#CARTASDESDECANCÚN

Carta-Circular a la Dupla Libia/Lemus

En donde se advierte del peligro que corren los gobernadores que no entiendan quién manda aquí. | Fernando Martí

Escrito en OPINIÓN el

EXCMA. SRA. DOÑA LIBIA GARCÍA Y/O EXCMO. SR. DON PABLO LEMUS / VIRREYES (APENITAS) DE LA NO TRANSFORMACIÓN 

Muy Esforzados Debutantes: 

Antes de abordar el delicado asunto que les voy a tratar, me debo acoger a la benevolencia de Vuestras Señorías por el comodino recurso de dirigir la misma carta a dos destinatarios tan distintos, cuya dignidad actual lo menos que merece es la cortesía de una epístola personal. En mi descargo, debo informar a Sus Semejanzas que esa fue mi intención inicial, más a poco descubrí que lo que deseaba decirles era tan parecido y redundante, que hubiese bastado sustituir en el encabezado sus nombres propios y enviar a cada quien una copia.

Al cabo comprendí que tal maniobra sería grosera en extremo, siendo preferible amontonarlos que fotocopiarlos, razón por la cual procedo a redactar esta misiva dual, aun cuando sus perfiles sean tan dispares. Lo hago a sabiendas de que Doña Libia es mujer, en tanto Don Pablo es hombre; que ella estudió leyes y ejerció como abogada litigante, mientras él estudió administración y se dedicó a los negocios; que la una milita en el partido de las derechas, el PAN, mientras el otro se apuntó en la tenue izquierda de Movimiento Ciudadano; que ésta arrancó en política en cargos partidistas, los comités municipal y estatal del partido, mientras aquél lo hacía en organismos empresariales, como la Coparmex; y que ella hizo carrera pública en la rama legislativa y administrativa, siendo dos veces diputada local y otras dos miembro del gabinete estatal, mientras él se fue por la ejecutiva, ejerciendo tres veces como presidente municipal. 

Vuestras Diferencias comparten, sin embargo, un rasgo que los vincula y que debe hacerlos odiosos para la minoría que nos rige: en el mes de junio, derrotaron a Morena en elecciones para gobernador, en un caso en Guanajuato, en el otro en Jalisco. Ambos se impusieron por un margen más que razonable: Doña Libia ganó por diez puntos (51 a 41), y Don Pablo por cinco (44 a 39), aunque Morena quiso dejar claro que nunca pierde y cuando pierde arrebata, y ambos cómputos terminaron siendo disputados en los juzgados. Pese a esos intentos de despojo el tribunal los ratificó, de modo que Jurista Libia despacha como gobernadora desde hace un par de meses, en tanto Maese Pablo juró el cargo hace tres días.

Con eso, Voastedes se han sumado a la diminuta lista de ocho mandatarios locales que, siendo de oposición, tendrán que bregar en un país de partido autocrático con vocación de aplanadora, que no dudó en apropiarse a la mala de la mayoría calificada en el Congreso, que mandó a retiro a toda la Corte porque le estorbaba, que borró de un plumazo constitucional los órganos encargados de vigilarlo y que le puede aplicar la misma dosis a cualquier virrey rejego o distraído, que no siga sin chistar las instrucciones del Palacio Real.

Ese es el meollo de esta carta compartida. Aunque no se haya ejercido de momento, para nadie será noticia que ha vuelto a entrar en vigor, después de pocos años de receso, la facultad metaconstitucional del presidente (a) de quitar gobernadores (as) a placer. Fueron los mismos Congresos locales de Morena quienes, en su impúdica carrera por complacer a Doña Claudia, revivieron la capacidad del partido aplastante de declarar la desaparición de poderes en los estados, pues el artículo 76 de la Constitución faculta al Senado a decidir, mediante una denuncia pública que se puede prefabricar, o sea, a su arbitrio, “cuando se haya interrumpido el orden constitucional” y a nombrar “un titular provisional del poder ejecutivo”.

Con prudencia, el Constituyente dispuso que para ejercer esa facultad se requería “la aprobación de las dos terceras partes de los miembros presentes”, es decir, la mayoría calificada, pero nunca sospechó que el liderazgo del Senado recaería en un maniobrero como Adán Augusto, que la presidencia la ejercería un lunático como Noroña y que la trilogía Morena-PT-Verde sería un rebaño apocado, sin una sola oveja negra, presto a obedecer la línea que emane de la mañanera. 

Así que ya lo saben, Vuestras Mocedades: la consigna irrebatible es acatar, el mandato indiscutible es apechugar, el salvoconducto único es someterse, a menos que estén dispuestos a correr el riesgo de enfrentar la guillotina de la 4T o la guadaña de la Señora Presidenta que, para este caso y para los que se acumulen a lo largo del sexenio, viene a ser exactamente lo mismo.

