Después de las elecciones en los Estados Unidos, el Kremlin celebró las declaraciones del ahora presidente electo Donald Trump a favor del diálogo para solucionar el conflicto en Ucrania. Su portavoz, Dimitri Peskov, señaló esto como "señales positivas" que podrían conducir a un acuerdo de paz. Incluso, el Gobierno ruso había anunciado su interés en sentarse a negociar.
Sin embargo, la situación es distinta ahora. El presidente Zelensky de Ucrania anunció hace unos días que sus aliados en Washington le habían dado permiso para usar armas de largo alcance contra Rusia. Los ATACMS (Army Tactical Missile System) son un tipo de misil balístico con un alcance de más de 300 km (unas 190 millas) y la capacidad de transportar diferentes tipos de ojivas, como municiones de racimo o cabezas explosivas unitarias.
Esta acción por parte de Washington responde al ingreso de militares norcoreanos al conflicto. La amenaza que representan estos misiles pone en riesgo instalaciones estratégicas rusas, como líneas de suministro, infraestructuras militares y, por supuesto, la población civil rusa, que podría convertirse en un objetivo vulnerable.
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Como señala el académico del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Universidad de las Américas, Dr. Gerardo Rodríguez Sánchez Lara, esta podría ser la escalada más importante en los últimos 62 años, desde la crisis de los misiles en Cuba. Esto se debe a que, en el marco del G20, Rusia anunció públicamente cambios significativos en su doctrina militar.
El documento indica, entre otras cosas, que un ataque ucraniano al territorio ruso representaría el inicio de una nueva fase del conflicto. Este sería considerado un ataque conjunto que involucraría a aliados como Estados Unidos y la OTAN. Las represalias serían inevitables, y la estrategia de disuasión defensiva de Rusia incluiría la posibilidad de una respuesta nuclear a ataques convencionales, es decir, aquellos que utilizan armas tradicionales como misiles, artillería, aviones o tropas terrestres, y que excluyen armas nucleares, químicas o biológicas. Este tipo de ataques se enfoca en objetivos militares o estratégicos y está regido por las normas del derecho internacional humanitario.
Pese a estas advertencias, Zelensky y sus aliados llevaron a cabo ataques con este tipo de misiles. Diversos medios han reportado que las tropas ucranianas atacaron con ATACMS la provincia rusa de Briansk. Según el Ministerio de Defensa ruso, seis misiles balísticos fueron disparados: cinco fueron derribados y uno fue parcialmente dañado.
Entre las condiciones que podrían llevar a Rusia a usar armas nucleares, se incluyen:
- Información confiable sobre el lanzamiento de misiles balísticos contra el territorio de Rusia o sus aliados.
- Uso de armas nucleares u otras de destrucción masiva contra Rusia, sus aliados o instalaciones militares rusas fuera de su territorio.
- Ataques enemigos contra instalaciones estatales o militares críticas cuya inutilización perturbe la capacidad de respuesta de las fuerzas nucleares rusas.
- Agresión contra Rusia y/o Bielorrusia con armas convencionales que representen una amenaza crítica a su soberanía o integridad territorial.
- Información confiable sobre un ataque masivo aeroespacial que cruce la frontera estatal de Rusia.
Escenarios inmediatos
Ucrania parece no estar intimidada por las advertencias de escalada nuclear de Rusia. Por su parte, Donald Trump continuará instando a Putin y Zelensky a encontrar una salida al conflicto, presentándose como mediador. Mientras tanto, Washington, bajo el liderazgo demócrata, parece estar buscando alargar el conflicto para dificultar una solución inmediata como la que promueve Trump.
Esta herencia podría ser la peor noticia para el gobierno entrante, donde incluso ha advertido podría convertirse en los albores de la Tercera Guerra Mundial según sus cálculos, esto al hecho de que Putin no está bluffeando; esta escalada es preocupante y decisiva para el futuro de la región y del mundo.
La otra cara de la moneda: En México, La Chapiza parece haber consolidado su alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), tanto en Chiapas como en Michoacán. Este acuerdo parece estar extendiéndose a todo el país, ante los débiles liderazgos de los hijos del Chapo Guzmán, quienes buscan mantener su posición frente al avance de "La Mayiza". Se podría prever que la fragmentación del clan Guzmán y su alineación con el CJNG les otorgue personal, territorios y recursos, lo que podría convertir ya al CJNG en el cártel más poderoso de México.