La disponibilidad de agua en el planeta está en una fase crítica. La recarga de los mantos acuíferos y los cuerpos acuáticos es cada vez más compleja ante la modificación de los ciclos de lluvia y la disminución del volumen pluvial. Por esa razón, deben revisarse las formas de utilización del agua en diferentes rubros, desde su consumo en los hogares, en los espacios públicos, y en las actividades industriales, siendo en este último caso, donde mayor número de debates hay.
Desde hace algunas décadas, se descubrieron yacimientos de gas y de petróleo en el subsuelo, pero su extracción resultaba compleja por lo que se requirieron de técnicas altamente contaminantes y con gran impacto en el medio ambiente para lograrlo. Una de ellas es el fracking o la fractura hidráulica, consistente en el uso de agua a presión para romper las piedras en las que están encapsulados el gas y el petróleo en espacios no convencionales, a los cuales se llega a través de pozos.
Mediante el uso de esta técnica se derraman millones de litros para obtener una cantidad relativamente pequeña de los hidrocarburos. En el caso de nuestro país, existen siete mil 879 pozos fracturados y se estima que cada pozo requiere para fracturarse y poder extraerse su contenido entre nueve y 29 millones de litros de agua llegando, en ocasiones, a incrementarse la necesidad de uso de agua más de nueve veces, cifra que multiplicada por el número de pozos fracturados resulta en grandes volúmenes de agua que son contaminadas irremediablemente.
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Además del desperdicio de agua, esta queda inutilizable debido a los químicos vertidos en ella para lograr la fractura de la piedra. Dichas sustancias son cancerígenas y muy peligrosas para la salud de las personas y el medio ambiente. Además de que con el proceso se corre un alto riesgo de contaminar los mantos acuíferos, contaminando millones de litros de agua más.
Aunado a la problemática ambiental, también se le han asociado cementación inadecuada de cañerías que causa contaminación de aguas subterráneas con benceno, tolueno, etanol, metanol y metales pesados; estos causan problemas gastrointestinales, respiratorios y cutáneos y daños a la salud psicológica de las poblaciones; embarazos de alto riesgo, nacimientos con bajo peso y con defectos congénitos, con incremento en la incidencia de deficiencias cardiacas congénitas, y síntomas como dolores abdominales, mareos, náuseas o vómitos, irritación de mucosas, dolores de cabeza, ansiedad y estrés, en comunidades cercanas a operaciones de fracking.
Otro efecto adverso está vinculado directamente con el clima, pues, durante la vida productiva de un pozo, entre 3.6 y 7.9 por ciento del gas o metano contenido en él se escapa a la atmósfera. Este compuesto es un potente gas de efecto invernadero que contribuye a la crisis del cambio climático.
Ante la situación, un conjunto de organizaciones, englobadas en la Alianza Mexicana Contra el Fracking, presentaron 90 mil firmas de ciudadanas y ciudadanos, para solicitar a la Comisión de Recursos Hidráulicos del Senado de la República que en el “Dictamen de las comisiones unidas de recursos hidráulicos y de estudios legislativos segunda, a la iniciativa con proyecto de decreto por el que se expide la Ley General de Aguas que abroga la Ley de Aguas Nacionales” se prohíba el uso del agua para esta práctica.
En la propuesta de la Ley General, se propone que el artículo 220 establezca que “queda prohibido el uso del agua de consumo humano y de riego para las actividades de fractura hidráulica en pozos asociados a yacimientos no convencionales”.
Pero, las organizaciones integrantes de la Alianza consideran urgente y necesario que esa fracción de la legislación no sea modificada y quede en el sentido original de la Ley de Aguas Nacionales.
En este sentido, el contenido señala que “queda prohibido el uso del agua para las actividades de fractura hidráulica o estimulación hidráulica, así como para la exploración, explotación y extracción de hidrocarburos no convencionales”.
La crisis hídrica más grave en la historia de la humanidad ha comenzado a vivirse en diferentes regiones del mundo. El líquido es cada vez más escaso o está siendo restringido para el consumo humano, pero industrias extractivas como la del petróleo y el gas tienen a disponibilidad pozos y otros tipos de acceso al agua.
Por lo tanto, la nueva legislación en materia de agua debe garantizar su mayor acceso posible a los grupos humanos y otras especies, así como la preservación de las fuentes de suministro disponibles con la finalidad de que el abasto no merme y se continúen alimentando conforme a los ciclos de lluvia. Además de garantizarse su no contaminación y la preservación de los mismos.
Un paso adelante en la materia en el país sería evitar el continuar utilizando técnicas de extracción prohibidas en muchas partes del mundo y privilegiar el derecho al agua en todas sus vertientes así como la elaboración de políticas públicas de desarrollo con base en una ecoética y verdaderos principios de sustentabilidad.