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Esa manía de quitar gobernadores, que no dudo Vuestras Mercedes encontrarán reprobable y abusiva, pues a todas luces es contraria a la voluntad del pueblo sabio –quien les dio el cargo, mas no quien se los retira–, era práctica común durante la etapa del PRI hegemónico, una potestad extra legal que ejercieron a tutiplén todos los presidentes emanados del tricolor, desde Lázaro Cárdenas hasta Ernesto Zedillo.

La razón primordial de tales remociones podría explicarse así: la animadversión del presidente, la conveniencia del presidente, el capricho del presidente o el antojo de demostrar quién manda aquí. La lista de atropellos es interminable y elocuente:

  • Lázaro Cárdenas removió de golpe a ocho gobernadores (Chiapas, Colima, Guanajuato, Guerrero, Morelos, Sinaloa, Sonora, Tabasco), porque tenían lazos con el defenestrado Jefe Máximo, Plutarco Elías Calles.
  • Lo mismo hizo Ruiz Cortines con los gobernadores de Yucatán (Tomás Marentes), Guerrero (Alejandro Gómez Maganda) y Tabasco (Manuel Barttlet, padre del adalid de la 4T), porque le parecían demasiado ‘alemanistas’.
  • Alemán corrió a Hugo Pedro González para debilitar al cacique político de Tamaulipas, el expresidente Emilio Portes Gil.
  • Díaz Ordaz promovió la remoción de Enrique Dupré Ceniceros, de Durango, porque le caía mal. Otro tanto hizo José López Portillo con el coahuilense Óscar Flores Tapia
  • Caso paradigmático es el de Guerrero, donde los poderes han desaparecido ¡siete veces! Llama la atención el caso de Rubén Figueroa Alcocer (hijo del cacique histórico), quien renunció por la matanza de Aguas Blancas y fue sustituido por Ángel Aguirre Rivero. Años más tarde, el mismo Aguirre Rivero, gobernador por segunda ocasión, sería renunciado por Peña Nieto tras la matanza de Ayotzinapa.
  • Echeverría hizo renunciar al gobernador de Nuevo León por un conflicto universitario (Eduardo Elizondo). Luego se ensañó en Guerrero con Israel Nogueda, a quien despidió cuando le faltaban dos meses para concluir su período y, tras asistir a su toma de posesión, le recetó idéntica dosis a Otoniel Miranda Andrade, de Hidalgo, 28 días después de la ceremonia. En Sonora, mandó modificar la Constitución para hacer gobernador a Carlos Armando Biebrich, que no daba la edad requerida, pero dos años después lo mandó sacrificar, porque en un conflicto con el centro se atrevió a ponerse de parte de los agricultores locales.
  • La palma se la lleva Carlos Salinas, en cuyo régimen no terminaron su mandato… ¡14 gobernadores! A dos de ellos, Ramón Aguirre Velázquez de Guanajuato y Fausto Zapata de San Luis Potosí, los concertacesionó tras la elección. Vale la pena revisar con lupa estos episodios. Aguirre ganó con el 53 por ciento de los votos haciendo un escandaloso derroche de recursos, y el personaje que quedó en tercer lugar, el intelectual orgánico de la izquierda, Porfirio Muñoz Ledo, le levantó la mano al candidato perdedor, un ranchero malhablado que respondía al nombre de Vicente Fox, quien organizó la resistencia civil: mítines de protesta, cierre de carreteras, bloqueo del palacio y la toma del aeropuerto de Silao. El conflicto lo negociaron, en la CDMX, Luis Donaldo Colosio por el PRI y Diego Fernández de Cevallos por el PAN, quienes urdieron un pacto poco democrático y nada salomónico, pues se acordó nombrar gobernador sustituto al alcalde de León, Carlos Medina Placencia, quien ni siquiera había participado en la contienda. El caso de San Luis es similar: Zapata se impuso en unos comicios turbios y amañados, y el supuesto perdedor, Salvador Nava Martínez, un médico muy prestigiado que llevaba décadas al frente de la oposición, fue declarado vencedor en la plaza pública por Diego Fernández de Cevallos (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (PRD) –contrincantes de Ernesto Zedillo, por cierto, en la siguiente elección presidencial–. Zapata alcanzó a tomar posesión, pero una multitud de mujeres se sentó en la plaza frente al palacio para impedirle entrar. Esta vez fue el propio Salinas quien le pidió al ganador que renunciara, dejando en su lugar a Gonzalo Martínez Corbalá, director del Infonavit, quien tampoco figuró en la boleta. La dimisión de Zapata tuvo lugar 14 días después de jurar el cargo, lo cual lo convierte en el gobernador más breve en la historia de México.
  • Ernesto Zedillo hizo chuza en Chiapas: tres gobernadores en cuatro años, uno para complacer al subcomandante Marcos (Eduardo Robledo Rincón), otro por la matanza de Acteal (Julio César Ruiz), y el tercero porque le dio la gana (Roberto Albores). Con esto Chiapas estableció un récord nacional, pues de 1993 al año 2000 fue desgobernada por ¡cinco interinatos consecutivos! Zedillo también se dio maña para remover al de Nuevo León, quien no aceptó la orden presidencial de compartir el agua de una presa con Tamaulipas (Sócrates Rizzo), y al de Morelos, por supuestos vínculos con el narcotráfico (Jorge Carrillo Olea), pero no pudo con el de Tabasco, Roberto Madrazo, que había ganado con un fraude escandaloso (el IFE encontró irregularidades en el 73 por ciento de las casillas y un rebase del gasto electoral de 72 millones de dólares), pero que amenazó con sacar a Tabasco del pacto federal, antes que cederle el cargo a su opositor, un tal Andrés Manuel López Obrador. 

