DEMOCRACIA

Democracia bajo asedio

La democracia, como forma de vida, exige de todas las personas una participación activa. | Luis Espíndola

Escrito en OPINIÓN el

La democracia debe contar con mecanismos que permitan garantizar, proteger, defender y reivindicar los principios, bases y fundamentos que le dan sustento y que forman parte de su razón de ser. De poco serviría contar con un sistema democrático que reconozca principios y derechos como la división de poderes, la supremacía constitucional, la laicidad, la separación Estado-Iglesia, la igualdad, la justicia, los derechos y las libertades, sin contar con controles o garantías que los hagan realidad, que limiten y pongan a raya cualquier exceso, arbitrariedad, abuso o concentración de poder o que vulneren o desconozcan impunemente los derechos de la población. Una democracia que no se procura a sí misma, ni cuenta con los mecanismos para lograrlo, no podría considerarse como tal.

Así, para la realización de estos propósitos, es necesario que la democracia cuente con elementos mínimos que la protejan de cualquier amenaza o riesgo que pudiera representar un peligro, claro, real o inminente, a partir del cual se busque menoscabarla o, inclusive, subvertirla. En cualquier caso, la democracia debe contar con los mecanismos que aseguren su integridad, prevalencia y subsistencia.

Pero ¿cuáles qué elementos representan riesgos a la democracia? La respuesta puede ser tan amplia como compleja. La democracia siempre está a prueba, sujeta a tensiones y, en algunos casos, bajo asedio. Algunos de estos riesgos reales pueden ser la vulneración grave de derechos humanos como los relacionados con genocidio o crímenes de lesa humanidad, terrorismo, condiciones graves de violencia a partir, por ejemplo, de condiciones de criminalidad alarmantes, invasión, insurgencia, corrupción o cooptación del crimen organizado de las instituciones gubernamentales, golpe de Estado, concentración del poder, fraudes o manipulación de las elecciones, solo por mencionar algunos de ellos.

Las situaciones descritas, además de ser, por si mismas, repulsivas de todo orden democrático, generalmente buscan propósitos distintos de los que provee un régimen democrático, por lo cual suelen ver en la democracia un sistema incómodo que debe, en ocasiones, sortearse y en otras avasallarse. Por esto, las amenazas de la democracia deben resolverse con los mecanismos que la propia democracia provee o debe proveer para hacerles frente, pronta y eficazmente.

Por lo general, estas conductas no se presentan de manera abierta o frontal, sino que, en ocasiones, se muestran como actividades propias, naturales u ordinarias del orden democrático ocultando sus verdaderos propósitos. Muchas de ellas pretenden pasar inadvertidas apelando a lo cotidiano. Estas problemáticas, generalmente, se enquistan en el sistema democrático, a veces, usando las instituciones, principios y reglas que la misma democracia provee, para ser usadas en contra del propio sistema democrático, pretendiendo con ello subvertirlo.

La democracia, como forma de vida, exige de todas las personas una participación activa y un cuidado de lo que es nuestro, de lo que hemos construido, en comunidad, como modelo de convivencia, sobre lo que entendemos, sobre lo que queremos y sobre lo que esperamos al vivir en sociedades complejas. Si, desde nuestras posibilidades, no defendemos a nuestra democracia, nadie lo hará por nosotras y nosotros.

Hasta nuestra próxima entrega.

 

Luis Espíndola

@luisespindolam