Uno de los debates más comunes sobre el liderazgo femenino es si las mujeres gobiernan de manera distinta a los hombres. Varios estudios sugieren que sí existen diferencias significativas, pero no necesariamente en la capacidad, sino en el enfoque y las prioridades políticas.
Varios estudios del World Economic Forum indican que las mujeres tienden a adoptar un estilo de liderazgo más colaborativo y participativo. En lugar de decisiones unilaterales, suelen incluir a múltiples actores y perspectivas en la toma de decisiones, y tienden a buscar el consenso en temas complejos.Un claro ejemplo de esto es Jacinda Ardern, ex primera ministra de Nueva Zelanda, quien gestionó la crisis del covid-19 de manera rápida y empática, implementando estrictas medidas sanitarias y priorizando la salud pública sobre los intereses económicos a corto plazo.
Otra de las características más destacadas de las mujeres en el poder es su inclinación por políticas de bienestar social. Dentro de los 100 puntos de su plan de gobierno, Claudia Sheinbaum, además de continuar con los programas sociales del gobierno de López Obrador, incluyó el apoyo a mujeres de 60 a 64 años y la beca para estudiantes de educación básica de escuelas públicas, además implementará un programa de cuidados en los 1000 primeros días de vida, escuelas de tiempo extendido y atención médica a adultos mayores en sus casas. Otras mandatarias que han tenido como eje de su gobierno la justicia social han sido Angela Merkel en Alemania y Sanna Marin en Finlandia.
Te podría interesar
Por otro lado, los gobiernos encabezados por mujeres tienden a aprobar más leyes que favorecen la igualdad de género. Es significativo que además de crear la Secretaría de la Mujer, el primer paquete de reformas que la presidenta Claudia Sheinbaum envió al Congreso la semana pasada, sea precisamente en materia de igualdad sustantiva, combate a la violencia digital y vicaria, y cerrar la brecha salarial de género.
Además, uno de sus compromisos centrales es la creación del Sistema Nacional de Cuidados iniciando con centros de bienestar infantil que junto con las escuelas con horario extendido son clave para que las mujeres puedan incorporarse al mercado laboral, y con ello, no solo contribuir a la economía familiar y del país, sino, asegurar su independencia y reducir su vulnerabilidad frente a las violencias de género. Es cierto que el mero hecho de ser mujer no garantiza gobernar con enfoque de género pero, en general, las mujeres que llegan al poder lo hacen.
Una mayor presencia de mujeres en los parlamentos también tiene un impacto. De acuerdo con los reportes, países con mayor representación femenina en sus parlamentos suelen tener leyes más estrictas en temas de cambio climático y protección ambiental. En el caso de México, el Congreso está conformado igualitariamente por hombres y mujeres y dada la formación científica que en temas medioambientales tiene Claudia Sheinbaum. se espera que implemente exitosamente políticas a favor del medio ambiente como lo ha anunciado.
La agenda social que ha presentado la presidenta Sheinbaum, junto con los proyectos de infraestructura –como los trenes de pasajeros–, transitar a energías renovables, asegurar el acceso al agua, reconstruir el sistema de salud pública y combatir la inseguridad y la violencia, entre otros, requerirá de una gran cantidad de dinero que aún no está claro de dónde provendrá. Esperemos que la capacidad de planeación, ejecución y la disciplina que ha demostrado tener, ayuden a lograr los resultados que se esperan de este nuevo gobierno.
La llegada de la primera Presidenta de la República a México es, en sí mismo, un hecho por demás relevante, es la personificación de la idea de que las mujeres y las niñas, después de siglos de luchar por la igualdad, efectivamente podemos ser y hacer lo que queramos, incluso, dirigir un país. Veremos si en los hechos, que nos gobierne Claudia Sheinbaum se traduce en un gobierno diferente, pero sobre todo, mejor.