Al momento de escribir esta columna, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación se lleva a cabo la discusión sobre si se profundizará en el debate de la llamada Reforma Judicial, aprobada apenas en septiembre. Durante esta discusión, el ministro Pérez Dayán ha advertido que no votará a favor de la propuesta del ministro Alcántara, mientras que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, exige por todos los medios que la Corte reflexione, argumentando que su análisis podría extralimitarse del clamor popular expresado en el voto del pueblo.
Cualquiera que sea el resultado, ya sea un sobreseimiento o una discusión a fondo, sus consecuencias serán evidentes y de efecto inmediato para todos. En caso de que la Corte decida sobreseer el caso, enfrentaremos la discusión sobre el exorbitante costo de realizar una elección, que algunos estiman en quince mil millones de pesos. La encargada del Ejecutivo ha solicitado al INE ajustar los costos en línea con el interés del partido en el poder de reducir los gastos de los organismos del Estado.
Sin embargo, estos costos palidecen en comparación con las implicaciones de fondo. Quizá tanto ruido no nos ha permitido ver con claridad que estamos transitando hacia un aparato de justicia moldeado a conveniencia. ¿Qué podría haber de malo en ello? Simplemente que, si las decisiones judiciales no concuerdan con los intereses del gobierno, podrían alterarse para siempre favorecerlo.
Te podría interesar
¿En qué nos afectaría? Imaginemos un caso donde un narcotraficante, uno de los más peligrosos del mundo, es detenido con un enorme esfuerzo del Estado, pero luego es liberado por fallas procesales o mediante amparos. Con este nuevo Poder Judicial, podría mantenerse en prisión aun si hubiera ganado todas las instancias legales y tuviera derecho a la libertad. ¿Nada mal, verdad?
Ahora, pensemos en una persona que solía pagar un recibo de luz de 200 pesos y de repente recibe uno de doscientos mil. Al presentar una queja y buscar protección del Estado, podría encontrarse con una “rectificación” desde el poder, que dictamine que debe pagar la suma completa.
Así, con esta reforma, veremos de todo tipo de casos. No obstante, ¡esto ya ocurría antes de la reforma! Muchas resoluciones del Poder Judicial eran una abierta resistencia frente al Ejecutivo; recordemos los más de 500 amparos en contra del Tren Maya. Algunos casos eran justificados, otros no tanto, vivimos en un país que se supone tiene una separación de poderes, y eso es positivo para todos, lo que no podemos permitir que discursos, como el del senador Fernández Noroña, insinúen que no existe otro poder que el que escoge el soberano; es, como mínimo, ignorante y un engaño.
Hoy, la reforma parece inevitable. Si la Corte cambia de parecer y logra los ocho votos para invalidarla, entonces el escenario cambiaría drásticamente. En tal caso, sería evidente que el Ejecutivo y el Legislativo desacatarían la resolución, lo cual podría llevarnos a lo que muchos denominan una "crisis constitucional". En mi opinión, simplemente sería que el Ejecutivo no está dispuesto a acatar la resolución de la Corte, amparándose en la creencia de que el voto lo justifica todo. Nada más falso. Pero, también es cierto que en la política, el poder se busca por todos los medios posibles, como diría Maquiavelo, a cualquier costo. ¿Incluso a costa de todo?
Veamos qué sucede.
La otra cara de la moneda: Este “supermartes” también se define quién llevará las riendas de nuestro vecino, Estados Unidos. Los sondeos y encuestas muestran datos variados sobre si el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris se convertirán en presidente de Estados Unidos. Resulta interesante, ya que en caso de que Trump sea elegido, todos sus ataques apuntan a México, amenazando con imponer grandes impuestos si no se frena la inmigración ilegal, designar a los cárteles como organizaciones terroristas y revisar el T-MEC como parte de su campaña.
Por su parte, Kamala Harris, quien votó en contra del T-MEC cuando era senadora, aunque quizás en un tono más moderado, también despierta preocupación. Así, hoy se definen muchas cosas, especialmente el futuro de nuestro país. ¿Parece poco?