Sin duda una de las principales deudas que dejó el gobierno del presidente López Obrador fue en el área de salud que sufrió un serio deterioro en los últimos años a partir de la desaparición del Seguro Popular, el desabasto de medicamentos, la drástica caída en la vacunación de niñas y niños, el fracaso del tristemente célebre INSABI entre otras equivocadas decisiones del pasado gobierno, además de los efectos de la pandemia del Covid-19 como la cancelación de consultas, estudios, tratamientos e incluso cirugías por al menos dos años con la consecuente afectación a la salud de miles de personas. De acuerdo con informes del CONEVAL –que lamentablemente está muy próximo a desaparecer, lo cual sería otro grave error– y a los resultados de encuestas del INEGI, las carencias por acceso a servicios de salud, así como el gasto de millones de familias que tuvieron que recurrir a la salud privada se dispararon considerablemente.
En este contexto, la designación del doctor David Kershenobich fue muy bien recibida dado el amplio reconocimiento a su trayectoria y experiencia, al igual que la presidenta Claudia Sheinbaum anunciara dentro de sus 100 compromisos la afiliación universal al servicio público de salud desde el nacimiento; la consolidación de un sistema único; los programas para los primeros 1000 días de vida, así como el de salud casa por casa para atender a alrededor de 13.6 millones de personas adultas mayores y con discapacidad; las farmacias del bienestar o la operación masiva de cataratas y rodilla, con lo que se abrigaba la esperanza de que en este nuevo gobierno se diera la debida importancia a la salud y gradualmente se fueran combatiendo los retrocesos y rezagos. También me parece una señal positiva el hecho de que, en esta administración, haya quedado atrás ese discurso en el que se pretendía comparar a nuestro sistema de salud con el de Dinamarca, lo cual resultaba muy poco serio y, en algunos, casos hasta ofensivo sobre todo para quienes han sufrido la pérdida de un ser querido por falta de atención oportuna.
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Sin embargo, estas que parecían buenas noticias se ponen en entredicho al conocer el proyecto de presupuesto de egresos para el siguiente año, al ser en buena medida donde se materializa la visión y prioridades gubernamentales y, como bien se dice, compromiso de política pública que no se vea reflejada en el presupuesto es pura demagogia, pues tan solo queda en una mera intención. Para 2025 se advierte una propuesta de reducción del 34% de los recursos destinados a la Secretaría de Salud pasando de 101 mil 114 millones a 66 mil 693 millones de pesos, es decir, alrededor de 34 mil millones de pesos menos que 2024 –que no se compensa con el aumento a IMSS-Bienestar– por lo que, de ser aprobado en esos términos por la Cámara de Diputados, la dependencia encabezada por el secretario Kershenobich contará con un margen muy estrecho para recuperar los niveles de vacunación; garantizar el abasto de medicamentos; reducir los tiempos de espera para consultas, estudios y tratamientos de pacientes que no cuentan con seguridad social; darle adecuado mantenimiento tanto a los centros de salud, hospitales e institutos como a los equipos, e incluso para supervisar la operación de clínicas privadas irregulares o incluso clandestinas y el ejercicio de médicos poco calificados o de plano charlatanes como lo reveló el sonado caso de Marilyn Cote, entre tantos otros pendientes.
De hecho, lo que se hubiera esperado es que se le dieran mayores recursos o, en el peor de los casos, que se mantuvieran igual. No se trata tan solo de números. Por ejemplo, habría que preguntarnos ¿cuántas cirugías se dejarán de realizar con este recorte de 34 mil millones de pesos? ¿Cuántos tratamientos oncológicos tendrán que seguir esperando? ¿Cuántos hospitales seguirán sin contar con los elementos mínimos para estar en condiciones de dar un buen servicio y cuidar de la salud de la población? ¿Cuántas familias tendrán que destinar una parte importante de sus escasos ingresos para acudir a un consultorio, laboratorio y/o a una farmacia privada ante la limitada capacidad de la Secretaría? Esperemos que las y los diputados sean conscientes de la afectación que esta decisión puede traer para muchísima gente, particularmente para la más vulnerable y rectifiquen, estamos a tiempo.