Como patada de mula les cayó a los productores de cebada la noticia de que la cervecera Grupo Modelo, ahora propiedad del consorcio Anheuser-Bush InBev les suspendió la compra de cebada maltera. Esta empresa es la mayor productora de cerveza del mundo, vende 18 marcas de cerveza y es el resultado de la adquisición o integración, desde el 2008 con más de una docena de otras cerveceras en todo el planeta.
InBev compró la cervecería Modelo, fabricante de la popular cerveza Corona, en 2013 en una transacción valuada en 20.1 mil millones de dólares. Su fábrica en un municipio zacatecano es la más grande del mundo y produce hasta 22 millones de cervezas diariamente.
De acuerdo con el titular de la Secretaría del Campo del estado de Zacatecas, Jesús Padilla Estrada, la cervecera InBev se abasteció con granos del extranjero, y ahora los campesinos tienen parada la maquinaría que la empresa les recomendó adquirir para mejorar su producción en una superficie de 150 mil hectáreas. El funcionario señaló que desde 2014 la empresa se comprometió a un esquema de trabajo y una cadena de valor en un plan de agricultura de contrato.
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Por su parte el presidente nacional del Sistema Producto Cebada, es decir un representante de los productores cebaderos organizados, Ricardo Canales, señaló que la transnacional adquirió el grano en Australia y otros países. Dijo que la industria cervecera extranjera tiene prácticas desleales después de que durante una década promovió acuerdos de agricultura por contrato que ahora recorta o suspende de manera unilateral. “Dicen que son una empresa socialmente responsable, nosotros decimos que son irresponsables”. Esas empresas, añadió, consumen una gran cantidad de agua y la condición que se les puso cuando se asentaron en Hidalgo y Zacatecas es que comprarían nuestra producción a mejor precio y está pasando exactamente lo contrario.
Los productores, dice Canales, tienen que comprarles la semilla certificada a las cerveceras Modelo y Cuauhtemoc Moctezuma, porque es la única variedad de cosecha que van a comprar. Cada año es una negociación difícil; este año incrementaron casi en 17 por ciento el precio de la semilla y querían bajar el precio del grano en 8 por ciento. No hubo acuerdo. También te condicionan a que adquieras maquinaria especializada, que hagas agricultura de conservación y uses trilladoras que lastimen menos el grano. Inversiones que hace el productor. Los productores no podemos cambiar de actividad de un día para otro; tenemos maquinaria especial que compramos pensando en vender la producción de 30 o 50 hectáreas. ¿Qué hago yo con mi inversión? Ahora para ellos es más barato comprar cebada extranjera y eso no debiera estar permitido porque hay acuerdos comerciales previos.
Hace apenas poco más de un año, en julio de 2022, en un acto protocolario el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, celebró el convenio entre los productores y las cerveceras como un ejemplo a seguir en otras cadenas de valor, “toda vez que esta agroindustria es ya un referente de buenas prácticas agrícolas y comerciales en el ámbito nacional e internacional”. En esa reunión el Grupo Modelo anunció que compraría más del 60 por ciento de la cebada maltera; un 20 por ciento más que el año anterior y en seguimiento de varios años de compras cada vez mayores.
El modelo de agricultura por contrato fue promovido por las grandes cerveceras, con apoyo del gobierno de México que en algún momento llegó a subsidiar el cambio de otros cultivos a la producción de cebada. Ese modelo fue un importante promotor de la organización de los productores. Para las cerveceras se trataba de garantizar el abasto de su insumo principal, de que este tuviera una calidad uniforme a partir del uso de semillas y tecnologías que ellas mismas venden, o por lo menos determinan, y de que en lugar de múltiples negociaciones con miles de productores de diversas regiones pudiera darse una sola negociación colectiva. Así se configuró un modelo de producción, de negociación y de comercialización altamente dependiente de las decisiones de un par de empresas de enorme poder económico no solo nacional, sino global.
Durante años en la mesa de las negociaciones entre productores y patrones (nombre que me parece apropiado en este caso), se sentó el gobierno más como testigo que como actor. Una diferencia muy grande con el caso de las negociaciones salariales que también se dan entre obreros y empresarios, en las que el gobierno tiene voz, voto y puede inclinar la balanza en uno u otro sentido y, lo más importante, hacer cumplir el acuerdo final. No es así en el caso de los contratos colectivos donde ahora más que inclinar la balanza el gobierno juega al avestruz.
Lo ocurrido en el caso de la suspensión o fuerte reducción de compras de la cebada nacional es una mala señal en por lo menos dos vertientes.
Si, como afirman los productores, la ubicación de las cerveceras en regiones propicias a su operación, implica el uso de un agua subterránea crecientemente escasa; promovió la expansión del cultivo y la realización de inversiones comprometedoras de la economía de los productores, se trata de una operación que implica una especie de contrato socioeconómico que ambas partes deben cumplir. El hecho de que las negociaciones, incluida la fracasada de este año, se hayan hecho frente al secretario de agricultura lo implica a el y al gobierno federal de una manera que debiera ir más allá de ser mero testigo.
Que esto haya ocurrido en una agricultura por contrato que era ejemplo nacional e internacional es una mala señal para toda esa modalidad de producción y comercialización. Lo ocurrido debe llevar a revisar el sustento legal y político de la agricultura por contrato para ser doblemente eficaz: asegurar el abasto de las empresas y asegurar la rentabilidad de las inversiones multimillonarias que deber hacer miles de productores para ser parte de ese contrato colectivo.
La ruptura de un acuerdo asentado en la práctica de varios años debido a que la empresa encontró que era más barato comprar en el exterior es una mala señal que no se limita a la producción de cebada. Para este año se estima que caerá prácticamente toda la producción agropecuaria: frijol en -34.6 por ciento; maíz amarillo en -12.4 por ciento; trigo cristalino en -10.3 por ciento; arroz en -6.2 por ciento. Los motivos son esencialmente tres: una sequía que se extiende por todo el país, el abaratamiento del dólar que hace que las empresas prefieran importar a comprar producto nacional y una mayor apertura del mercado nacional a todo tipo de importaciones, al grado de suavizar e incluso eliminar inspecciones sanitarias.
La sequía requiere respuestas tecnológicas. Agricultura de conservación propone el secretario de agricultura. Enfrentar la sequía requiere mayores inversiones en infraestructura por parte del estado y mayores costos de producción para los productores; lo que solo sería posible en un mercado no tan abierto y con un dólar no tan barato. De otro modo lo que se propicia es el empobrecimiento masivo de los productores agropecuarios y la dependencia del exterior en algo tan estratégico como la alimentación de los mexicanos.