El 7 de octubre se cumplió un año del más reciente conflicto en Gaza que mantiene a millones de personas confinadas en un espacio mínimo sin contar con las condiciones mínimas de supervivencia digna. Sin embargo, esto no sólo es producto de una serie de situaciones ocurridas en los últimos doce meses, es un problema mucho más añejo, y más común de lo que podría pensarse.
Así lo explica Shadi Rohana, especialista en dicha área geográfica e investigador sobre las relaciones entre el mundo árabe y el espacio latinoamericano. Al menos se remonta al siglo XVI, cuando muchas personas árabes que habitaban en el territorio actual de España fueron expulsadas del mismo bajo diferentes argumentaciones, siendo acorralados y sufriendo una serie de ataques que anticipaban su expulsión.
Qué es lo que ocurre en un espacio urbano cerrado por centenas de kilómetros de muro y de soldados alrededor de él para controlar el paso y cerciorarse que sólo puede pasar a dicha prisión lo mínimo indispensable, tanto para la alimentación como para la educación y la salud, con internet y luz intermitentes y poca conexión telefónica.
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Un ejercicio de intraducibilidad a fin de que quienes nos encontramos al exterior no comprendamos lo que ocurre con estos millones de personas ubicadas en esos espacios desde la década de los 40, cuando fueron removidos de sus casas y sus poblaciones como parte de este reacomodo propiciado por la naciente nación israelí y el reparto de las naciones europeas de esa franja de tierra junto al mar Rojo.
Para conocer a fondo lo que ha ocurrido en el último año en ese espacio microscópico, Rohana ha compilado una serie de relatos y textos de diferentes creativos palestinos que han podido sortear la incomunicación del lugar y han sido publicados en redes sociales. Algunos de ellos, de autores y autoras muertos durante este conflicto. Estos se comparten bajo el título “Contra el apagón. Voces de Gaza durante el genocidio” (FCE, 2024).
Entre los trabajos rescatados están los de Hiba Abu Nada, poeta y novelista, quien llevaba una especie de diario en Facebook y colgaba versos como “te protejo, te lo prometo. Ha de saber que dos muertos y amantes, cuando se asiente el polvo, han de sonreír” en clara alusión a su amor por Palestina.
O las descripciones de su entorno de Nur Al Din Hayyay, al decir que todo está envuelto en polvo y son escombros. Las de Maryam Hiyazi, quien cuestiona los discursos en la prensa. Las de Husam Ma’ruf, quien proclama “cambiamos nuestras voces por gritos. Sólo así nos aseguramos de que estamos vivos”. O los versos de Utham Hussein, al asegurar que “pero ahora somos números irreconciliables, sin nombres y sin historias”. La prosa de Jakid Yum’a para sintetizar la gran cantidad de pueblos que han pasado por tierras palestinas y han dejado un patrimonio invaluable.
Y los versos de la poeta Manal Miqdad para describir la situación como una “hora oscura” que requiere de “ficción mentirosa” para poder ser eludida por ratos. Sumados a los relatos ficcionales de Mahmud Omar, quien imagina una Palestina a mediados de este siglo en la que salir a dar un paseo se convierte en una actividad normal o se puede observar la eternidad del mar. En conjunto con los versos clásicos de Taha Muhammad Ali, los cuales advertían que la indiferencia era la mejor arma que su pueblo podía tener.
CheckPoint Rock es otro material realizado algunos años atrás con músicos locales palestinos como cantantes de rap, entre ellos el colectivo DAM del barrio de Lod, quienes se definían como el Al Jazeera de la calle al llevar información relevante de un lado a otro y daban talleres de rap a infantes, hablando de libertad, también el grupo Khalas, de rock. El programa de radio de Amal Murkus. Y otros músicos y compositoras como Safaa Arapiyat, Wall ‘ At, Habib Al Deek, Muthana Sha’ban, Shadi Al Assi, Sabreen, Ayman y Le trio joubra. Muchos de ellos y ellas inspirados en el poeta Mahmoud Darwish.
De este último, múltiples versos, pero algunos que rememoran a la posibilidad del instante ante el acecho de la violencia, de la invasión, del encierro y el aislamiento colectivo de un pueblo. “La última tarde en esta tierra cortamos nuestros días, de nuestros arbustos y contamos los corazones que nos llevaremos, y los que dejaremos, allí”.