TRANSFEMINICIDIO

La paradoja del transfeminicidio

La iniciativa sobre el transfeminicidio, si bien tiene razones para existir, acaba describiendo como, por ejemplo, una mujer biológica no es igual a una mujer trans. | Johhanes Jácome

Escrito en OPINIÓN el

Por una serie desafortunada de actos violentos en su contra, la comunidad trans ha tenido que retomar su exigencia de acciones institucionales para proteger su integridad y vida.

Si asumimos que las causas de los homicidios están ligadas a su condición transgénero, entre noviembre de 2022 y noviembre de 2023 por esa razón habrían ocurrido 33 homicidios en Estados Unidos, lo que fue calificado como una epidemia de violencia en contra de la comunidad en ese país. En México, solamente durante las dos primeras semanas del 2024 ya se habían registrado cinco homicidios.

Mientras desaparecen las causas de la violencia por odio, distintos activismos han estado que se imponga castigo a los responsables. Una de las propuestas escuchadas en México es una iniciativa de ley que crearía el delito de “transfeminicidio”. Pero, ojalá se tomara en cuenta lo aprendido en otras iniciativas legales de protección a grupos específicos que ya hemos visto, y que se conocen más por sus fracasos, que por sus contribuciones al estado de derecho y la prevención del delito.

Ya hemos comentado cómo los distintos intentos por tipificar el feminicidio han derivado en una redacción abierta, ante la dificultad de poder probar específicamente la motivación y los prejuicios del homicida, que incluso permite procesar a mujeres por feminicidio.

Si vamos a generar un delito que exija probar odios y rechazos por parte del responsable hacia la condición transgénero de la víctima, otra vez vamos a ver pocos niveles de condenas o la posterior aparición de redacciones en las que se castigue con ese delito el homicidio ocurrido entre personas de la misma comunidad. Al igual que con el caso de las mujeres feminicidas, esas cifras no servirán para demostrar el rechazo o el abuso a ese grupo por parte de quienes no pertenecen a él.

Asimismo, es necesario que la narrativa no caiga, como en otras ocasiones, en contradicciones aparentes o reales sobre sus mismos postulados. La iniciativa sobre el transfeminicidio, si bien tiene razones para existir, acaba describiendo como, por ejemplo, una mujer biológica no es igual a una mujer trans, lo que roza un poco con el principio que legitima la facultad de algunos hombres de nacimiento en identificare como mujeres y punto, sin necesariamente agregarle el trans

Por otro lado, si una mujer trans es asesinada y se asume como premisa que la motivación del homicidio es su calidad de trans, estaremos estableciendo legalmente que a pesar de la autoidentificación de la víctima, su apariencia física y en algunos casos la existencia de un acta de reasignación sexogenérica, era evidente que no era lo que decía. Pero al revés, si no lo tomamos como premisa, y se tiene que probar lo que sabía y sentía el homicida (como en los primeros experimentos del feminicidio), entonces podría plantearse como defensa un “yo no sabía que era trans”, sobre todo en los casos de hombres trans.

Hace unos meses ocurrió el homicidio del famoso “magistrade”, aquella persona reconocida por sus logros profesionales y su identidad no binaria. Las autoridades propusieron la teoría de un crimen pasional. Otros exigieron se declarara el acto como un crimen de odio. Pero hubo quien después de declarar su sospecha abandonó el tema. El convencimiento de que fue un crimen de odio no fue suficiente para mantener la exigencia de justicia, o no comentaron si habían cambiado de opinión. 

Esto evidencia que hay personas que toman estos temas de manera seria y propositiva, y otras personas que solamente quieren ser vistas enojadas y así quedar bien.

Recientemente conocimos el caso de una integrante de “Las perdidas” quien aparentemente fue violentada por su pareja. Si la víctima se identifica como mujer y el agresor es un hombre, eso debería ser suficiente para tipificar el incidente como uno basado en el género. Por supuesto, con atención al hecho de que si esa es la postura legal e ideológica, una femenina violentada por un masculino que se autoidentifique como mujer, no podría ser abordado como violencia de género automáticamente, y se podría complicar más en el caso de violencia entre personas no binarias.

Pero, en lo que resolvemos algunas complicaciones ideológicas y legales, me parece conveniente no crear más, lo que empataría con un último acto de respeto y coherencia discursiva, al menos en el caso de las mujeres trans asesinadas, permitiendo que la investigación fuera destacadamente por feminicidio, en reconocimiento a su autoidentificación y esfuerzo de vida, y no mandarles un póstumo “sí, pero no”.

Las leyes no eran el principal problema en México, sino su aplicación. Pero nos encanta dedicarnos  leyes.

Johannes Jácome

@jacome_cid