Perú es la República del Pisco. Comer en Lima desafía al paladar. Todo gira en torno a la comida. Su historia, cultura y sabiduría Inca resultan sorprendentes. Ahora mismo escribo desde el barrio de Miraflores en La capital peruana y me cuesta ordenar mis ideas. Cusco y Machuppichu son espectaculares. Conocer el Perú andino, sacude el alma.
Hace décadas quería conocer este país, por mil razones no pude organizarme, en años anteriores había ya visitado a sus vecinos, Ecuador, Colombia, Brasil, Chile y Bolivia entre otros países sudamericanos, pero siempre me brincaba Perú.
Gracias a la generosa invitación de un amigo entrañable, el periodista Jaime Bedoya, ex compañero de estudios de periodismo en París hace 32 años, pudo concretarse este viaje.
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Por fortuna estamos aquí antes de que los burócratas de la diplomacia entre nuestras naciones, enrarecieran el tema con la exigencia de visas. La relación entre ambos países rebasa los 30,000 viajes que se hacen entre ambas sociedades cada mes.
Foto: Ulises Castellanos
Lima es una capital de casi 9,700,000 habitantes. Equivalente a los que habitamos en la Ciudad de México. Con la diferencia de que aquí en Perú, uno de cada tres peruanos vive en Lima. Esta nación ronda los 32 millones de habitantes en total.
Lima tiene un desarrollo muy similar a nuestra capital, casi el mismo número de autos y gente, pero lamentablemente con una sola línea terminada de metro urbano, sin periféricos ni ejes viales, es por ello que su tráfico vehicular es insufrible. Según las autoridades, Lima tiene el peor tráfico de toda Latinoamérica, y es verdad.
A este país lo gobierna una mujer que presume relojes Rólex que no puede explicar. Tiene altos niveles de corrupción y una delincuencia moderada pero que va en aumento. No parece tener problemas relacionados con el narcotráfico pero para allá van.
Foto: Ulises Castellanos
Lima conserva un centro histórico hermoso, y respeta su historia y su pasado precolombino. Y también se siente orgullosa de su legado colonial, iglesias y balcones hermosos. La arquitectura moderna es como en todo país latinoamericano, aburrida y sin chiste.
Lima tiene un barrio hipster, Barranco, que comienza a abrir bares y restaurantes muy lindos y muy visitados. Tiene una vida nocturna muy interesante. El puente de los suspiros es una belleza.
Su gente es de primera, amable, culta y llena de referencia a lo mexicano, saben más de nosotros que nosotros de ellos. Crecieron con el Chavo del 8, y conocen toda nuestra música, desde Pedro Infante, Juan Gabriel y Luis Miguel hasta el grupo Frontera. Usan telefonía de la compañía Claro de Carlos Slim y han sido invadidos por 79 tiendas OXXO que acaban de abrir de golpe en Lima, para competirle a su equivalente local llamada Tambo que ya luce vieja. Bimbo domina la industria del pan. Y también les gusta el Tequila.
Foto: Ulises Castellanos
La ciudad de Lima, da al Pacífico y tiene un clima caluroso en invierno. Celebran Navidad a 40’ C y casi todo el año hace calor. Nunca llueve me dicen.
Machuppichu a una hora de vuelo de aquí es otro mundo; es frío, lluvioso, espectacular, Cusco sabe a hoja de coca y huele a verde. Sus raíces son sólidas y viven un tiempo continuo sin pausas. Son el resultado histórico de dos culturas. Perú es católico, y muy devoto. Cruces cristianas acechan por todos lados.
Imposible resumir aquí toda la experiencia. Lo mejor para nosotros ha sido la hospitalidad de Jaime Bedoya, periodista hoy de “Perú 21” y sobreviviente de Sendero Luminoso en los noventa. Su calidez toca el corazón. Su familia es una belleza. Nicolle y sus hijos irradian orgullo y vitalidad.
Visitar Perú en este contexto, fue una de las mejores experiencias que he tenido. Viajar revitaliza el alma.
La próxima semana les contaré más, una vez digerido el último ceviche peruano que nos espera antes de despedir a este país hermano.