Mañana se cumplen 30 años del atroz magnicidio en Lomas Taurinas, cuando Mario Aburto le quitó la vida a Luis Donaldo Colosio, candidato del partido en el Poder y muy probablemente el seguro ganador de aquellas elecciones en 1994.
Eran días turbulentos en aquel año, no había un minuto de reposo para nadie, menos para los periodistas. Tres meses antes le habían declarado la guerra al Estado mexicano los miembros del EZLN, liderados por el Subcomandante Marcos y el país estaba de cabeza. Gobernaba Salinas y acabábamos de entrar al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Faltaban por ver el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y cerrar el año con el error de diciembre que devaluó nuestra moneda un 100% para dar paso al Fobaproa. Un desastre.
Eran los primeros días de marzo cuando me reporté con Vicente Leñero -subdirector de Proceso- y me pidieron acompañar al periodista Elías Chávez para hacer una entrevista con Luis Donaldo Colosio en una casa de la Colonia del Valle. Ahí conocí a Federico Arreola quien trabajaba estrechamente con el candidato en temas de comunicación y que nos acompañó durante la charla.
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Esa fue la última vez que vi al candidato Colosio, unos 20 días antes de que lo asesinaran en Tijuana. Yo venía recién desempacado de la cobertura del conflicto en Chiapas, de dónde tuve que salir por seguridad personal, tras haber sido víctima junto con otros colegas de un fallido secuestro a manos de un cacique local. Eran días de furia.
La entrevista se publicó el 6 de marzo de 1994 en la portada del semanario. Dos semanas después estábamos volando a Lomas Taurinas a las horas de su asesinato.
Aunque había conocido a Luis Donaldo allá por 1989 cuando él era Presidente del PRI y nosotros apenas un grupo de jóvenes curiosos. Él quería acercarse a los jóvenes universitarios y en especial conocer los puntos de vista de quienes estudiábamos en la UNAM. Fue un encuentro interesante, cordial y sencillo. No imaginábamos su destino cinco años después.
Varias veces lo fotografié en eventos políticos y sociales pero en esta imagen que hoy les presento, la más significativa de las que le hice; la tomé el 28 de noviembre de 1993 en el auditorio del PRI, cuando fue postulado por su partido, con el apoyo de Carlos Salinas y la plataforma del programa Solidaridad que él mismo comandaba cuando era secretario de Desarrollo Social.
Aquel 23 de marzo, el día que mataron a Colosio yo estaba en las oficinas de Proceso, cuando empezaron a surgir todo tipo de rumores sobre lo que pasaba en Tijuana, como no había fotógrafo nuestro enviado a ese tramo de la campaña, me encargaron de inmediato lanzarme para rastrear las imágenes que se pudieran del atentado, en función de la emergencia que se presentaba y continuar con la cobertura.
En aquella cobertura nos quedamos semanas en Tijuana trabajando sobre el tema y tratando de desentrañar la posible conspiración alrededor del asesinato. Trabajé con dos profesionales que en aquel entonces formaban parte de la redacción de la revista, y de los que siempre aprendí: Antonio Jaques y Pascal Beltrán del Río. Fueron días intensos. Recuerdo que rentamos una habitación extra, sólo para pegar en las paredes cientos de fotografías de aquel mitin en Lomas Taurinas, para entender lo que había pasado en aquella tarde fatal para Colosio. No fue una cobertura fácil. Eran días en los que salíamos de entrevistar al jefe de la policía de Tijuana y en horas nos enterábamos de cómo había sido emboscado y asesinado al salir de su oficina. Eran momentos de tensión extrema.
Para los que se espantan por lo que estamos viviendo en este 2024, previo a elecciones, deben saber que para nada se compara con lo que pasaba en México hace tres décadas.