LEY SILLA

¿La Ley silla puede cambiar vidas?

Hoy, que nuestra iniciativa de la Ley silla se convierta en ley, sigamos buscando cómo mejorar las condiciones laborales de todos los mexicanos. | Rodrigo Cordera

Escrito en OPINIÓN el

Es miserable, inhumano, despiadado y cruel que se prohíba a personas trabajadoras tomar asiento durante su jornada laboral. Esto no debería estar a discusión. No hay cuerpo humano que resista sin padecimientos físicos a mediano y largo plazo. Estas prohibiciones carecen de lógica. No habla de una sociedad de avanzada que las condiciones laborales nos terminen por enfermar y por acabar la vida. O el trabajo nos dignifica, nos saca adelante, nos genera un sustento para vivir una vida digna, si no es así tendremos que cambiar el significado de la palabra trabajo y la palabra dignidad. 

Es increíble y vergonzoso que en 2024 tengamos estas condiciones laborales. Permanecer ocho horas de pie es explotación. Solo imaginen 30 años de trabajo, seis días a la semana, pocas vacaciones, y ocho horas obligados a permanecer de pie. Esto se tiene que acabar ya. 

Les voy a contar cómo surge esta iniciativa que parece de sentido común pero que resulta de gran importancia. Como cada semana voy al super con mi esposa. Yo ya tenía una idea de esta prohibición absurda de no sentarse, debido a que soy un chismoso social. Le pregunté al joven que despacha en el área de quesos y jamones si podía tomar asiento durante su jornada laboral. Su respuesta fue un NO seguido de carcajadas. Hay veces que al dolor y al cansancio hay que darle la vuelta con comedia y cinismo. Me dijo: “yo solo corto el queso y el jamón, pero los de arriba se reparten el queso y solo dejan migajas para los demás”. Me despedí de él contándole sobre mi iniciativa de ley silla, y me deseo que prosperara. 

Seguimos con nuestro camino y al llegar a la caja hice el mismo ejercicio y le pregunté a la cajera. Su respuesta fue igual, pero me contó además que hace una hora y media de camino, y una hora y media de regreso a su casa, por lo que está 11 horas de pie todos los días. Terminamos de pagar y mi esposa me dijo que me esperara ya que se le había olvidado algo.

Tomé asiento en un banquito, cosa que los trabajadores no pueden hacer y enfrente de mi estaba la señora que ayuda a empacar los productos. Traía una falda que le llegaba hasta las rodillas, teniendo descubiertas sus pantorrillas. Me impresionó lo que vi en su cuerpo. En vez de pantorrillas parecía un mapa de los ríos del mundo. Sus venas parecían explotar y gritaban cansancio de su cuerpo. Sus venas, color negro, morado y verde, denotaban años de explotación, pero también el esfuerzo y coraje de una señora mayor que no se iba a rendir ante un sistema económico de mierda. Sus venas eran de dolor, pero su postura era de coraje y valentía. Por ella, por ellos, por todos los trabajadores obligados a permanecer de pie es esta iniciativa

Les cuento otra anécdota que nutrió a esta iniciativa. Fui a un centro comercial en donde prácticamente todos los trabajadores tienen prohibido tomar asiento. Desde trabajadoras de mostradores de perfume, guardias de seguridad, trabajadoras de tiendas de ropa y hostes de restaurantes. Le pregunté a una joven de una tienda de ropa que se encontraba totalmente vacía si se podía sentar en ese momento que no había clientes que atender. Me dijo que NO obviamente. Pero me contó algo que me conmovió de sobremanera. Las compañeras y compañeros fingen padecimientos estomacales para poder ir al baño y tomar asiento durante 10 o 15 minutos. 

Creo que con estos ejemplos entienden de lo que estoy hablando y de cómo algo tan sencillo como una silla nos puede cambiar la vida. Algo tan básico pero tan importante. 

Desde personal de seguridad, el sector hotelero, el sector restaurantero, tiendas de autoservicio, trabajo en las cajas. Esta iniciativa es para todas estas personas. Insisto, nunca mejor dicho hay que ponernos en los zapatos de los que están de pie ocho horas diarias. Hay que trabajar la empatía como ejercicio político y ciudadano cotidiano si queremos cambiar a este mundo. 

El sentido común parece haberse extraviado y fue suplantado por una lógica de explotación del mundo y de todos sus habitantes. Cuando los factores económicos prevalecen sobre los factores humanos perdemos todos. No compartimos esa visión, y aunque vayamos poco a poco, ganando días de vacaciones, menos horas laborales e incluso el derecho a sentarnos en nuestro trabajo, nuestra meta final es la conquista de todos los derechos para todas las personas. 

En Argentina y en Chile, los movimientos laboristas de principios del siglo pasado, lucharon por este derecho y lograron su ley silla. Y en nuestro país, aunque la antigua redacción de la LFT intentó regular este problema, ésta no se cumple. Dejaremos sin ambigüedad el 132 y 133 de la ley federal del trabajo para garantizar descanso en la jornada laboral. 

Algunos alegan que por estética las compañeras en mostradores, las hostes, los vendedores en tiendas departamentales deben de estar parados. Que atrae más a la clientela. Pero es inaceptable poner en primer plano la estética y las ganancias antes que la salud. 

Es inaceptable que por estética o por cualquier argumento nuestras compañeras y compañeros trabajadoras sufran de reumas y dolores en la espalda. Es inaceptable que exista la prohibición de tomar asiento como si fuéramos menores de edad. Es inaceptable que por estas condiciones existan trabajadores con problemas de circulación, es inaceptable que un sector del empresariado considere a estos seres humanos como números para cubrir sus cuotas y llenar sus bóvedas con el dolor de la clase trabajadora. 

El poder legislativo debe aprobar sin chistar nuestra propuesta de reforma e instar cotidianamente a la Secretaría del Trabajo y al sector empresarial a erradicar esta explotación silenciosa que termina por acabar la vida de millones. 

Tengo la esperanza de que sindicatos, empresarios y el poder legislativo, puedan encontrar y recobrar en esta iniciativa, el sentido común que tanta falta le hace a nuestra república. Tengo la esperanza de que los trabajadores mexicanos se levanten de un sueño profundo que los acostumbró al dolor y a la explotación, y se indignen en colectivo para cambiar la realidad material de millones. Tengo la esperanza de que podamos encontrar un piso en común en donde los trabajadores, los empresarios y la buena política construyamos los cimientos de una nueva nación en donde nadie pase por encima del otro. En donde nadie es humillado ni pisoteado por su clase social, color de piel, género o identidad. Tengo la esperanza de que la empatía pueda ser la brújula de nuestra república y sublimemos tantos dolores en cantos de esperanza y alegría colectiva. Tengo la esperanza y esa nadie nos la va a quitar. 

Hoy, que sea un día de victoria para la clase trabajadora y la república. Hoy que sea un día de júbilo para millones de trabajadoras agotados por las condiciones de sus empleos. Hoy, que nuestra iniciativa se convierta en ley, sigamos buscando cómo mejorar las condiciones laborales de todos los mexicanos para que dejemos una historia de explotación y discriminación, y caminemos hacia una república que cuida a su gente de la cuna hasta la tumba. 

Rodrigo Cordera

@Rocordera