Esta semana se llevó a cabo un diálogo entre creadores visuales, fotógrafos, curadores e investigadores académicos absolutamente inédito en México, plural e inclusivo. La iniciativa es promovida por la dirección actual del Centro de la Imagen con el acompañamiento puntual y generoso de cinco respetados colegas, Gerardo Suter, Gerardo Montiel Klint, Javier Hinojosa, Benjamín Alcántara y Nicola Lorusso, quienes se dieron a la tarea de integrar un grupo de trabajo con representantes de la comunidad fotográfica, que acompañaría al CI para imaginar un nuevo diseño de la próxima edición de la Bienal que se tiene programada para 2025.
Suena sencillo en el papel, pero es un tema complejo, el primer éxito de esta iniciativa fue lograr que el miércoles pasado vía zoom, nos reuniéramos por casi tres horas, más de 55 colegas de distintas corrientes y diferentes ciudades del país para dialogar sobre el tema. Desde mi punto de vista, la pura convocatoria y lo que ahí planteamos es en sí mismo un ejercicio inédito y conforma un primer éxito de arranque, en beneficio de la comunidad fotográfica y la transparencia que este tipo de eventos hoy requiere.
Desde aquella célebre y desastrosa Bienal de diciembre de 2016, pasamos de una amarga navidad, de la que me ocupé en aquel entonces en las páginas del diario El Universal y que aquí les comparto para los más jóvenes. así las cosas, a poco más de siete años de aquel capítulo, hoy estamos frente a la posibilidad de una nueva primavera fotográfica.
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Organizada cada dos años, “la Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen es un certamen de fotografía que busca reconocer e impulsar la producción fotográfica en México. A través de una muestra, una publicación y dos Premios de Adquisición” Este concurso tiene su orígenes en la Sección Bienal de la Gráfica del Salón Nacional de Artes Plásticas, donde se dedicó por primera vez un lugar a la fotografía en 1979, “impulsando la creación de la Bienal Nacional de Fotografía al año siguiente”. Pero con la inauguración del Centro de la Imagen en 1994, este certamen pasó a ser parte fundamental de su programación como un importante espacio de exhibición y diálogo en torno a la práctica fotográfica contemporánea.
Durante la reunión participaron activamente la mitad de los convocados, se hicieron reflexiones interesantes sobre lo que debería mantenerse y lo que no, se expresó la necesidad de darle más espacio a los fotógrafos de los Estados, atraer a los jóvenes pero sobre todo darle certeza y transparencia a todos los participantes.
Las cifras no mienten, en 2016 se llegó a su máximo histórico en términos de participación, recibiendo casi 900 propuestas para la Bienal, el 10% de la participación histórica en 20 bienales, donde rondan los 9,540 trabajos en los últimos 40 años. En su primera edición se recibieron menos de 200 trabajos pero desde 2016 cayó la participación, –lo cual es atípico– dada la demografía y el interés más generalizado de la población por la imagen. La última edición recibió apenas un promedio de 500 trabajos, bajando casi al 50% de lo que pasó en 2016. De ahí las alarmas.
¿Tiene sentido una Bienal de fotografía hoy en día? ¿Debe ser cada dos años? ¿Por qué se alejaron las nuevas generaciones? ¿Es transparente su proceso? ¿Las categorías funcionan? ¿Son atractivos los premios? ¿Mantiene su reputación la Bienal? ¿Sigue siendo un espacio de validación? ¿Los cambios tecnológicos afectaron su pertinencia? ¿Es actual su modelo? Estas y otras preguntas se plantearon en dicha reunión.
Talia Montt, considera por ejemplo “que sería mejor hacerlo por regiones y no por estados, por ejemplo: norte, centro y sur”. Pero también modificar categorías : “documental, fotografía y multimedia,” y “éstas categorías podrían tener secciones de jóvenes creadores y creadores con trayectoria”. Irving Domínguez por ejemplo sugirió “aprender de los Salones regionales de artes visuales en Colombia, realizados con antelación al Salón Nacional” entre otras cosas. Gerardo Suter –quien además fungió como una especie de moderador virtua– hizo énfasis en plantear: “Bases claras e impecables para la próxima Bienal”
Francisco Mata –siempre agudo– planteó durante su participación que “de repente tenemos una lista de buenos propósitos que rebasan por completo las posibilidades no sólo de esta mesa, sino del mismo Centro de la Imagen”. Y es verdad, hay temas de presupuesto y calendario que son inevitables. Y lo dijo Mata, estamos frente a un cambio de gobierno para junio de este año, y gane quien gane, habrá casi por seguro cambios en la dirección de Centro de la Imagen. Entonces ¿a qué aspiramos con estas reuniones?
Y es verdad, la gestión de Johan Trujillo Argüelles, actual directora del Centro, termina formalmente a finales de septiembre de este año y la próxima Bienal es para el 2025. Sin embargo, es importante sentar las bases de una nueva convocatoria para que en caso de haber un nuevo equipo a partir de octubre de este año, puedan darle seguimiento en función de lo que en este espacio se genere. Al fin y al cabo nuestra comunidad y el público interesado seríamos los mismos.
Nicola Lorusso subrayó que la Bienal debe “recuperar el diálogo con la sociedad”. Armando Cristeto hizo énfasis en que debía mantenerse el espíritu “Competitivo y de validación”. El querido Gerardo Montiel Klint dijo que frente a los enormes cambios en la fotografía, “la idea –de este ejercicio– es poner al día la Bienal y respetar lo que “históricamente ha representado: la columna vertebral que ha tenido este certamen en el espacio artístico contemporáneo” y remató Klint con la claridad que le caracteriza que la Bienal “debe ser incluyente y transparente”, pero además “debería recuperar a los jóvenes” y debe ser un certamen “sin candados”
Casi al final Rebeca Monroy, investigadora, dijo puntualmente que el “eje central” del nuevo certamen debería ser claramente LA FOTOGRAFÍA, independientemente del origen de su captura o si se genera con Inteligencia Artificial.
Durante el encuentro, también participaron Javier Hinojosa, José Luis Cuevas, Benjamín Alcántara, Estela Treviño, Nirvana Paz y Bruno Bressani entre muchísimos más que hicieron aportaciones necesarias, inteligentes y de suma relevancia para lo que viene.
Finalmente, es importante reconocer la valentía y sensibilidad de Johan Trujillo, directora del Centro, por abrir el debate, es vital escuchar sobre limitantes que distintas personas de la comunidad observan sobre la Bienal, es importante escuchar las impresiones y propuestas de todos los sectores involucrados para visualizar nuevos horizontes y perspectivas de la Bienal de fotografía, para plantear sus futuras ediciones. Incluso revisar su periodicidad o cambio de nombre. Todo debe evaluarse.
Se trata pues de un ejercicio valioso y que puede dar mucho hacia adelante; al cierre Jo Trujillo me dijo: “Como gestora cultural considero que es necesario que los proyectos culturales sean pertinentes y relevantes a su tiempo, y para ello es necesario conocer necesidades y expectativas del público al que atienden”. Y tiene toda la razón. Bienvenidos a la conversación.