Ante el nuevo contexto geopolítico y económico, nuestro país ha multiplicado los mensajes de apertura y confianza a la comunidad internacional, buscando aprovechar el acomodo político y empresarial que se esta dando en el mundo para fortalecer nuestra economía, atraer inversiones y mejorar el crecimiento de la riqueza nacional.
Sin embargo, para lograr el crecimiento inclusivo y sostenible que se desea, es indispensable que se garantice la seguridad jurídica de las inversiones, la apertura a fuentes de energía renovables y un clima institucional de estabilidad política, de apertura democrática y de respeto a los derechos humanos y las libertades económicas y sociales de los ciudadanos.
No hay claridad al interior del gobierno, los miembros del gabinete lucen descolocados e inmersos en profundas contradicciones entre quienes buscan promover a un país abierto, seguro y democrático; y quienes pretender aumentar el control del estado y la concentración del poder presidencial, debilitar la división de poderes, socavar la autonomía del poder judicial e incrementar la incertidumbre, con una agenda legislativa cargada de ocurrencias y dislates.
Te podría interesar
Así, mientras a unos metros de nuestra frontera norte, aterriza una nave espacial después de su exitoso vuelo interplanetario; las empresas globales revisas sus expectativas considerando el impacto de la inteligencia artificial; y los países emergentes de la economía internacional, agrupados en los BRICS+, se organizan para competir frente al bloque de los países desarrollados, agrupados en el G7, México juega a la tómbola para desmantelar al Poder Judicial y a la catafixia con los grupos de la delincuencia organizada.
Todo indica que más que falta de claridad o confusión por parte del gobierno federal, lo que esta en marcha es el ensayo de un nuevo modelo económico, que pueda sortear los cambios globales de modelos y regímenes políticos.
Durante los gobiernos de la transformación, México se ha mostrado cercano y solidario con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero ha cuidado que no se le coloque entre los países con economía cerrada; y se ha mostrado distante y en competencia con gobiernos socialdemócratas y democráticos con economía de libre mercado. A últimas fechas está en curso un intento por conformar un país socialista, con gobierno autoritario y economía abierta, como en China o Rusia.
La configuración de un modelo económico similar al modelo chino parece no preocupar por el momento a los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá, nuestros principales socios comerciales. Esta situación puede cambiar en el corto plazo, tan pronto como se conozca el resultado de las elecciones norteamericanas y durante la primera revisión al TMEC en 2026.
De cara a los grandes cambios que se avecinan, nuestro país debe definir con claridad su posición en el mundo. En tiempos de alta competitividad e innovación tecnológica las decisiones oportunas y en la dirección correcta harían la diferencia. La simulación no es el mejor camino, hoy las oportunidades se juegan en un mundo abierto en busca de certezas.