Hubo una vez, hasta hace apenas tres años, que el seguimiento de las encuestas publicadas y su análisis secundario dependieron del proceso de recepción, revisión y posterior difusión que realizaba la Secretaría Ejecutiva del Instituto Nacional Electoral (INE) conforme a la ley. Sin embargo, hoy eso ya no es cierto.
La difusión oficial de encuestas
De acuerdo con ello, en el pasado cuando una instancia publicaba una encuesta por cualquier medio debía —como aún debe y se hace, según la normatividad— dar cuenta del estudio realizado en un máximo de cinco días a la autoridad administrativa electoral, federal o local según corresponda, haciéndole llegar el resultado obtenido sobre intenciones de voto, así como la base de datos, el cuestionario, la metodología, los datos de los responsables de su realización (con los comprobantes de formación académica y su adscripción a instancias profesionales) y de su difusión y patrocinio. Para las encuestas de carácter federal, la Secretaría Ejecutiva del INE utilizaba esta información para dos fines: la preparación y presentación de informes mensuales al Consejo General del Instituto que luego eran puestos a disposición pública y que daban cuenta de los estudios recibidos y aquellos detectados que incumplieron con la debida entrega; y la integración de un acervo en el repositorio institucional en el que la autoridad hacía del dominio público toda la información recabada que le fue entregada por los responsables de las encuestas.
Si quienes están dedicados a la investigación de la opinión pública, como encuestadores o en otras labores, deseaban realizar un análisis secundario de los datos presentados por las distintas encuestadoras, generalmente partían del conjunto de estudios entregados a la autoridad electoral para seleccionar aquellos que consideraban relevantes para fines de algún estudio posterior. Así siempre hizo su compilación la principal organización de empresas del gremio, el Colegio de Especialistas en Demoscopia y Encuestas, junto con oraculus.mx, para el Observatorio Electoral; y así lo ha hecho quien suscribe este artículo.
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El entuerto con las encuestas
El procedimiento de recepción, revisión, integración y divulgación de los datos de las encuestas sigue siendo llevado a cabo por la Secretaría Ejecutiva del INE para cumplimentar las salidas mencionadas. Sin embargo, si uno revisa la información que se hace del conocimiento del Consejo General del instituto y la que se pone a disposición de la ciudadanía, se topa uno con varias sorpresas: primero, los informes son claramente incompletos, puesto que entre los datos de cada encuesta no se incluyen variables que sí se solicitan, que entregan los responsables y que son relevantes para saber de qué estudio se trata y evaluar sus datos, como son las fechas de levantamiento en campo. En contraparte, los datos tal cual fueron entregados por los responsables pueden encontrarse en el acervo integrado en el repositorio institucional, con la salvedad de que el depósito de las encuestas en el sitio oficial de la institución se ha hecho con mucho retraso e incompletitud, por lo que se cuenta solamente con una mínima parte de los estudios, de algunas instancias responsables pero no de otras, por lo que es inútil para fines de análisis.
Para colmo, resulta que existen encuestas formalmente rechazadas y por ende no incluidas en los informes, como la de GEA-ISA de septiembre de 2023, que no sólo fue empleada por la Comisión de Debates del Instituto para la definición de temas para los encuentros entre candidaturas a la Presidencia de la República que se realizarán durante la próxima campaña, sino que casi desde el momento de su entrega fue subida al repositorio institucional y por tanto puesta a disposición del público. Así, la Secretaría Ejecutiva rechaza sin informar al interesado un estudio que al mismo tiempo pone en línea para que la ciudadanía pueda consultarlo, lo que es aberrante, por decir lo menos. Eso ha obligado a quienes desean conocer qué dicen y cómo fueron hechas las encuestas, y a quienes compilan y desean analizar los datos presentados en ellas, a recurrir a sus propios criterios sin pasar por el inventario exhaustivo que debiera construir y divulgar la autoridad, pero que no hace. Ante esta situación, no queda más que decir ¡cómo extrañamos tu profesionalismo y la calidad del trabajo de tu equipo, Edmundo Jacobo!