“Fotografié el mundo”, dice Sebastião Salgado, –en una entrevista para The Guardian– hojeando el archivo de su estudio de París. Salgado, acaba de cumplir 80 años la semana pasada, y con ese motivo anunció su retiro de la producción fotográfica en el terreno. Seguirá editando libros y probablemente armando exposiciones de su trabajo, pero ya no quiere hacer un nuevo disparo.
Sebastião Salgado, nació en 1944, un 8 de febrero en Aimorés, Minas Gerais de Brasil y se crió, junto con sus siete hermanas, en medio de la selva brasileña. “Según su padre, era un chico bohemio y viajero, al igual que había sido su abuelo y tenía poco interés por los estudios”. Este enorme fotógrafo documental ha sido testigo de guerras, revoluciones, crisis humanitarias y hambrunas. Y varias veces también vino a México a fotografiar, viajar y conocer; concretamente en los noventa vino para algunas imágenes que incluyó en su libro “Éxodos”.
Recuerdo muy bien una tarde en la que un pequeño grupo de colegas nos reunimos con él en el Centro de la Imagen y con toda paciencia, nos escuchaba y conversaba, quería saberlo todo sobre el EZLN, veía nuestras fotos y hacia comentarios. En aquella visita a México tuve la oportunidad de verlo un par de veces más aquí en la Capital, incluso compartimos una cena en casa de Raúl Ortega y fue una noche inolvidable.
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Se trata de un fotógrafo disciplinado que prácticamente comenzaba a trabajar en el amanecer y dejaba de tomar fotos hasta después de las 5 de la tarde, odiaba la luz de medio día y sus alrededores. Todavía usaba negativo y mandaba todo a revelar e imprimir con su gente a París.
Ahora, dice Salgado en The Guardian, es hora de dimitir: “Sé que no viviré mucho más. Pero no quiero vivir mucho más. He vivido mucho y visto tantas cosas”.
El reportero del diario británico dice que “aunque todavía es fuerte y activo (capaz de caminar o andar en bicicleta varios kilómetros al día), su cuerpo está pagando el precio de sus años de trabajo en algunos de los lugares más hostiles y desafiantes del mundo”.
Su obra, –como todos sabemos– es una combinación única de composición en blanco y negro e iluminación espectacular, su estilo “se ha ido acumulando a lo largo de décadas, cubriendo cientos de encargos en más de 130 países” y su nombre figura en el salón de la fama del fotoperiodismo y la fotografía documental junto a figuras como Robert Capa, Eugene Smith, Henri Cartier-Bresson, Graciela Iturbide y James Nachtwey entre muchos otros gigantes de la lente.
Salgado, que todavía vive con el legado de “un trastorno sanguíneo causado por una malaria mal tratada en Indonesia” y problemas “en la columna debido a una mina terrestre que hizo estallar su vehículo en 1974 durante la guerra de independencia de Mozambique, está listo para retirarse del campo”. Así, con esta claridad lo dice para cerrar un ciclo de alrededor de 50 años de trabajo ininterrumpido. Y todo esto, acompañado siempre de su inseparable esposa Lélia Wanick. Ella ha sido clave en su carrera, dándole orden a su trabajo, buscando sentido a sus imágenes y siendo su primera crítica al regreso de cada viaje.
Wanick fue directora de la galería Magnum de París antes de abrir un estudio independiente, que con el tiempo se dedicó a la producción de Salgado. Su trabajo es ampliamente reconocido como "la clave del éxito de su marido”. Todos lo dicen. “Salgado no sería Salgado sin Lélia. Ella es central en todo lo que ha hecho”, dice Neil Burgess, quien ha sido su agente desde 1986. “Ella no es sólo su esposa, la madre de sus hijos, sino también una socia creativa y una socia comercial en su carrera”.
Para Salgado, “la ceguera humana conduce a la autodestrucción”, lo que es motivo de gran pesimismo. Pero la naturaleza, dice, “sigue su propio curso y sigue evolucionando”. Esta lección la aprendió en Galápagos, donde pasó 90 días –casi el doble que Darwin, que pasó 47 días en el archipiélago– y a lo largo de sus ocho décadas de vida. “Soy pesimista respecto de la humanidad”, admite, “pero optimista respecto del planeta. El planeta se recuperará. Cada vez es más fácil para el planeta eliminarnos”.
El legado universal que trajo la mirada de Salgado al mundo, es insustituible y absolutamente necesaria para comprender a cabalidad parte de la vida del hombre en nuestro planeta. Así las cosas, aquí les dejo una lista de sus libros para que en la primer oportunidad que tengan, consigan alguno de estos:
“Amazonia” (2021)
“Gold” (2019)
“ Kuwait” (2016)
“The Scent of a Dream: Travels in the World of Coffee” (2015)
“From my Land to the Planet” (2014)
“Génesis” (2013)
“África” (2007)
“Sahel: The End of the Road” (2004)
“Éxodos” (2000)
“Niños” (2000)
“La mina de oro de Serra Pelada” (1999)
“Terra” (1997)
“Trabajadores” (1996)
“La Mano del Hombre” (1993)
“Sahel: el fin del camino” (1986)
“Otras Américas” (1986)