Después de casi un mes en combate por distintos rincones de Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla exhortaba a todas las personas que tuvieran esclavos a dejarlos libres bajo la advertencia de posibles sanciones si no se cumplía con este ordenamiento en los siguientes diez días. Días después, publicaría un documento formal con esta premisa en la ciudad de Guadalajara.
A pesar de que la Revolución de Independencia apenas había comenzado dos meses antes, esta era una de las prioridades del líder insurgente, y del movimiento en sí, terminar con aquello que provocaba desigualdad y segmentación en la sociedad novohispana. Por eso, en su bando, también exigió la supresión de los tributos por parte de las castas e indígenas.
Una acción que fue seguida a lo largo de la Revolución de Independencia por otros líderes como José María Morelos y Pavón, quien al dar a conocer “Los Sentimientos de la Nación” proclamó que la prescripción de la esclavitud, la erradicación de la distinción de las castas y la igualdad de todas las personas.
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Al ver que a pesar de haberse conseguido la emancipación de la corona española por parte de México continuaban dándose situaciones de esclavitud, el también líder insurgente, Vicente Guerrero, publicó un decreto el 15 de septiembre de 1829, mediante el cual volvía a suprimirse la esclavitud en México, en el marco de la conmemoración del inicio de movimiento de Independencia.
Un aliento que continuaría en documentos constitucionales, pues en la Constitución Política de 1857 se establecía en el artículo 2 que “En la República todos nacen libres” y podían gozar de la protección de la Ley. Y en la de 1917, se determinaba que todas las personas podían gozar de las garantías establecidas por el documento constitucional y se reiteraba la prohibición de la esclavitud en el territorio nacional.
Al paso del tiempo, el artículo 1 constitucional se ha reformado y ampliado, siendo la reforma de 2001 una de las más sustanciales en materia de no discriminación en el país. En aquel año, se aprobó la adición de los párrafos segundo y tercero de dicho artículo. Así, se indicó que “quedaba prohibida toda discriminación motivada por origen étnico, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias”, entre otras causales.
Este cambio dio paso a la elaboración de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación en 2003, dando pie a la creación del Consejo Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación y del Programa Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación. En el caso del Consejo, una figura innovadora en el país, que señaló un gran problema existente en nuestra sociedad, la diferenciación por distintas causas que definen las personalidades y las barreras derivadas de esta exclusión.
Los últimos datos dados a conocer por el INEGI demuestran que alrededor de 30 por ciento de las personas en México han sufrido algún acto de discriminación en al menos una ocasión en su vida. Entre las causas por las que se les ha discriminado están el tono de piel, la manera de hablar, el peso o estatura, la forma de vestir o arreglo personal, clase social, lugar de residencia, creencias religiosas, sexo, edad, orientación sexual, ser una persona indígena o afrodescendiente, tener alguna discapacidad, tener alguna enfermedad, opiniones políticas, estado civil o situación de pareja o familiar.
La Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 arrojó que 73.3 por ciento de la población de 15 años y más percibe que la clase social es el principal motivo de discriminación en el país; 72.6 por ciento por la forma de vestir o arreglo personal; 72.2 por ciento a la orientación sexual; 69.8 por ciento a la manera de habar, 69.7 por ciento por su tono de piel y 69.1 por ciento por su estatura o peso.
El 19 de octubre de 1810 marcó la agenda en la lucha contra la discriminación en el país, y se le ha considerado como el Día Nacional por la Igualdad y la No Discriminación, sin embargo, a 214 años de aquel suceso, aún restan muchos pendientes en la materia para garantizar el derecho a la igualdad a todas las personas en todos los ámbitos. Un reto mayúsculo si se toma en cuenta que las estadísticas aún reflejan la existencia de una gran cantidad de prejuicios y estigmas hacia ciertos grupos por más de una tercera parte la población.