El año empieza duro en la discusión social y política estadounidense. Siendo, además, un año político electoral, los temas se tornan más ríspidos en su discusión, evidenciando muchas de las pasiones y contradicciones de las corrientes ideológicas imperantes.
Por un lado está la rectora de la Universidad de Harvard que tuvo que presentar su renuncia después de una serie de escándalos a su alrededor, empezando por negarse a condenar expresiones de sus estudiantes que llamaban al exterminio de los judíos. Ya una vez bajo el reflector, le surgieron varias denuncias por plagio en sus publicaciones que la llevaron a dejar su posición. Siendo una institución progresista, sus defensores argumentaron que enfocarse en sus aparentes plagios era demeritar que era mujer y además afroamericana. ¿Qué tiene que ver?
Pero no fue la única académica en desgracia. El rector de la Universidad de Wisconsin-La Crosse fue despedido porque se le identificó como productor y protagonista de videos pornográficos que subía a sitios de internet especializados. Estos eran “proyectos” no buscaban ganancias económicas, sino simplemente eran una expresión de su interés personal, dijo. Sus defensores pidieron que no lo cancelaran (a éste, no) porque era como censurarle su derecho a la libertad de expresión (a otros, sí).
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Del otro lado del espectro ideológico reapareció Kim Davis, la ex funcionaria de la Ciudad de Kentucky, quien se hizo famosa hace casi 10 años por negar una licencia de matrimonio a una pareja del mismo sexo, a pesar de que este trámite era legal, argumentando objeción de conciencia. Después de años de litigio ha sido condenada al pago de cientos de miles de dólares en compensación a las personas afectadas por sus decisiones. Sus defensores dicen que ella tenía todo el derecho a no realizar actos que contravinieran sus principios religiosos. Pero, se puede observar que la objeción de conciencia se alega más fácil cuando no se tiene conciencia de sus consecuencias.
Sin embargo, a veces las figuras públicas deciden hacer una declaración o acción sabiendo sus efectos y midiendo sus impactos. El Cirujano General del estado de Florida, quien hace las funciones de titular de la Secretaría de Salud estatal, ha emitido un comunicado solicitando al gobierno federal la suspensión de la circulación de las vacunas contra el COVID-19 producidas por Moderna y Pfizer por su posible capacidad de producir cáncer. El político no tiene datos que ilustren el riesgo, pero, dice que ante la duda, mejor que las suspendan. De lo que no hay duda es de que su mensaje va dirigido al electorado que simpatiza con las ideas anti vacunas.
Estos episodios son abordados con mayor o menor intensidad por los medios de comunicación según su propio perfil ideológico, midiendo su impacto positivo o negativo en las corrientes sociales y políticas con las que se identifican. En medio de estos esfuerzos, surge la lista de personas nombradas por los testigos y acusados en la investigación de delitos sexuales y tráfico de menores cometidos por una red criminal encabezada por el millonario Jeffrey Epstein, cuyo suicidio, tan sorpresivo como necesario, ocurrió en la cárcel mientras esperaba juicio.
En los días previos hubo mucha expectación ante la publicación de la primera parte de la lista de nombres ante la posibilidad de que se incluyeran personajes de mucho peso político. Y, sí. Pero los medios no se han volcado en análisis y cobertura, probablemente, ya que aparecen nombres como Bill Clinton y Bill Richardson, políticos demócratas, como Donald Trump o Alan Dershowitz, personajes republicanos. A varios no se les adjudican actos concretos, sino solamente son referidos de alguna manera por terceros involucrados. Esto no ha impedido que se magnifique el hecho en los medios en noticias anteriores y similares, pero, dado que esta lista tiene doble filo, mejor lo están tomando con mesura.
Eventualmente no faltará quien escoja las partes de la lista que le convienen y olvide las que no, como en prácticamente todos los otros temas.
En México nos está pasando lo mismo, y apenas vamos a empezar las verdaderas campañas. Ojalá que no nos ganen las pasiones.