El poco destacado, aunque “famoso” ex alcalde de Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba continúa su andar público intentando, a toda costa, colocarse en el círculo de poder, poniendo a la venta lo poco que le queda de capital político.
Su personalidad y actitud narcisista lo han mantenido como un personaje segundón, del que la gran mayoría de los políticos serios procuran alejarse o por lo menos marcar una sana distancia.
La carrera política de Adrián Ruvalcaba viaja de lo ridículo a lo grotesco, ha militado en el PRD, el PVEM y en el PRI; intentó ser candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México con la alianza de opositora (PRI-PAN-PRD) y al no obtener el encargo, hizo berrinche renunciando a su partido. Intentó colocarse en MORENA infructuosamente y ahora ocupa una suplencia al Senado de República por el Partido Verde.
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Así es estimado lector, como usted bien puede observar, la trayectoria de Adrián Ruvalcaba está plagada de traiciones, conveniencias, deslealtades y acomodos.
Su obsesión por aparecer en los medios de comunicación y en las redes sociales lo llevó a vincularse con Sandra Cuevas, y posteriormente ofrecerse como operador político de la hoy candidata de MORENA, PT y PVEM a la Presidencia de la República, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, así de incongruente y oportunista es este personaje.
En su intentona por mantener algo de poder colocó a sus alfiles para mantener control de la Alcaldía de Cuajimalpa, impulsó a Gustavo Mendoza para sucederlo en la alcaldía, se aseguró el Distrito 17 Federal con Carlos Madrazo y el distrito 20 local con Brenda Ruiz.
Es tan pagado de sí mismo que la alcaldía esta tapizada con su rostro, lo que resulta absurdo, toda vez que no va a la urna y es solo el suplente de un aspirante a Senador plurinominal.
Que Adrián Ruvalcaba se venda hoy como un magistral operador político dista mucho de la realidad, es si acaso un figurín, el ramplón estereotipo de “judicial” de los años 80 que ha buscado incansablemente que se le identifique como “el Dragón”.
La realidad es que Adrián Ruvalcaba poco o nada aporta a la vida política de la Ciudad de México y a nivel nacional es prácticamente un desconocido, quienes por amistad o compromiso lo siguen integrando a sus proyectos políticos deben conducirse con cuidado, pues está muy claro que es un personaje que nada sabe de lealtades.
Que Ruvalcaba hoy esté fuera de toda contienda electoral solo significa una cosa: es solo un Dragon de flama chiquita.