Va siendo costumbre la disposición de cronómetros que marcan cuánto falta para las elecciones. Normalmente este cómputo indica los días, horas y minutos que restan. Pero hagamos un rápido ejercicio: ¿Cuántas horas quedan para que acudamos a votar? La respuesta, redondeada, es dos mil. Sí: estamos a sólo dos mil horas de tener que ir a las urnas. Si pensamos que una tercera parte de ese tiempo se destinará a dormir y varias horas al día a comer y arreglarse, tal vez nos quedan sólo mil horas para informarnos y tomar mejor idea de por quién nos conviene vota, aunque la mitad de ese tiempo muchos lo ocuparán en trabajos ajenos al acontecer político. Un corto lapso en el que habrá un vendaval de información y acontecimientos que irán adecuando las preferencias ciudadanas y definirán el sentido del sufragio y, con ello, el reparto de los puestos a elegir.
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La contienda presidencial
Sin duda la contienda que más acapara la atención es la lucha por la Presidencia de la República. Para algunos, ésta ya se encuentra resuelta, dada la ventaja que marcan muchas encuestas. Para otros, hoy esta disputa está francamente cerrada, pues así lo dicen las encuestas que prefieren atender. Pero, ¿realmente cómo va esta contienda? Es difícil saberlo, pues existe una fuerte divergencia entre encuestas con entrevistas tomadas por operadores, que reflejan márgenes más amplios, y estudios con entrevistas automatizadas, con una brecha más corta. ¿Por qué esta diferencia? Ello puede deberse a una inhibición en la declaración sincera por los informantes que ocurre cuando se responde a otra persona, así sea ocultando el voto mediante el empleo de símil de boleta y urna, lo que no existe cuando se contesta sin intervención de un humano. Aunque pudiera ser también resultado del patrón de autoselección de quienes atienden comunicaciones automatizadas, afectando las distribuciones de preferencias que se captan, al generar sesgos en la toma de muestra. En realidad, ambos efectos pudieran estar presentes y sumándose, lo que lleva a pensar que con el paso de las semanas la distancia entre ambas maneras de recuperar las preferencias se irán acortando, pues la autoselección responde al interés e información de los electores, lo que tiende a excluir a quienes hoy no están atentos pero que lo estarán más adelante, mientras que en las encuestas personalizadas se toman datos de un segmento desinformado sobre el proceso electoral que no formará parte de los votantes reales, pero que decrecerá con el tiempo, y cuya inclusión explicaría esa tendencia secular a sobreestimar a la opción gobernante en las encuestas con entrevistas compiladas mediante humanos. Por eso habrá que prestar atención a los modelos de votantes probables que están presentando algunas encuestadoras que realizan estudios presenciales y cuyos datos resultan, por cierto, más próximos a las encuestas automatizadas.
Las contiendas en los estados
Habrá otro factor incidente en las preferencias y que nos habla de otras contiendas de suyo relevantes: las disputas por ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la capital. De nuevo, las encuestas no suelen mostrar correctamente ya no se diga el reparto efectivo de preferencias, ni siquiera el orden entre contendientes, a semanas de realizarse las elecciones locales. En general, las estimaciones sobre estas contiendas tienden a un cierre de brechas que en muchos casos supone que el ganador resulte otro distinto que el que indican las encuestas a distancia. Y esto es más importante si se toma en cuenta que los estudios con encuestas presenciales, que indicaron correctamente al ganador en las contiendas de 2021-2023 en más de noventa por ciento de los casos, son los menos, mientras que ya predominan encuestas realizadas por otros modos, con un ordenamiento adecuado en menos de ochenta por ciento de casos para el mismo período. Es por eso que si hoy en día puede asumirse que son cuatro las elecciones locales con aparente claridad sobre quién ganará, dos para quienes gobiernan: Chiapas y Tabasco, y otro par para oposición: Guanajuato y Yucatán, es incierto todavía en otros cinco casos: Veracruz, Morelos, Jalisco, Puebla y, desde luego, la Ciudad de México. Aunque este reparto y las pretendidas claridades pueden cambiar de aquí al momento de las urnas.