#ASIGNATURASPENDIENTES

La soberanía energética y la seguridad alimentaria mexicanas

Es momento de propiciar cambios para que se desarrollen biofertilizantes a gran escala que contribuyan a mejorar los cultivos agrícolas y salvaguardar la seguridad alimentaria de México. | Alicia Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

En un contexto de crisis energética y climática, la seguridad alimentaria está al orden del día a nivel global, un gran número de países está expuesto a vulnerabilidades en este sector debido a la dependencia de insumos externos. 

De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2023 México ocupó el duodécimo lugar mundial como productor de alimentos, sector que albergó a más de seis millones y medio de trabajadores, registró una pesca de 1,7 millones de toneladas, generó 24,7 millones de toneladas de carne y 273,3 millones de toneladas de producción agrícola, todo con un valor de 1.5 billones de pesos, monto que de acuerdo con el INEGI representó el 5.5% del PIB mexicano en el tercer trimestre del año pasado. 

A simple vista las cifras de las actividades primarias de México parecen ir relativamente bien. No obstante, ser uno de los mayores productores de alimentos no significa ser independiente y mucho menos salvaguardar la seguridad alimentaria del país. Constantemente el presidente Andrés Manuel López Obrador ha politizado y relativizado el impacto de la geopolítica mundial en México, y peor aún, no ha desplegado acciones serias para impulsar una transición energética baja en carbono ni contra los efectos de las transformaciones climáticas que contribuyan a subsanar los signos de vulnerabilidad que ya muestra el sector agrícola mexicano. En resumen, existen tres razones principales de vulnerabilidad del agro en México; el impacto de las cadenas de suministro desde el exterior, la situación del sector energético nacional y el cambio climático.

Por un lado, las dos primeras causas se relacionan con el bajo rendimiento del Sistema Nacional de Refinación, pues de acuerdo con cifras de Pemex la producción de amoniaco, base para los fertilizantes agrícolas, ha caído 81% en los últimos 10 años. En consecuencia, el sector agrícola mexicano se ha convertido en dependiente del exterior de fertilizantes, incluso el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) señaló que en un comparativo mensual, las importaciones mensuales de fertilizantes crecieron 101% de octubre a noviembre de 2023 al pasar de 116 mil a 234 mil toneladas, cifra que es 4% superior al volumen adquirido en noviembre de 2022.

El récord en las importaciones de fertilizantes durante el 2023 no sólo refleja una dependencia de insumos del exterior para la seguridad alimentaria de México, también evidencia la necesidad de cubrir una demanda creciente que depende de un escenario internacional complejo en dónde eventos como la pandemia del covid-19, y conflictos como el de Rusia y Ucrania tienen efectos adversos sobre los agricultores mexicanos. Sobre la guerra ruso-ucraniana hay que considerar que Rusia aporta el 46% de los fertilizantes que se obtienen del exterior; y debido al conflicto con Ucrania el valor de las importaciones de fertilizantes incrementó un 80% mientras que el volumen cayó 16% a causa del encarecimiento como consecuencia del conflicto entre rusos y ucranianos. 

Respecto a las transformaciones climáticas, los cambios en las precipitaciones pluviales y las sequías han impactado negativamente en las cosechas de los principales productos de la dieta mexicana, especialmente de maíz, frijol y trigo, por lo que paulatinamente se han implementado técnicas de agricultura protegida, pero que no han logrado su pleno desarrollo debido a la falta de eficiencia energética en los sistemas de temperatura controlada y de bombeo, así como en el tratamiento y desalación de agua, dolencias que prácticamente se extienden a todo el agro en México y cada vez más constituyen un riesgo para la seguridad alimentaria.

Si bien el gobierno del presidente López Obrador puso en marcha el programa Fertilizantes para el Bienestar con el que se hace entrega gratuita de éstos a los agricultores mexicanos y está invirtiendo en las plantas de producción de la empresa mexicana Fermachem en Colima y la de Pemex en Tamaulipas para cubrir el vacío de fertilizantes de origen nacional; aún queda por ver qué tanto estas iniciativas pueden reducir las vulnerabilidades ante los eventos geopolíticos globales y cubrir la autosuficiencia del agro mexicano; por supuesto, los resultados de estas acciones no le tocarán a López Obrador, será una asignatura pendiente que heredará a la siguiente administración en México. 

Aunque el uso de los fertilizantes es clave para la producción agrícola, otra asignatura pendiente tiene que ver con una transición energética sustentable ¿queremos continuar produciendo fertilizantes químicos? Hasta ahora la mayor parte de los fertilizantes utilizados en México son derivados del petróleo y, consecuentemente, tienen efectos nocivos a largo plazo en el suelo, mantos freáticos, ríos, lagos y mares, así como también agudizan las transformaciones climáticas, ya que requieren de mucha energía adicional en sus procesos de elaboración y, por supuesto, no consideran un alejamiento serio del uso de los combustibles fósiles pues se contrapone a la bandera de soberanía energética izada por el gobierno de López Obrador

Pese a que en primera instancia debemos mantener la producción de los alimentos, también es momento de propiciar cambios para que se desarrollen biofertilizantes a gran escala que contribuyan a mejorar los cultivos agrícolas y salvaguardar la seguridad alimentaria de México, alejando paulatinamente al agro de los hidrocarburos. 

Alicia Fuentes

@alifur1