Genaro García Luna, el superpolicía que llegó a ser Secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón, es el funcionario mexicano de más alto nivel sentenciado en Estados Unidos por colusión con el narcotráfico. Lamentablemente, su condena, en un país extranjero nos recuerda que gracias a miles de servidores públicos como él, los cárteles de la droga se han multiplicado y expandido. Paradójicamente, el fortalecimiento del narcotráfico sucedió durante la llamada Guerra contra las drogas que, más bien, fue una gran simulación que terminó con la claudicación en el combate real a los criminales por parte del gobierno del expresidente López Obrador.
Las primeras actividades relevantes del narcotráfico datan de los años 60 del siglo pasado con un importante incremento en la década de 1980. Para el año 2000 la violencia asociada a este negocio era considerable pero no alcanzaba los niveles críticos a los que más tarde llegaríamos. En ese año, México registró 10,737 asesinatos, pasando en 2019 por 34,681 (la cifra más alta) y 31,062 en 2023.
Pero no solo las muertes se multiplicaron, también lo hicieron las organizaciones criminales. A principios de los 2000, el mapa del narcotráfico en México estaba dominado por unos pocos cárteles. El Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, el Cártel de Juárez y el Cártel de Tijuana, dominaban la escena nacional, pero la captura o muerte de los líderes de estos grupos, como "El Chapo" en 2016, trajo una fragmentación de las organizaciones criminales. La desintegración de los grandes cárteles dio lugar a la aparición de nuevos grupos, muchos de ellos más violentos y sin la estructura jerárquica de los anteriores. Uno de los grupos más destacados es el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que surgió a finales de la década de 2000 y rápidamente se consolidó como una de las organizaciones más poderosas y violentas del país, extendiendo su influencia a territorios clave como Jalisco, Michoacán y Guanajuato.
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En la actualidad, los principales cárteles en México son el Cártel de Sinaloa y el CJNG. El Cártel de Sinaloa mantiene el liderazgo global, con operaciones en más de 50 países, mientras que el CJNG ha ganado terreno rápidamente, desafiando a sus competidores por el control de territorios estratégicos en el centro y occidente del país. Además de estas dos organizaciones, otros grupos como Los Zetas, ahora fragmentados, y el Cártel del Noreste, mantienen el control en áreas del noreste, como Tamaulipas y Coahuila. Las actividades ilícitas de estos cárteles no se limitan al tráfico de drogas. Aunque el narcotráfico sigue siendo su principal fuente de ingresos, los grupos se han diversificado en otras áreas criminales como el secuestro, la extorsión y el robo de combustible, conocido como "huachicol".
Además, la letalidad de las drogas que actualmente se comercializan también es mayor. Mientras que en el año 2000 las principales drogas comercializadas eran la marihuana, la cocaína y la heroína, hoy en día el fentanilo y las metanfetaminas dominan el mercado. El fentanilo, una droga sintética entre 50 y 100 veces más potente que la heroína, ha causado una crisis de salud pública, especialmente en Estados Unidos, donde miles de personas mueren cada año por sobredosis.
El narcotráfico en México no ha podido alcanzar el nivel de expansión actual sin la complicidad de funcionarios públicos, la colusión entre políticos, policías y organizaciones criminales ha permitido que los cárteles amplíen su control territorial y comercial. Los ríos de sangre, los miles de desaparecidos, el miedo y el dolor de las familias y la destrucción de millones vidas por las adicciones son el trágico legado de quienes nos han gobernado. Esperamos que este nuevo gobierno empiece a cambiar esta historia.