Hace unos días, Xóchitl Gálvez aseguró que si vota el 62% de los mexicanos, y se da una mayor participación de los jóvenes, ella ganará la presidencia. El dato parece correcto, pero la realidad la contradice. Se trata de un buen deseo. Lo malo para la candidata del frente opositor es que no tiene el sustento estadístico que lo confirme.
Una participación mayor de los jóvenes es necesaria para que suba en forma significativa el porcentaje de participación de la ciudadanía. Obvio. Sin embargo, tampoco parece tener sustento el hecho de que los jóvenes son —por edad o por naturaleza— rebeldes y opositores a los gobiernos.
Al igual que sucede con otros sectores de la población, las opiniones de los jóvenes no se pueden simplificar como si se tratara de un grupo homogéneo en sus acciones y pensamientos. En torno a su conducta se han desarrollado varios mitos que dañan la forma en que los políticos los perciben, llevándolos a cometer errores en su comunicación con ellas y ellos.
Te podría interesar
Si la rebeldía de los jóvenes fuera permanente y absolutamente cierta, la ingobernabilidad de las naciones sería siempre un problema grave que derivaría en violencia e inestabilidad. En el mismo sentido, se les han atribuido actitudes y opiniones más asociadas con posturas ideológicas de izquierda, lo que tampoco se confirma con los análisis realizados en años recientes a los resultados electorales.
Por si no lo leíste: Si vota el 62% de los mexicanos, ganamos: Xóchitl va por el voto joven.
Con base en los datos oficiales del INE, en las Elecciones 2018 salió a votar el 62.3% del electorado. En el mismo estudio se confirmó que las mujeres votaron más que los hombres, con una diferencia de más de 8 puntos entre unas y otros. Y que quienes más se abstuvieron fueron los jóvenes entre 19 y 34 años.
Este hecho llevaría a pensar, por ejemplo, que la reacción de los jóvenes no siempre se traduce en actos de rebeldía que los conviertan, de manera automática, en izquierdistas, activistas u opositores. Un alto porcentaje se muestran escépticos, distantes, incrédulos o apáticos, situación que les lleva a manifestarse políticamente como abstencionistas.
En otras palabras, parte del descrédito de la política se explica por la mala comunicación que existe entre los políticos y los jóvenes. Por una parte, por la crisis de credibilidad de los partidos. Por la otra, como consecuencia del distanciamiento y falta de respuesta a las necesidades y expectativas de las diversas audiencias que conforman quienes nacieron desde la década de los noventa.
Durante el largo periodo en el que dominó el PRI, la segmentación de los mensajes comunicacionales era mucho más sencilla. La clasificación de los grupos y la elaboración de contenidos se facilitaban en un escenario donde dominaban el espacio mediático los grandes medios de comunicación masiva, de manera particular la televisión.
En términos políticos, ideológicos, económicos y culturales, los indicadores socioeconómicos de la población permitían mayores controles en la calidad y efectividad de los mensajes. Con los cambios que trajeron la globalización, la alternancia y la irrupción impactante de las redes sociales obligaron a replantear estrategias y tácticas de comunicación para asegurar el triunfo.
Además, el crecimiento de las zonas urbanas, el aumento inusitado de la inseguridad y el fenómeno de la migración contribuyeron el tránsito que estamos viviendo de la segmentación a la hipersegmentación de las audiencias. En el tema de los jóvenes, la situación se torna mucho más compleja por la diversidad y dispersión que se ha detectado de sus actitudes políticas.
Lee más: Elecciones 2024: Jóvenes, ¿qué piensan y dicen del actual proceso electoral?
Por todo lo anterior, se puede afirmar que el voto mayoritario de los jóvenes no llevará a Xóchitl Gálvez a la presidencia. En consecuencia, la hipótesis que la candidata plantea es simplemente retórica, de cara a la complejidad que solo se puede explicar a partir de una visión multifactorial mucho más compleja.
Aún más: los análisis estadísticos de las elecciones desde 1994 demuestran cambios significativos en las tendencias, pero de todos los grupos. Hace años se decía que ganaba quien tenía el voto mayoritario de las mujeres y jóvenes. En este momento, no es tan simple llegar a esta conclusión. De lo poco que en elecciones recientes se ha confirmado es que hombres y mujeres, en lo general, votan en forma parecida y que los niveles de participación son similares entre las secciones urbanas y no urbanas.
En los estudios más recientes, se demuestra también que a Claudia Sheinbaum la prefieren más las mujeres jóvenes y los hombres mayores. En cuanto a Xóchitl Gálvez, las mismas investigaciones señalan que la candidata opositora tiene mayor preferencia entre hombres jóvenes y mujeres mayores, sin que se perciba una ventaja significativa en relación con la simpatía que logra Sheinbaum. Por lo tanto, existe un “doble patrón” que obliga a una revisión más detallada y profunda de los indicadores.
Te recomendamos: ¿Cómo votan hombres y mujeres en México? Ellos se derechizan, ellas no. El País, 15/04/2024.
El paradigma de las actitudes y opiniones de la ciudadanía que estamos viendo tiene un nuevo rostro. De lo que no hay duda, es que en las campañas no se están haciendo las lecturas adecuadas para afinar las estrategias de comunicación política. En el caso de la campaña de Sheinbaum, el problema es menor por la ventaja que le dan las encuestas.
Sin embargo, el costo de un mal análisis para la campaña de Xóchitl le puede afectar a varios de sus objetivos, incluso los que parten del escenario de que ella no ganará la presidencia pero contribuirá a subir el número de posiciones al que aspiran los partidos que la respaldan en el poder legislativo o en algunos estados, ciudades o municipios del país.
Otro ejemplo de dicha omisión lo vemos en la mayoría de los debates que se han realizado hasta ahora, en los que no se están considerando con precisión las audiencias objetivo de sus narrativas y mensajes. Acabar con el llamado “acartonamiento” y los formatos no televisivos sigue siendo el reto.
Por lo que se ve, estos errores no se corregirán en el segundo debate presidencial del próximo domingo. Es casi seguro que predominarán los ataques y la lectura de argumentos y frases publicitarios, pero no el trabajo de inteligencia política para convertir el evento en un verdadero punto de inflexión de las campañas.
Recomendación editorial: Paulina Casso. WTF con tu voto. Guía básica para decidir en las próximas elecciones. México: Editorial Aguilar, 2023.