La boleta presidencial está completa. Con el registro de la precandidatura del diputado Jorge Álvarez Maynez se cierra una de las etapas más importantes de nuestra historia política: México tendrá este año su primera presidenta. En efecto, el aspirante de Movimiento Ciudadano (MC) perderá la elección.
Con base en los indicadores que marcan las encuestas más recientes, tampoco quedará en segundo lugar. Ciertamente los objetivos que ha expresado el aspirante presidencial en las entrevistas son posibles, pero poco probables. La decisión tomada por él, sus aliados y la dirigencia de su partido apuntan a una fórmula de ganar perdiendo.
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El hecho de que a poco más de cuatro meses de las elecciones Álvarez Maynez sea un personaje desconocido para la mayoría de la ciudadanía así lo confirma. También que no dispone de los cuantiosos recursos con que cuentan Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez y por los conflictos delicados que se han suscitado dentro de su partido.
Aún más. Y no es un problema de inteligencia o capacidad. El contexto político actual de nuestro país no deja posibilidad para que resulte triunfador un candidato que avance en forma sorpresiva y supere las expectativas, como sucedió con Barak Obama en Estados Unidos, Emmanuel Macron en Francia, Daniel Noboa en Ecuador o Javier Milei en Argentina, por mencionar solo algunos de los casos más significativos.
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¿Quién puede poner en duda que en política, lo que importa es ganar? Pero ganar —ojo— no siempre es obtener el primer lugar en una elección ni en ser el personaje más querido o el más popular. El concepto es relativo, pero cuando se maneja bien no hay lugar para ninguna duda. El éxito o el triunfo se define por el cumplimento de objetivos y metas cuantificables.
En algunas situaciones, los objetivos principales están relacionados con la protección de ciertos intereses económicos, territoriales, de espacio o influencia política. También se explican por la necesidad elemental de sobrevivencia, por la intención de aniquilar a algún adversario o por el simple hecho de apoyar o servir de comparsa a algún aliado político.
En otras palabras: ganar no significa obtener la medalla de oro ni la joya de la corona. Pero la confusión se da cuando las y los personajes no manejan un discurso de realidad, sino uno abiertamente retórico. Por ejemplo, ¿quién estaría dispuesto a no decir en campaña que tiene todas las posibilidades de triunfo, aunque todas las encuestas señalen lo contrario?
En consecuencia, ¿qué significa ganar para MC?
La estrategia puede contemplar 5 posibilidades, por lo menos:
- Convertir al partido en el factor decisivo de la contienda presidencial, cuando Álvarez Maynez decida declinar en favor de la candidata puntera, sobre todo si Xóchitl se acerca demasiado a Claudia en la intención de voto. O simplemente opte por no hacer nada porque su sola presencia le restó votos a la candidata opositora.
- Utilizar la candidatura de Álvarez Maynez para subir el número de sus representantes en el Congreso y sumarse a Morena y sus aliados. El propósito consistiría en obtener la mayoría calificada que necesita el presidente Andrés Manuel López Obrador en el Congreso y/o la presidenta electa Claudia Sheinbaum a partir de septiembre.
- Afianzar y sumar algunos triunfos locales, aprovechando los resultados exitosos que han logrado, principalmente, en Jalisco, Nuevo León y Campeche. Para que sea factible el objetivo, se tendría que encontrar primero una ruta de solución a los conflictos internos cuyo epicentro está en Jalisco.
- Desempeñar el rol de vocero externo de Morena, en una línea clara de partido anti oposición. El objetivo aquí sería utilizar al candidato para que en lugar de uno sean dos frentes los que tenga que enfrentar Xóchitl Gálvez. También serviría para proteger la imagen y narrativa de Claudia Sheinbaum en algunos temas o asuntos que su estrategia no considere convenientes.
- Aprovechar la ventana de oportunidad que se le ha abierto para apoyar directamente a Morena, considerando las afectaciones por los errores cometidos en los últimos meses. Se trata del objetivo de sobrevivencia. Con ello se aseguraría el mínimo de votos que exige la ley en caso de que el conflicto actual derive en una crisis interna más delicada.
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En suma: MC tiene enormes posibilidades de ganar, perdiendo. No se trata de un error o paradoja. Así ha funcionado siempre la estrategia política. Pero pocos han aprendido a manejar estos recursos y técnicas con eficacia y eficiencia. Recordemos que la falta de apego a la verdad absoluta es uno de los estratagemas más complejas que existen porque puede convertirse en arma de doble filo.
Una de las claves para comprender su funcionamiento consiste en aprender a diferenciar los objetivos reales de los aparentes. Los primeros son los que en realidad se pretenden alcanzar, pero que por una u otra razón no conviene difundir ni a la militancia, ni a los simpatizantes, ni a la población. Si se dicen tal cual, lo más probable es que se pierda el entusiasmo y también buena parte del apoyo.
Los objetivos reales deben estar claramente expuestos en los documentos de estrategia. Su manejo y cuidado deben ser escrupulosos y totalmente apegados a límites y valores éticos. Los objetivos aparentes, por su parte, deben estar soportados por narrativas sólidas, consistentes y confiables. Más aún cuando se sabe que lo que se ofrece (ganar la elección, por ejemplo) no se cumplirá.
Recomendación editorial: Peter Schröder. Estrategias políticas. México: Fundación Friedrich Naumann y Organización de los Estados Americanos (OEA), 2004.