DEBATE PRESIDENCIAL

Hacia el primer debate presidencial, algunas claves de lectura

El primer debate presidencial del 2024 se aproxima en México, sin el respaldo promocional esperado de los candidatos ni de la autoridad electoral. | Víctor Alarcón Olguín

Escrito en OPINIÓN el

Estamos ante la víspera de que se celebre el primero de los tres debates que tendrá la campaña presidencial 2024. Un evento con escasa promoción hecha por las propias personas candidatas, quienes no han dedicado ni un spot invitando a la ciudadanía para que las escuchen y puedan así estar mejor informados acerca de lo que está en juego en esta elección. Tampoco lo ha hecho la autoridad electoral, lo cual también resulta penoso porque una de las directrices principales que tiene dicho organismo es precisamente la de fomentar la cultura y la educación política de la población. 

La historia de los debates presidenciales en México no tiene una gran tradición ni ha sido tan influyente o digna de estudio en el ámbito académico, a diferencia de lo que puede testimoniarse en otros países, en donde estos ejercicios se colocan como un punto central de evaluación por parte de la opinión pública, además de obtener buenos niveles de rating entre las audiencias que los siguen, como ocurre en los Estados Unidos, así como en los principales países de Europa Occidental. De hecho, los espacios de análisis que se abren para dilucidar a partir de expertos o el uso de grupos focales de personas quién a su juicio ganó y por qué lo hizo resulta ser muy importante incluso para revertir la impresión inicial que se pueda tener al término de estos.   

En los tiempos recientes, los formatos de los debates han ido en franco retroceso, en la medida que las personas candidatas no desean dinámicas tan abiertas, por cuanto no todo mundo tiene habilidades de espontaneidad y adaptación para reaccionar frente a los elementos de incertidumbre o sorpresa que pueden causar el uso de estrategias estridentes o dirigidas a menoscabar la probidad y la imagen del adversario. Quien va a la cabeza de las preferencias usualmente buscará pactar esquemas donde exista un mínimo de riesgos, pidiendo que no haya intercambios o réplicas directas, así como impedir que la o las personas que funjan como moderadores no desarrollen sesgos de preferencias ni tampoco pretendan sorprender con preguntas comprometedoras.  

De esta manera, la rigidez que caracteriza a los debates presidenciales en México les quita atractivo, porque tampoco son confeccionados acorde a un modelo capaz de inducir a que las candidaturas expliquen con detenimiento cómo van a hacerle para resolver de manera puntual problemáticas relevantes, lo que sería de enorme ayuda para el electorado para así contrastar no solo dichas propuestas, sino poder vincularlas con las trayectorias y  niveles de experiencia que respaldan a cada aspirante presidencial. 

Pero no todo es negativo, hay que admitirlo. Se puede destacar que el actual proceso tiene ahora tres debates, todos ellos de asistencia obligatoria, por lo que Claudia Sheinbaum no podrá repetir la estrategia que hizo Andrés Manuel López Obrador cuando decidió ausentarse del primer debate en los comicios de 2006, su pretexto de que los medios tenían consigna de tratarlo mal, lo que repercutió en el deterioro de su imagen y permitió que justamente Felipe Calderón y las demás personas participantes le cuestionarán sus credenciales democráticas. Al ver el impacto negativo que ello le produjo en las encuestas, AMLO no tuvo otra opción más que presentarse al segundo debate pactado para ese proceso. Pero el daño estaba hecho y ese fue uno de los factores con mayor peso a considerar cuando uno se explica el resultado final de dicha elección.

Se ha dicho con insistencia que los estilos de las 3 candidaturas no pueden ser más disímbolos. Sheinbaum trata de mostrarse como mesurada -de hecho, una cosa natural considerando que proviene de un entorno científico- y eso no la ha mostrado de manera fluida en los mítines donde ella participa, quizás porque intenta no apartarse de los guiones y estilo que su equipo de campaña le ha marcado para presentarse como una versión extendida del presidente AMLO, imitando las expresiones y hasta las descalificaciones que éste emite en contra de los adversarios a su gobierno.

Por otra parte, Xóchitl Gálvez se coloca en el extremo opuesto, confiando demasiado que su comunicación más desparpajada y directa puede conectar de manera más rápida con las personas asistentes a sus mítines. Pero muchas veces se deja llevar por el impulso y no logra aterrizar adecuadamente en las propuestas concretas. Sin embargo, su habilidad de respuestas rápidas e incisivas pueda ser una ventaja para ella si sabe aprovechar los espacios que el formato del debate le permita para cuestionar, contrastar y atacar a Sheinbaum, quien seguramente saldrá con la táctica de minimizar o francamente negar o ignorar a sus oponentes, confiada en que la ventaja que le conceden las encuestas es suficiente e incluso le permita aceptar ese costo.

Por su parte, el candidato de MC, Jorge Álvarez Máynez seguramente tendrá la posición más incómoda dentro del ejercicio, por cuanto hasta ahora su campaña ha sido insustancial, con spots e imágenes ocurrentes pero que nada dicen más allá de intentar proponerse como una “tercera vía” o de pregonar que son los exponentes de una “nueva política”, cosa difícil de asimilar en un partido que lleva 25 años en el escenario partidista y encabezado por alguien quien hasta ahora decidió que su organización no se sumara a otras con el simple propósito de conservar el registro. Lo más seguro es que ni Sheinbaum ni Gálvez perderán su tiempo con un lejano tercer lugar y también acaben comiendo palomitas como lo hizo su correligionario Salomón Chertorivski en el primer debate por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.  

Sin duda, el resultado del primer debate será crucial para ver si Gálvez pueda reducir esa ventaja que el oficialismo considera ya irremontable. Especialmente sería muy importante mostrar de cara al país el récord concreto que la ex jefa de gobierno mostró en problemas complejos durante su gestión al frente de la capital y cuya evidencia es el nivel de castigo que el electorado le dio en los comicios intermedios de 2021 y de cómo precisamente la contienda en esta parte del país está mucho más estrecha precisamente por la insatisfacción que muestra prácticamente la mitad de la población que la habita. 

Cierro estas reflexiones con la expectativa de que más allá de las instituciones y las candidaturas, tengamos un primer debate acorde con la calidad y expectativas de ilustración democrática que nos merecemos como ciudadanía. 

Victor Alarcón Olguín

@VictorAlarcon63