Una joven de menos de 25 años consigue un empleo eventual en una tienda departamental en el área de juguetes para satisfacer la demanda de ventas decembrinas. De facto, su último día de trabajo será la Nochebuena, y regresará al desempleo y la carencia ante la imposibilidad de poder desenvolverse en las expresiones artísticas de su gusto y para las cuales se ha preparado académicamente, pero carece de una experiencia profesional.
A la par, debe cumplir con la demanda social de tener un novio, vivir a su expensa, no en el sentido económico, sino de resolución de vida y de oportunidades, así como de presión para cumplir o no con sus planes. Él desea irse a viajar por Europa algún tiempo y ella quisiera ejercer su profesión para abrirse espacios y desenvolverse. La opción que le queda es trabajar por algunos meses e irse a viajar con su pareja, a quien no está segura de querer de manera apasionada.
La urgencia de que una muñeca llegue antes de Navidad es el motivo por el que Carol llega a la vida de Therese, quien desde la cruzada de una primera mirada comienza a sentir el resquebrajamiento de su axis mundi, de lo sentido y conocido hasta el momento, de esa fuerza incitante a realizar alguna acción insospechada e inaudita en su trayectoria de vida pero que representa la llave a la experimentación y la vivencia de situaciones totalmente novedosas y ajenas a la normatividad.
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“Carol” de Patricia Highsmith, o “El Precio de la Sal”, como se llamó originalmente, es un clásico de la literatura lésbica, probablemente, la primera, o una de las primeras publicadas, en la década de los 50, cuando el tema de las relaciones entre personas del mismo sexo, era totalmente vedado, o peor aún, criminalizado debido a la existencia de leyes en contra de este tipo de relaciones.
Si bien no está ubicada en la Navidad, ubicada en El Caribe, entre Cuba y República Dominicana, como una crítica a las nuevas generaciones de descendientes de los líderes de los movimientos revolucionarios, “Hecho en Saturno” de Rita Indiana, centrada en la vida de Arganis, retoma la anécdota de la compra de un regalo navideño de parte de su abuelo hacia su padre, no con el fin de celebrar la fecha, sino de poder ascender socialmente en un país donde las apariencias y las formas de vestir pueden ayudar a conseguirlo.
Una anécdota central en esta novela, cuestionadora de las realidades actuales en las naciones caribeñas, de los resultados de los procesos revolucionarios y su institucionalización, así como su momento de crisis, o a lo mejor, su impasse en un entorno de resquebrajamiento ante la caída de las ideologías o la desviación de las mismas, y también, ante los abusos de naciones que defienden o sostienen una cierta perspectiva económica.
Aún no enclavada en la ruta de la construcción de una literatura decolonial, pero si desde una perspectiva crítica, el escritor portugués, Antonio Lobo Antunes, arranca su novela “Esplendor de Portugal”, en una Nochebuena, para contar la reunión de una familia de portugueses radicados en Angola, quienes han retornado a Lisboa, pero a lo largo de la narración, se confrontan con la otredad, el ser otros.
Son un grupo de tres hermanos, Carlos, Clarisse y Rui, quienes se han dejado de ver por una década y un lustro, y esa Nochebuena, vuelven a estar juntos, irradiando, sin remedio, el pasado, ese tiempo ya recorrido en el que vivían en Angola, y que, a raíz, de los conflictos sociales, motivados por el proceso de colonización portuguesa, fueron enviados a la capital lisboeta.
Un espacio donde les cuestionaron su origen, donde se dieron cuenta que su cultura y su historia era otra, donde perciben que lo dicho por su padre y su madre, ricos hacendados, integrantes de las clases altas de la sociedad angoleña, en realidad era un espejismo, pues, para la cultura a la que les dijeron que pertenecían, siempre serán los otros, los exóticos, los incivilizados, los no desarrollados, los atrasados, entre muchos otros motes.
Pero, esa cena en la víspera de Navidad, no sólo sirve para dar cuenta de eso como colectividad, sino también, para conocer sus percepciones individuales a través de monólogos interiores, sus vivencias, sus fragilidades y sus fortalezas, el impacto personal de las desigualdades, del proceso de inserción en una sociedad que nunca fue la suya, pero que siempre creyeron, o les inculcaron, que sí.
Más histórica, y recomendada anteriormente en este espacio, es Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altamirano, una oportunidad para leer un clásico de la literatura mexicana y sumergirse en el México del siglo XIX, envuelto en un sinfín de problemáticas sociales, y reflexionar sobre la posibilidad de esquivar las diferencias, en múltiples sentidos, en aras de la concordia y de la construcción de un acuerdo común en beneficio de más personas.
Que ese espíritu de la reconciliación y la concordia sean el eje de estas fiestas de fin de año y de los meses subsecuentes. Que la literatura sea un vehículo para la reflexión y el diálogo en una sociedad tan polarizada, y que el disenso, por más profundo que sea, encuentre en la expresión de la palabra una vía para su resolución y su formación como abono para una mejor opción de convivencia, pacífica y plural.