El pasado fin de semana las redes sociales se incendiaron al darse a conocer los números telefónicos de distintos liderazgos políticos. En cuestión de minutos los teléfonos de Claudia Sheinbaum, Mario Delgado, Citlali Hernández, Gerardo Fernández Noroña, Jesús Ramírez, Vicente Serrano y otros morenistas se difundieron por redes sociales.
Ciudadanos, opositores y una que otra cuenta bot, celebraron la filtración de los números personales de los morenistas, argumentando que eso “emparejaba la situación” y se daba al gobierno “una sopa de su propio chocolate”.
A través de sus redes sociales, Claudia Sheinbaum, candidata de MORENA, PT y PVEM a la Presidencia de la República, calificó los ataques como “inofensivos y burdos” e insistió que los únicos números que deberían preocuparle a la oposición son los de las encuestas.
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Un poco más tarde también se viralizó el número telefónico de la candidata de la oposición a la Presidencia de la República, Xóchitl Gálvez, su celular fue difundido en la plataforma “X” por una cuenta vinculada al morenismo.
Hay quienes dicen que lo que causó las filtraciones fue que el pasado 22 de febrero en la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer el número telefónico de Natalie Kitroeff, reportera de The New York Times, quien publicó una investigación en su contra sobre supuestos vínculos con el crimen organizado.
Opositores y reporteros recriminaron la actitud del mandatario mexicano, al considerar que no debió dar a conocer el número telefónico de la reportera, pues esto lo hacía vulnerable a ataques.
Para algunos quien inició el juego de filtrar números telefónicos fue el presidente; quienes lo justifican, argumentan que es un ejercicio de transparencia y que, si se calumnia al primer mandatario, está en su derecho de brindar la información completa.
Pero la realidad es que a nadie nos gustaría ver nuestro número telefónico circulando por las redes para que cualquier desquiciado, troll o simplemente a quien no le caemos bien tenga la oportunidad de insultarnos o amenazarnos.
A tan solo unos días de que dé comienzo la Campaña Constitucional por la Presidencia de la República los ánimos están caldeados, ni unos ni otros se quieren dejar rebasar y las redes sociales se han convertido en el escenario ideal para que las descalificaciones y la guerra sucia sucedan.
El Presidente debería ser más prudente, pues atizar el fuego no necesariamente reporta buenos resultados, pues una actitud beligerante no abona para que el proceso electoral y la sucesión presidencial se den en un clima de respeto y democracia.
Andrés Manuel López Obrador ya se va, ya no será presidente y por más que esto le pese, debe dejar que las cosas sucedan y así garantizar un México democrático y mucho más maduro políticamente.