En los poco más de 100 años de vida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha erigido a miles de profesionistas en diversas áreas que resultan ser fundamentales para enfrentar, resolver, analizar e incluso replantear los escollos de nuestra nación. Esto se da gracias a las divisiones académicas que la misma institución creó a lo largo de su historia.
Una de las facultades más emblemáticas de la mejor universidad del país es la de Ciencias Políticas y Sociales, cuyos egresados, gradualmente se terminan por convertir en la clase política del país, nuestros dirigentes, nuestros periodistas, comunicólogos, sociólogos, antropólogos, etcétera. Es decir, versados de la mexicanidad quienes, en el mejor de los casos, invierten su tiempo, así como sus conocimientos, en construir una realidad más justa e igualitaria.
Es tal la trascendencia de dicha institución, que su dirigencia no puede quedar en manos de aquellos cuyo compromiso para con la comunidad estudiantil, dura lo mismo que una campaña de cualquier proceso electivo. Preservar el prestigio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales no es para cualquiera; y no cualquiera, es para una emblemática Facultad de nuestra máxima casa de estudios.
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Por ello, es impostergable construir una Facultad mucho más sólida y activa que mejore sus procesos y estrategias pedagógicas; que recobre, en palabras de un gran académico universitario, Saúl Arellano Almanza, una estrategia de vinculación laboral de las y los egresados de la facultad, así como actualizar de forma dinámica planes y programas de estudio.
El propio Saúl Arellano me refería aspectos que me parecen fundamentales para la facultad y para la Universidad, destaco los más importantes: mejorar y dignificar la infraestructura escolar, así como las condiciones de trabajo, particularmente de las y los profesores de asignatura; potenciar y aprovechar las oportunidades de la Educación Continua y la Vinculación y la extensión Universitaria, la necesaria incorporación plena de una perspectiva de género y estrategias de inclusión social en la Facultad, a la par de eliminar la discriminación, fomentar la responsabilidad ambiental haciendo de la UNAM un espacio inclusivo, entre muchas más.
Bajo este contexto la Facultad, desde el pasado 7 de octubre y hasta el día 18 del mismo mes, convocó a proponer a quienes a su juicio, cumplen los requisitos académicos para ser designados en la dirección de la Facultad.
En opinión de un servidor ojalá y este gran académico decida participar en este proceso fundamental para la vida académica de la Facultad, de la Universidad y de nuestra nación.
Independientemente de ello, nuestra Facultad debe contar con alturas de miras, con candidatas y candidatos que reunan los más altos estándares académicos que les permita contar con una formación académica cultidisciplinaria, con experiencia en la UNAM y de preferencia, en la docencia en la Facultad y, preferentemente como investigador o investigadora universitaria.
Además, sería conveniente que las y los aspirantes reúnan una vasta experiencia profesional en instituciones clave del estado mexicano, que cuente con importantes publicaciones, con reconocimientos nacionales e internacionales que enaltezcan la labor académica.
La Universidad, como pilar de la vida pública del país, necesita fortalecer el andamiaje académico, estructural y de vinculación permanente con la sociedad para que contribuya al desarrollo de nuestra nación bajo una perspectiva social que conozca, analice e integre esquemas de planificación para un México que todas y todos esperamos.
Veremos cómo se desarrolla este interesante proceso de nuestra máxima casa de estudios.