El próximo domingo se reunirán los aspirantes presidenciales en el primero de tres debates organizados por la autoridad electoral. Dada la situación de las encuestas, es previsible imaginar el guion que cada uno habrá de seguir.
Claudia: la serena
La candidata morenista está en primer lugar en todas las encuestas, sin excepción. Según la última medición de El Financiero, tiene 51% de preferencias, y se sitúa con 17 puntos de ventaja del segundo lugar. Es cierto que todavía faltan dos tercios de campañas electorales, y que las encuestas de hoy no definen el resultado de junio.
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Precisamente porque no necesita entrar en controversias ni dar foco a sus adversarios, podemos esperar a una Claudia Sheinbaum que navegue con tranquilidad el encuentro. La estrategia: centrarse en sus propuestas, no enojarse ni caer en provocaciones, y responder puntualmente los señalamientos que reciba de los otros dos contendientes.
Como lo hizo en el debate por la Ciudad de México en 2018, acusará de oportunistas a quienes busquen lucrar con tragedias como el Rébsamen o la Línea 12 del Metro, y sabrá apuntar hacia las deficiencias de los partidos de su más cercana competidora. Curtirse en la política universitaria y de la Ciudad no tiene que haber sido en balde.
Xóchitl: la provocadora
La candidata de Fuerza y Corazón por México es la única que, con todo y sus 34 puntos en la encuesta mencionada arriba, puede alcanzar al primer lugar. Enfrenta, no obstante, dos noticias poco alentadoras.
La primera: que no hay una transitividad lineal en donde los votos de los indecisos y de quienes votarían por Máynez, y ya no, se vayan hacia su candidatura. En otras palabras: esos votos se van para Xóchitl, pero también para Claudia, por lo que cuando sube una, sube la otra también. La segunda es que, aun y cuando se sumaran todos los puntos de los indecisos y los de Máynez, y se fueran únicamente para Xóchitl, estos 15 puntos serían insuficientes para alcanzar a Sheinbaum.
Por tanto, el camino de Gálvez tiene solo una ruta: quitarle puntos a Claudia. En eso centrará su participación. Buscará proyectarla como una candidata títere, impersonal, contradictoria, que sigue órdenes de Palacio. Atacará sus resultados como Jefa de Gobierno, pero también de la actual administración en donde ha serpenteado posturas para no criticar a AMLO. Con seis años en el Senado, algo sabrá Xóchitl para provocar y señalar.
Jorge: el reintegro
El joven de la nueva política, el de la tercera vía, compadre de Samuel, pasajero de Cybertrucks, fanático de eventos musicales y de los tenis naranja, llega como el rival más débil. Además de tener apenas 7% de preferencias, y que haya más indecisos que personas que dicen votarían por él, es el único de los tres candidatos que tiene una pendiente negativa en las encuestas en lo que va del año. Hoy Máynez es el equivalente de lo que en 2018 fueron Margarita Zavala y El Bronco.
Sobre el candidato se espera una continuación de lo que ha venido realizando en su campaña: señalar a la vieja política (PAN-PRI), y decir que no todo lo hecho en este gobierno ha estado mal, pero que ellos lo podrían hacer mejor. Es previsible que, de entre las dos, prefiera atacar más a Xóchitl que a Claudia por una simple razón: Movimiento Ciudadano ha crecido a costa de los votantes panistas y priístas desairados.
A sabiendas de que un triunfo es prácticamente imposible, la mejor apuesta es crecer de donde se pueda, y de ahí esperar que haga segunda a Sheinbaum en sus señalamientos contra la aliancista Gálvez. Lo que caiga es bueno.