DIVERSIDAD

Esa odiada diversidad

La diversidad, tan hablada y aspirada, se encuentra constantemente atacada por aquellos que de plano la rechazan expresamente, y por algunos que dicen defenderla, siempre y cuando sea igual a la suya. | Johannes Jácome

Escrito en OPINIÓN el

En nuestras sociedades, un día y otro también, podemos ver y oír episodios de confrontación sobre las distintas visiones del mundo existentes. Es común leer que actualmente tenemos un mundo polarizado como nunca antes. No estoy seguro. Solamente que ahora es más fácil pelearse gracias a las redes.

Pero, no importa de qué época hablemos, siempre encontraremos ejemplos de grupos de pensamiento monolítico e intolerante y movimientos demostrando cómo la naturaleza humana es más compleja y diversa de lo que tradicionalmente se pensaba.

Hoy como los temas de naturaleza política, género, identidad sexual, pertenencia a grupos étnicos, etc, son los que generan el choque entre aquellos de visión cerrada y prejuiciosa del tema, y aquellos que proponen entenderlo con diversidad y variedad de matices.

En ese contexto, se dio la entrevista de Televisa/Univisión a Donald Trump hace unos días. Comentaristas, artistas y líderes de opinión atestiguaron para su desencanto cómo el intercambio ocurrió sin reproches ni enfrentamientos. Acusaron a la empresa de rendirse ante el expresidente y haber desaprovechado la oportunidad para aventarle todo el rechazo que los latinos sienten por él y condenarlo a la sección del infierno donde se habla español. Por supuesto, si bien existen muchos latinos que piensan eso del expresidente, no todos comparten la postura. Quedó documentado cómo la popularidad de Trump entre los latinos se incrementó en las elecciones del 2020, en comparación a las del 2016. Es decir, fue más apreciado por los latinos al final de su mandato que al principio. Si bien esto puede resultar desconcertante, ello se debe a la tendencia equivocada a pensar que los latinos son solamente una expresión secundaria de la migración y con este tema como prioridad, pero no es así. La variedad del mundo hispano incluye a aquellos que se oponen a los migrantes y se sienten interesados por los mensajes del Sr. Trump en materia de seguridad y economía. Esa odiada diversidad.

Las expresiones variadas de pensamiento deben protegerse. Ello implica no solamente garantizar la posibilidad de hacerlas públicas, sino también de impedir que se atente en contra de quien las sostiene. En las principales universidades estadounidenses se han desarrollado protocolos para asegurar que el profesorado y estudiantes puedan expresar su identidad, por ejemplo, en materia de género, sin que nadie pueda llamar a la violencia en su contra. Recientemente, los rectores de las famosas universidades de Harvard, Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Pensilvania, se negaron a declarar que los llamados al genocidio judío dentro de sus universidades debieran catalogarse como expresiones de odio. Ante la pregunta expresa, el rector de la Universidad de Pensilvania de plano dijo que solamente si el mensaje se transformara en acción sería considerado acoso. O sea, solamente si se comete el genocidio entonces lo vería como acoso. Es probable que las “razones” para esa postura se encuentren en que la mayoría de los estudiantes “progres” se identifican más con los palestinos que con los judíos, a quienes ven como una expresión conservadora. Pero claramente, si alguien llamara al genocidio de la comunidad trans, la reacción sería otra. Que difícil es la diversidad.

Los medios de comunicación también observan casos similares. Hace unas semanas, el sitio de noticias Deadspin publicó un artículo escrito por Carron J. Phillips en la que condenaba que en un partido de futbol americano de los jefes de Kansas City, un niño hubiera acudido con la cara pintada de negro, en clara burla a la comunidad afrodescendiente, haciendo un llamado a la NFL a tomar medidas contra el racismo en los estadios. Hasta ahí todo bien. El problema es que escogió una foto a modo donde solamente se aprecia el color negro y no el rojo que cubría la otra mitad de la cara, como muchos aficionados acostumbran usar, en apoyo a ese equipo. También lo acusó de llevar un penacho alusivo a los nativos americanos faltándole el respeto a esa comunidad. Resulta que el niño es miembro de una comunidad nativa americana. La demanda por difamación en preparación se antoja interesante.

Aquí, todo mal. No solamente el periodista activista escogió una imagen a medias para victimizarse, sino que cometió el pecado tan denunciado en algunos movimientos, de suponer la identidad o la no identidad del menor. Por supuesto, sin dejar de observar que precisamente dirigió su ataque a un niño.

El efecto no previsto, además de la demanda en su contra, es que permite a los comentaristas y medios de tinte conservador utilizar ese intento fallido de auto victimización como un supuesto ejemplo de lo desatinado de movimientos sociales que, sin embargo, tienen causas legítimas.

La diversidad, tan hablada y aspirada, se encuentra constantemente atacada por aquellos que de plano la rechazan expresamente, y por algunos que dicen defenderla, siempre y cuando sea igual a la suya.

Johannes Jácome

@jacome_cid