Machu Picchu, la joya de los Andes peruanos, es mucho más que un destino turístico; es un lugar que encierra la magia y el misterio de una cultura ancestral. Situado en el corazón del Valle Sagrado, este espectacular sitio arqueológico nos transporta a tiempos pasados llenos de esfuerzo y dedicación.
Machu Picchu, es el nombre contemporáneo que se le da a un antiguo poblado inca, construido antes del siglo XV, en la cordillera Oriental del sur del Perú, pero “descubierta” apenas el siglo pasado en la cadena montañosa de los Andes a más de 2,430 metros sobre el nivel del mar. Es una construcción precolombina de enorme importancia en la zona y el testimonio indiscutible, del nivel cultural y tecnológico que tenían los pueblos originarios en los Andes. La manera cómo se construyó es un misterio.
Te podría interesar
Foto : Ulises Castellanos
Este enclave prehispánico, está en el departamento del Cusco (provincia de Urubamba, distrito de Machupicchu) sobre el Valle Sagrado de los Incas, a 80 kilómetros al noroeste del Cusco, y por donde fluye el enorme río Urubamba, río que atraviesa la cordillera y origina un cañón con clima de montaña tropical. Según mi reloj, me costó 13,599 pasos llegar hasta la cima y perdí más de 2,000 calorías en un sólo día. Les cuento.
Explorar Machu Picchu es sumergirse en la riqueza cultural de los pueblos originarios que lo construyeron con tanto cuidado y precisión. Cada piedra colocada allí cuenta una historia de espiritualidad y conexión con la naturaleza que sigue fascinando a viajeros de todo el mundo. No hay duda de que antes de la llegada de los Españoles, sólo había dos culturas regionales importantes en el Continente, los Incas y los Aztecas. Los datos arqueológicos lo ratifican en ambos casos.
Foto : Ulises Castellanos
Viajar con cámara en mano -o dron- resulta indispensable para documentar estas maravillas del mundo. Sin embargo al estar ahí, el ojo se congela y la mente divaga. ¿Qué tomar que no se haya visto antes? ¿Qué ángulo explotar que no se haya registrado nunca ahí mismo? Difícil resolverlo, cuando además cargué el dron para nada, porque la prohibición de volarlo sobre la montaña es expresa y las multas son carísimas. Pues nada, me rendí a documentarlo de manera sencilla y disfrutar el paseo sin mayores retos. Dejarse llevar pues por ese “tiempo continuo” que tanto subrayan los Incas.
Pero antes de llegar a la cima de la montaña, había que llegar a Cusco desde Lima y soportar los 3,400 metros sobre el nivel del mar que tiene esa hermosa ciudad, un reto complejo que no te deja dormir porque tu corazón anda sobre los 110 latidos por minuto y la cabeza avisa que estallará en cualquier momento. La hoja de coca ayuda y a ratos se duerme uno.
Foto : Ulises Castellanos
Al amanecer tocó subirse a un micro durante dos horas para llegar a un tren, que sólo tiene la misión de llevarte hasta Aguascalientes, -un poblado inventado, que es base de los autobuses que finalmente te suben a la montaña- ese arranque ya suma más de cuatro horas de viaje sobre ruedas antes de empezara a caminar, y se repetirá de regreso hasta llegar a media noche, que es cuando vuelves a Cusco, solo para que tu corazón te recuerde que estás a más de mil metros sobre la altura de la CDMX, que ya es de por sí es un reto para nuestros pulmones. Sin embargo, sobrevivimos. Las imágenes que aquí les comparto son prueba de ello y todas fueron tomadas con la lente del iPhone 15 Pro Max, una chulada.
La semana pasada les hablé de Lima, hoy quiero cerrar este par de columnas sobre el tema, compartiendo con ustedes un texto que se publicó este fin de semana en Perú, bajo la espléndida pluma de mi colega Jaime Bedoya en el diario “Perú 21” aquí les dejo el link vía @peru21noticias
Viajar a Machu Picchu no solo enriquece nuestra mente y espíritu, sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio cultural. Si ustedes más adelante deciden programar un viaje a los Andes, les recomiendo ampliamente visitar este increíble lugar, porque sin duda será una experiencia que nunca olvidarán.