PRESIDENTA CLAUDIA SHEINBAUM

La presidenta Sheinbaum y sus desafíos

En las próximas semanas habremos de ir conociendo cómo habrá de afrontar el gobierno de Claudia Sheinbaum los rezagos en salud, educación, la inseguridad y violencia. | Agustín Castilla

Escrito en OPINIÓN el

Sin duda este martes se vivió un hecho de enorme trascendencia en nuestro país. Casi siete décadas después de que por primera vez las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto en México, se rompió el techo de cristal y Claudia Sheinbaum Pardo asumió la presidencia en una ceremonia en la que, por cierto, los otros dos poderes (legislativo y judicial) también fueron encabezados por mujeres con la diputada Ifigenia Martínez y la ministra Norma Piña, lo cual le confirió un simbolismo aun mayor. En la presidenta Sheinbaum se ven reflejadas las luchas, anhelos, aspiraciones y la esperanza de millones de mexicanas quienes siguen padeciendo la desigualdad, discriminación y violencia de una cultura machista que, a pesar de todo, lamentablemente todavía permanece en muchos ámbitos.

Claudia Sheinbaum llega a la presidencia con un gran respaldo popular y, como haya sido, también con mayoría calificada en ambas cámaras del congreso, 24 entidades son gobernadas por Morena y sus partidos aliados, muy pronto no tendrá el contrapeso institucional que representa el poder judicial, particularmente la Suprema Corte de Justicia, y probablemente en las próximas semanas o meses se aprobará la iniciativa para eliminar a los órganos autónomos y trasladar sus funciones al gobierno federal con todo lo que ello implica. En principio, tendremos una presidenta con el mayor nivel de poder concentrado en una sola persona cuando menos en los últimos 30 años –lo que no necesariamente es una buena noticia por los riesgos que conlleva–, pero tampoco habrá pretextos para no dar resultados y seguir atribuyendo responsabilidad de los problemas a los gobiernos anteriores a la denominada 4T. 

Aunque en principio pareciera que las condiciones son inmejorables para la presidenta entrante, también habrá de enfrentar muchos y serios desafíos y, lo cierto, es que para muchos, hasta el momento Claudia Sheinbaum sigue siendo una incógnita ya que optó por una estrategia que claramente le fue muy redituable para lograr la candidatura presidencial y que llevó a cabo con una gran disciplina, pero que no permitió que conociéramos un poco más sobre su personalidad, visión de país, prioridades, preocupaciones y sobre todo la ruta y el tipo de liderazgo que pretende ejercer. 

Los discursos tanto de la toma de posesión como en el Zócalo apenas dieron algunas pequeñas señales como en el tono mesurado que les imprimió o las referencias por ejemplo a la generación de energías limpias o a las infancias tempranas que fueron temas olvidados, así como la mención al impulso al nearshoring. Objetivamente no había porque esperar grandes novedades y mucho menos pensar que se podría desmarcar de López Obrador, cuya popularidad y fuerte liderazgo están vigentes, y para ella es, cuando menos de momento, un factor de estabilidad siendo este quizá uno de sus principales retos: cuidar los equilibrios en la relación con el ex presidente quien probablemente seguirá incidiendo de manera importante en la vida pública. 

En las próximas semanas también habremos de ir conociendo poco a poco el estilo propio que imprimirá a su mandato, su capacidad de comunicar y manejar la agenda pública –que fue una característica destacada de su antecesor–, su disposición al diálogo con los distintos sectores y grupos políticos y sociales en un país tan heterogéneo como el nuestro y, desde luego, como habrá de afrontar su gobierno los rezagos en salud, educación, la inseguridad y violencia, la ocupación y control territorial del crimen organizado, la crisis humanitaria de las personas desaparecidas, la delicada relación con las fuerzas armadas, y los estrechos márgenes económicos con los que contará. No la tiene fácil, y lo menos que podemos desearle el mayor de los éxitos. 

Agustín Castilla

@agus_castilla