Ese abuso reiterado del poder por parte de Los Pinos se acabó bruscamente en 1997, cuando el PRI de Zedillo perdió la mayoría en el Congreso, situación que se mantuvo durante los regímenes de Fox y de Felipe Calderón. Fíjense Sus Eminencias que curioso: el único mandatario local enjuiciado en ese lapso fue el propio López Obrador, acusado de desacatar una orden de la Corte y sometido al procedimiento de desafuero, pero después de negociar con el PRI la conveniencia de quitarlo (y, de paso, de inhabilitarlo), Fox llegó a la medrosa conclusión de que lo iba a convertir en mártir político y se rajó: el mismo día de la votación los diputados panistas fueron notificados de que la línea había cambiado y dejaron a sus aliados de ocasión colgados de la brocha. 

También Andrés Manuel se dio de narices cuando quiso quitar a un gobernador: Cabeza de Vaca, de Tamaulipas. Quizás mal aconsejado, optó por el desafuero en lugar de la desaparición de poderes, y tuvo que afrontar el bochorno cuando el Congreso local frustró la maniobra. ¡Qué bueno! El poder presidencial requiere límites: eso es lo que prescribe la Constitución pero, hablando en plata, a qué presidente de este país le importa lo que dice la Constitución.

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No tengo el menor indicio de que la actual Jefa de la Nación, Doña Claudia, vaya a utilizar ese garrote con los gobernadores réprobos. Por el momento, ha mostrado una tolerancia inesperada y una actitud ambigua con los peor calificados, tal vez porque son de su propio rebaño. Al sinaloense Rubén Rocha, por ejemplo, se negó a recibirlo en la Ciudad de México siendo presidenta electa, pero luego viajó con López Obrador a Culiacán, se tomó la fotografía de las sonrisas y respaldó su desempeño en público. Con sus desplantes fanfarrones (“no juntarían las firmas para revocar mi mandato, si quieren les ayudo”), Rocha es un elemento que estorba más de lo que ayuda, y es posible que sus días estén contados.

Otro caso significativo es Evelyn Salgado, a todas luces incompetente para revertir la crisis de seguridad que vive Guerrero y la compleja rehabilitación de Acapulco. También aquí Doña Sheinbaum se ha portado protectora: visitó el puerto apenas tomó posesión, hizo comprometer recursos a grandes inversionistas y anunció que en enero presentará un plan integral de reconstrucción. Como sea, se trata de gobernadores morenistas, en teoría obedientes y dóciles, a quienes bastaría con pedirles la renuncia y darles otro encargo.

La amenaza de remoción forzada pende sobre los opositores, a quienes Palacio ya da trato diferente: Doña Claudia no asistió el viernes a Guadalajara a la toma de protesta de Pablo Lemus, cuando el lunes había estado en Xalapa en la inauguración de la morenista Rocío Nahle. Así que váyanse con precaución Vuestras Prudencias pues, si bien pueden sentirse orondos por el resultado de la elección, consideren que hay un voto particular que puede torcer a su antojo el veredicto de las urnas. Por tanto, junto con mis mejores deseos por el éxito de sus respectivas gestiones, no dejen de tomar nota de este disparatado aviso de

Fernando Martí

#FernandoMartí 

Con copia para

Tere Jiménez, gobernadora de Aguascalientes 

Maru Campos, gobernadora de Chihuahua

Manolo Jiménez, gobernador de Coahuila

Esteban Villegas, gobernador de Durango

Samuel García, gobernador de Nuevo León

Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro

Ricardo Gallegos, gobernador de San Luis Potosí