Un gran número de las personas dedicadas a la escritura apuestan por la publicación de sus proyectos creativos y dedican gran parte de sus esfuerzos a que estos sean conocidos. Para lograrlo, suelen escribir textos más cortos en otros espacios a fin de poder obtener una remuneración, pero también, afilar su pluma y estilo, y expresar sus ideas con respecto a la realidad que les circunda.
Este fue el caso de Rosario Castellanos, conocida en muchos lugares del mundo por sus novelas sobre la realidad de las personas indígenas en Chiapas y diversas problemáticas sociales, que bien se podría extrapolar a otros lugares de México, los conflictos sociales, el racismo, la xenofobia, el pensamiento indígena, y muchos otros elementos que no escaparon a su ojo escudriñador y a su afilada pluma.
Pero, esta no fue su única aportación a las letras mexicanas e hispanas, pues también fue una prolífica ensayista, habilidad de donde derivó su libro “Mujer que sabe latín”, dramaturga, plasmado en “El eterno femenino”, y cuentista, en este último rubro, irruptora con ejercicios como “El álbum de familia”, y, de forma desconocida, articulista, columnista y reseñista en diferentes publicaciones periódicas universitarias y de circulación nacional.
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Estos últimos escritos no habían sido recopilados y antologados hasta que Andrea H. Reyes comenzó a conjuntarlos a principio de este siglo como parte de un proceso de investigación para su tesis doctoral, pero que rebasó dicho ejercicio académico y dio como resultado “Mujer de palabras”, una antología de más de 500 colaboraciones periodísticas a lo largo de más de dos décadas.
Por medio de esta recopilación se puede realizar un viaje por el pensamiento de la autora de “Balun Canaan” y “Oficio de tinieblas”, desde su primera publicación, donde refiere a un viaje por los libros que más le habían impactado durante su juventud hasta el análisis de realidades como las formas en las que el feminismo estaba siendo adoptado en México, el papel de la mujer dentro de la sociedad mexicana, el desenvolvimiento de la universidad, las políticas indigenistas, el ámbito cultural mexicano, el papel de los nacientes medios de comunicación masiva, las publicaciones literarias más relevantes de su época de diversas partes del mundo, la discriminación, la historia nacional, el arte, entre otras curiosidades intelectuales.
Hábil con las palabras, parte de estos artículos están situados entre los meses de agosto de 1968 y enero de 1969, elude la censura de la época para cuestionar el rol del Estado frente a las protestas universitarias, y posteriormente, condena los sucesos del 2 de octubre de la plaza de las Tres Culturas. En específico, su carta a los Reyes Magos de enero de 1969, en la que, fiel a la tradición mexicana, les pide una serie de obsequios, entre ellos, un diccionario “en que se explicara el significado de vocablos que todo el mundo usa y nadie aclara. Como por ejemplo: enemigos de la patria, subvertidores del orden (de la extrema izquierda y de la extrema derecha) y otros semejantes”.
Posterior a estos sucesos, sus atenciones estarían enfocadas en el rol de la mujer en la década de los 60 y los 70, las experiencias de maternidad, las realidades de México y de varios países de América Latina, poesía y literatura, sus vivencias en Israel desde diferentes ópticas y diversas problemáticas, una radiografía de Chiapas y sus problemas, la idiosincrasia mexicana, la irrupción de la televisión como medio de comunicación masiva, el fútbol y la mujer, la exclusión de las mujeres en ciertos círculos sociales como la academia y la universidad, el caso de Angela Davis, sus propias aportaciones poéticas, entre varios otros temas.
Publicada por el Fondo de Cultura Económica (2024), “Mujer de palabras”, está compuesta por dos tomos, el, primero, dedicado a sus primeras publicaciones en medios impresos de circulación regular hasta 1969, pocos meses después de los sucesos de octubre de Tlatelolco, y el segundo, a la producción de la década de los 70, prácticamente hasta días previos al lamentable accidente en el que perdería la vida mientras desempeñaba su función diplomática de representante del gobierno mexicano en Israel.