Muy pocas personas han logrado destacar en el ámbito político mexicano a lo largo de varias décadas, la mayoría se retiran de la política activa por coyunturas desfavorables; algunos se rehacen, otros continúan en algún partido siguiendo esa fuerza política.
Dante Delgado es un caso aparte. Ha sido un personaje indispensable para entender el México del fin de la hegemonía priista, la alternancia en la presidencia de la República y ahora el nuevo balance de fuerzas.
Concibió en su mente un movimiento de ideas, de causas, de valores, plural y acorde con los tiempos de la actualidad. Él, personaje clave de la política mexicana y referente innegable, vio en las formas contemporáneas las raíces del futuro.
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Y sin embargo, no sucumbió a la seducción del poder. De forma generosa brindó su apoyo para construir proyectos, para lanzar apuestas que han cristalizado en gobiernos, y sigue auspiciando el surgimiento de nuevas figuras y nuevos talentos.
Con altura de miras, con serenidad y la fortaleza de un roble, Dante ha hecho escuela.
Pues bien, este gran luchador de la política en nuestro país, entendedor como pocos de las realidades y el futuro, de los futuros posibles dependiendo de las circunstancias, ha pasado la estafeta naranja.
Lo ha hecho, creo, con la satisfacción de contar con una base naranja sólida en cuanto a ideología, rutas y metas. No podía ser de otra forma desde la perspectiva de quien ha leído con claridad lo que le depara al quehacer político en México.
Y es de reconocer que una persona de su experiencia, conozca, comprenda y haya dado ruta a las pluralidades e inquietudes sobre todo las juventudes, en la política.
Se trata de un observador de los fenómenos sociales, de un analista de décadas de movimientos políticos, ideológicos, en nuestro país y el mundo. Y un soñador.
Desde su experiencia y visión, ha concebido mejores realidades en la política, donde las personas bienintencionadas puedan construir proyectos de bien, sobre todo las juventudes.
Por eso para observar a Dante Delgado es necesario pensar en un futuro mejor para las nuestras sociedades, uno donde la palabra sí vale, y los valores se respetan. Un futuro donde crecer no significa pasar sobre alguien, sino construir juntos.
Un futuro que facilita continuidad, empezando por la del movimiento que fundó y que ahora encabezará Maynez. Tarea compleja pero de futuro promisorio.
Parece utópico, pero eso es lo que he escuchado, visto y aprendido en la convivencia que generosamente me ha brindado su amistad, que perdura, como debe ser. Aquí seguimos, comandante, construyendo como has enseñado.