Que no se pierda la tradición de las calaveritas
De la Catrina a la Presidenta
La Catrina a Claudia no se la puede llevar,
por más que la huesuda quiera,
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pues aún queda mucho por arreglar
en nuestro México sin tregua.
Por un lado se desata la violencia,
se suma el déficit presupuestal
y para colmarnos la paciencia
se retuerce la reforma judicial.
Trump se levanta en el horizonte
y el narco por todas partes campea.
La Parca se descompone
pues al mirar a Claudia siente pena.
La Muerte a Claudia le dijo:
“No pierdas la memoria.
Quítate de encima a ex priistas,
chapulines y tanta escoria”.
“A la gente sin convicciones
muy poco les importa
que vivan las mexicanas
un infierno de vejaciones”.
“La transa y la corrupción
aún siguen retozando
y los arreglos con el Diablo,
no son cosa del pasado”.
“Regresa por mí en un sexenio,
cuando ya sea yo un esqueleto,”
firme dijo Claudia a la Catrina,
aceptándole con gusto el reto.
Platicando como alegres comadres,
la Calaca y Claudia van al cementerio,
porque la Doctora Sheinbaum
se tomó la chama muy en serio.
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La Huesuda y García Harfuch
Allá por el camino de Contreras,
la Muerte encontró a Omar,
y con tan sólo verlo
ya se lo quería llevar.
“Ven conmigo, guapetón,
le dijo la Flaca emocionada
ya no serás Guardián de la Ciudad,
sino el Zar de mi morada.
Sonrío Omar a la Parca
y le dijo con mucho gusto:
“ya le he pedido, señora,
que no me dé estos sustos.”
“Algún día serás mío”,
dijo la Huesuda muy dispuesta,
mientras lo miraba a los ojos
ella esperaba su respuesta:
“Yo no me rajo a la muerte,
sólo téngame paciencia,
que mi Jefa me encargó
arreglar esto de la Inteligencia”.
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Los restos de la Política Exterior
Paseaba la Parca por la Alameda,
cuando vio la oportunidad
de llevarse a de la Fuente
para toda la eternidad.
No me lleve todavía,
le pidió a la Muerte el Doctor,
sólo voy a acompañarla
hasta arreglar la política exterior.
Acaso no le han dicho, Canciller,
que su iniciativa llega tarde,
pues desde hace seis años
el SEM en el infierno arde.
Y de la política exterior,
que tanto orgullo les diera,
sólo quedan los restos
de una triste calavera.
Van la Parca y de la Fuente,
juntos rumbo al cementerio,
ella se ve reluciente
y él la sigue muy serio.