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¿Un gobierno sensible?

Un gobierno sensible es aquel que responde, no sólo con palabras, a las necesidades y demandas de la población en situación de vulnerabilidad o crisis. | José Antonio Sosa Plata

Escrito en OPINIÓN el

La sensibilidad política debería ser una de las características principales de los gobiernos democráticos. Un gobierno sensible no se limita a expresar mensajes verbales claros de apoyo y solidaridad con las víctimas y grupos más vulnerables de la población en situaciones difíciles. Tiene que ver con el respeto absoluto a los derechos humanos de todas y todos, sin distinciones.

A partir de este enfoque, la sensibilidad gubernamental se comunica mejor cuando se responde con acciones concretas a las necesidades y demandas más sentidas de la población. Esto implica, por lo tanto, que los gobiernos se muestren receptivos con las personas que han visto afectada su integridad física, patrimonial o emocional frente a cualquier circunstancia en el espacio público.

La receptividad de las autoridades debe estar acompañada de transparencia, empatía y adaptabilidad con cada grupo afectado. También habrá de ajustarse a los principios fundamentales de la justicia social como son la igualdad de oportunidades, la equidad, y el respeto absoluto de los derechos a la salud, vivienda, educación y seguridad.

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Durante la presentación de la Estrategia Nacional de Seguridad, el secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, delineó un plan basado en cuatro ejes: atención a las causas de la inseguridad; fortalecimiento de la Guardia Nacional; fortalecimiento de las áreas de inteligencia e investigación; y coordinación absoluta en el Gabinete de Seguridad y con las entidades federativas.

Si bien el funcionario no abordó con detalle los temas de cercanía, sensibilidad y apoyo del gobierno federal a víctimas directas e indirectas de la inseguridad, lo deseable es que se incluyan dentro de un plan de comunicación complementario. La razón es obvia. El impacto emocional que se ha generado en la población no tiene precedente. La sensación de tranquilidad dentro y fuera de casa también está relacionada con la sensibilidad de las autoridades.

Aún más. Un gobierno políticamente sensible tiene que mostrar un reconocimiento a las víctimas como sujetos de derechos que merecen respeto y apoyo. En consecuencia, es preciso que comunique, en lo personal y públicamente: empatía, solidaridad y compromiso social.

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En un sistema democrático, los gobiernos no sólo se muestran sensibles ante las consecuencias de los sucesos y acontecimientos. La sensibilidad está relacionada además con la prevención y, por lo tanto, con las necesidades y demandas de la gente.

Un gobierno eficiente y eficaz crea y fortalece los mecanismos de prevención necesarios y suficientes para la población. Además, brinda la asistencia psicológica y social a las víctimas de los delitos, así como las acciones necesarias para reparar los daños sufridos.

Desde esta perspectiva, la sensibilidad también se demuestra actuando sobre las causas estructurales de la inseguridad, como son la desigualdad, la corrupción, la impunidad, la falta de oportunidades y la ineficacia del sistema de procuración de injusticia. De lo que se trata, a final de cuentas, es de fortalecer la esperanza y reducir el miedo de la población.

Consulta: Raquel Tarullo. "Esperanza y miedo: una aproximación teórica a las emociones en la comunicación política", en Dixit número 25, julio-diciembre 2016, pp. 28-37.

El incremento y fortalecimiento de los programas sociales son una de las mejores expresiones de la sensibilidad política de las autoridades, de manera especial en los países con sociedades desiguales e inequitativas. El expresidente Andrés Manuel López Obrador sólo entendió muy bien la función económica de estos programas y la presidenta Claudia Sheinbaum, hasta ahora, está siguiendo su ejemplo.

Si bien los resultados que han generado los programas sociales han tenido un contundente éxito electoral, también ha quedado claro que no han sido suficientes para reducir las opiniones negativas en el combate a la delincuencia y el crimen organizado.

La oportunidad se abre una vez más con el inicio del nuevo sexenio y debe aprovecharse. La Dra. Claudia Sheinbaum tiene el perfil más apropiado para crear y potenciar otros mecanismos de política pública en los que la sensibilidad política ha sido escasa o, de plano, ha estado ausente durante los últimos sexenios.

Recomendación editorial: Ariadna Estevez López y Daniel Vázquez (coordinadores). Derechos humanos y transformación política en contextos de violencia. México: UNAM, Centro de Investigaciones sobre América del Norte, 2015.

 

José Antonio Sosa Plata

@sosaplata