En las montañas de Chiapas, al convivir con los indígenas de San Pedro Chenalhó, la antropóloga Calixta Guiteras Holmes descubrió la existencia del alma y, tal vez, a partir de ese momento su ch´ulel, como lo llaman los tztoztiles, quedó tan enamorada de Chiapas que al fallecer, en su adorada Cuba, su alma regresó a través de Maite, su hija adoptiva.
Los tzotziles pedranos se consideran poseedores de dos almas: una es el ch´ulel, que es indestructible y su existencia continúa en la esfera de los muertos, y la otra es el uayjel, el alma animal asociada con la vida terrenal del hombre.
El ch´ulel, explicaba la antropóloga Guiteras, es impalpable, etéreo; se mueve por medio del aire; es la esencia del individuo y la substancia espiritual del ch´ulel es inmortal porque pasa de un ser a otro en un ciclo eterno.
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La descripción del alma en la cosmovisión tzotzil que hizo Calixta en un texto publicado por la Universidad de Chicago en 1958, es un referente de su obra más conocida, Los peligros del alma, editada en 1965 por el Fondo de Cultura Económica.
Hija de padre cubano y madre estadounidense, Calixta Guiteras Holmes (1905-1988), participó en Cuba en la lucha contra la dictadura de Antonio Machado. En 1935, tras el asesinato de su hermano Antonio, escapó de la represión de Fulgencio Batista, refugiándose en México, junto con su madre María Teresa y su esposo, Alberto Ruz Lhuillier, que en 1952 descubriría la tumba de Pakal en Palenque.
Calixta perteneció a la primera generación de etnólogos egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y en 1942 se unió al equipo de la Universidad de Chicago, para estudiar los sistemas de parentesco y religiosos de los indígenas de Zinacantán, Cancuc, Chenalhó, Chalchihuitán, Chanal y Bachajón; en un principio bajo la dirección de Sol Tax y Alfonso Villa Rojas y después como discípula, en el trabajo de campo, de Robert Redfield, quien la alentó para publicar, originalmente en inglés en 1961, su libro: Perils of the soul, the world view of a tzotzil indian.
Su amiga, Johanna Faulhaber (1911-2000) recordaba que Chiapas para Cali, como la llamaban afectuosamente, representaba su “patria chica” en México. En San Cristóbal tuvo grandes amigos como el profesor Prudencio Moscoso y su esposa Gloria, Manuel Castellanos y Roberta Jouhin Montaguh.
Otro aspecto de admirar en Cali era su amor a la libertad de Cuba. Para ella, México era su segunda patria que quería profundamente. Sin embargo, debido posiblemente a una lealtad a los ideales que ella defendió en su juventud y a la memoria de su hermano Antonio, nunca cambió su nacionalidad cubana.
En 1956 Roberta adoptó una niña y le pidió a su amiga Calixta que fuera la madrina. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 despertó grandes esperanzas en Calixta, que decidió regresar en 1961 a la isla, donde asesoró al gobierno de Fidel Castro para crear el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba.
Roberta murió inesperadamente en 1962 y Calixta regresó a Chiapas para vender el rancho Harvard y adoptar a su ahijada Maite, de cuatro años. Maite Guiteras vivió con su madre adoptiva en un departamento del barrio El Vedado en La Habana y creció en la Cuba de la Revolución. Años después, al fallecer Calixta el 19 de septiembre de 1988, Maite regresó a Chiapas para localizar a su familia biológica; búsqueda que fue tema del documental “Los Laberintos de la Memoria” (2007) de Guita Schyfter, aunque los tzotziles podrían decir que fue el regreso del ch´ulel de Calixta.