contaminantes, disminución de la dependencia de los combustibles fósiles y mejora de la calidad del aire, haciendo así partícipes a los mexicanos en una adaptación apremiante al cambio climático.