En los últimos días en México se ha estado hablando del Plan de Energía de la presidenta Claudia Sheinbaum y, cómo era de esperarse dado su perfil profesional, uno de los componentes centrales es la transición hacia fuentes renovables de energía, elemento que al menos en materia energética desmarca sustantivamente a su administración de la del ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si bien habrá que esperar el detalle de la nueva política de energía de México, el simple planteamiento desde Palacio Nacional hace vislumbrar que el país se pondrá en línea, aunque tardíamente, con el Acuerdo Climático de París como se comprometió desde 2015.
Los comentarios de la presidenta Sheinbaum sobre su plan energético crean la expectativa que incluirá una descripción seria de cómo México reducirá sus emisiones de carbono, se alejará de la producción y consumo de combustibles fósiles, y avanzará en la producción nacional de tecnologías de energía limpia.
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Esto último hace pensar en la propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum de producir un auto eléctrico en México que compita con los autos chinos por su asequibilidad, pero lo más destable es que sus componentes, diseño, ensamblaje, etc. serán puramente mexicanos. Esto a su vez trae consigo la idea de que la presidenta Sheinbaum pretende impulsar no sólo el componente del transporte de la transición energética, sino también aquellos sectores que giran en torno a él.
Por supuesto, aterrizar proyectos como estos requieren, además de tiempo para consolidarse, insumos de todo tipo. Aquí destaco principalmente los recursos minerales para sostener la capacidad de fabricación una vez que comience la producción. En pocas palabras, planear el desarrollo de tecnologías de energía limpia requiere el acceso a minerales críticos; de lo contrario, será necesario importarlos.
Lo anterior trae a colación al litio, mineral que se utiliza en las baterías eléctricas y que son la base de los autos eléctricos. El litio aún no se produce en México, pese a que fue nacionalizado durante la administración de AMLO cuando se encontró un yacimiento en Sonora, esto sin que aun comenzara la extracción requiere de un procesamiento, el cual precisa de subcomponentes en las diferentes etapas de producción. En este sentido, las empresas mexicanas podrían decidir que importar componentes es más rentable que construir una cadena de suministro nacional desde la extracción del litio, pasando por el procesamiento hasta la fabricación de componentes, sin mencionar que se requiere de capital humano con conocimientos y experiencia técnicos para refinar materias primas, fabricar subcomponentes e integrar todo para obtener productos finales, y demás cuestiones.
En este sentido, retomo mi entrega pasada sobre la geopolítica de los nuevos insumos para producir energía, éstos –los insumos– en muchos países ya están delineando los planes para producir tecnologías de energía limpia y una comprensión de su potencial dependencia externa. Países como México cuya economía depende de los combustibles fósiles están desarrollando planes para su transición energética que incluyen cuáles son sus necesidades externas de materiales críticos. Por ejemplo, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos planean producir hidrógeno verde y los materiales necesarios para la energía renovable, mientras que Irak planea fabricar paneles solares.
En lo que se refiere a la dependencia de las importaciones de minerales críticos para la transición a la energía limpia es preciso conocer los patrones comerciales que se están configurando para cada uno de estos insumos, pero para comenzar, hoy en día ningún país tiene más del 10% de la producción global de un solo mineral crítico, lo que significa que el comercio global no está monopolizado como ocurre con los hidrocarburos; eso sí China es el proveedor dominante a nivel mundial principalmente de aluminio, cobre y litio ya que cuenta con la tecnología para procesarlos; Turquía es otro exportador importante en particular de níquel, mientras que Italia lo es de cobalto, níquel y cromo.
Atenta a que durante la transición energética todos los países requerirán acceso a minerales críticos, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha estimado la cantidad de un mineral que se requiere para diferentes tecnologías de energía limpia, es decir, cuánto cobre se necesita para fabricar turbinas eólicas, por ejemplo. Este informe de la AIE sirve de insumo inicial para determinar el posible grado de dependencia de un país respecto a un material crítico conforme a sus planes para transitar hacia la producción de energía baja en carbono.
Lo anterior, no pretende ser una opinión pesimista de la política energética que se está detallando desde la Secretaría de Energía de México, por el contrario, se espera que los planes de la presidenta Sheinbaum en materia de energía incluyan políticas para desarrollar los sectores de minería y procesamiento, al menos del escaso litio que posee el país, así como fomentar la diversificación de cadenas de suministro para reducir los riesgos de disrupción, por lo pronto en la fabricación del auto eléctrico mexicano. Tales esfuerzos pueden resultar fructíferos; sin embargo, hasta que los mercados de minerales críticos maduren, no estarán exentos de riesgos.
Inclusive, en el caso del auto eléctrico mexicano, como consumidora potencial, buscaría dos características básicas, que no tenga una apariencia endeble y que su autonomía al menos alcance para hacer un viaje de ida y vuelta Ciudad de México-Cuernavaca. Esto debido a la sensación de certidumbre que cualquier interesado en adquirir un auto eléctrico necesita y por la aún escasa infraestructura de recarga.
Finalmente, una cosa que resalta hoy con la nueva administración mexicana es sin duda el giro en la política energética, con retos sí, pero con la voluntad política que no se había manifestado como ahora con Claudia Sheinbaum.