GOBIERNO DE MÉXICO

Mi octava presidencia

La transición actual de gobierno es la más difícil que he vivido. | Carlos Gastélum

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El día que nací, Miguel de la Madrid llevaba dos semanas en la Presidencia. Por curiosidades del destino, he vivido siete sexenios exactos con presidentes de distintos partidos: cuatro del PRI, dos del PAN y uno de Morena. Aquí algunos recuerdos.

De De la Madrid recuerdo poco. Solo algunas imágenes confusas de la infancia, como las idas al supermercado, donde mi familia preguntaba constantemente “¿cuánto va?”, preocupados por la inflación de los años ochenta.

Mi ingreso a la primaria coincidió con el sexenio de Carlos Salinas. Un compadre de mis papás lo exaltaba diciendo que “él era el bueno”, pero mis padres estaban tristes porque perdió Maquío y luego falleció. El agravio para los sinaloenses fue doble. Con el tiempo, el compadre cambió la exaltación por enojo tras la crisis económica.

El convulso 94 dejó su huella. El TLC prometía que ya no dependeríamos de los viajes a Tucson para conseguir videojuegos o chocolates. El EZLN trajo encapuchados a la televisión que no entendía bien. Y el asesinato de Colosio hizo que, incluso a los 12 años, supiera que alguien importante había muerto.

Con Zedillo, ya más consciente, lo entendí como un sexenio de resistencia. La crisis afectó a todos, y los ajustes económicos obligaron a replantear certezas. En mi familia, el desempleo golpeó duro.

Cuando ganó Fox, yo estaba por entrar a la universidad. En Culiacán, la gente salió a celebrar la derrota del PRI. Vi gente llorar de emoción, no tanto por las promesas, sino por la esperanza de terminar con el partido único.

Seis años después, la elección de Calderón terminó con un polémico 0.56% de diferencia. Fue curioso verlo pasar de ser el desobediente del PAN a protagonista de una contienda muy cuestionada. La toma de Reforma y el Gobierno Legítimo marcaron un tiempo de división que aún no termina de sanar.

Cuando llegó Peña Nieto, veníamos de una espiral de violencia, la crisis de 2008 y la H1N1. Los sexenios del PAN fueron criticados por no cumplir con el cambio prometido. Al inicio, las reformas estructurales de Peña emocionaron, pero luego vinieron Ayotzinapa, los escándalos y las sospechas de corrupción.

Fui al cierre de campaña de AMLO en 2018, cuando ya no había margen para pensar que otro ganaría. La transición fue tranquila, salvo por momentos de incertidumbre con el aeropuerto de Texcoco y la relación con el sector privado. La victoria de AMLO marcaba el fin de un ciclo y la apuesta por algo distinto.

Seis años después, un solo partido logró ganar en casi todo el país. Sheinbaum obtuvo más votos y presencia que AMLO: gubernaturas, ciudades, congresos. Aunque la transición parece tan eufórica como la anterior, es la más difícil que he vivido.

Hoy, los niños en Culiacán no pueden ir a la escuela por la violencia. Negocios cierran porque la gente tiene miedo de salir. Andar de noche es suicida, y se han roto los códigos que solían proteger a la población. México está cambiando. Una mujer puede ser presidenta, pero hay sensaciones encontradas: algo está roto en la gobernabilidad y el tejido social. Así comienza mi octava presidencia.

 

Carlos Gastélum

@c_gastelum