INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Lo mejor (y peor) de 2023

Varias naciones se han pronunciado sobre los peligros latentes en el uso de la Inteligencia Artificial. | Germán Martínez

Escrito en OPINIÓN el

¿Lo mejor? Wiston Churchill, el héroe inglés de la Segunda Guerra Mundial, vencedor de Adolfo Hitler, siempre había sentido fascinación por las técnicas de inteligencia militar y los servicios secretos, dice su biógrafo, Andrew Roberts; y construyó en Bletchley Park, entre los dos centros del conocimiento más reputados de Inglaterra, Oxford y Cambridge, el mayor y más efectivo centro de espionaje y contraespionaje europeo, que, sin dudarlo, fue uno de los elementos para la derrota de los nazis. Corrían los primeros años de la década de 1940, allí trabajaban casi diez mil personas, la mayoría mujeres, a las que el propio Churchill llamaba sus “gallinas de los huevos de oro”, porque interceptaron, decodificaron y tradujeron millones de mensajes de la Comandancia Superior del Ejército germano, e incluso de la correspondencia del mismo führer. Los ingleses de Bletchley Park lo tomaron con absoluta disciplina, seriedad y sobre todo sigilo, nadie reveló nada, hasta que Frederick W. Winterbotham, treinta años después reveló “The Ultra Secret”.

Pues en ese parque de Bletchley, en noviembre pasado, ocurrió algo de “lo mejor” del año que agoniza, con las máquinas antiguas, cables y aparatos de nostalgia tecnológica como testigos, se llevó a cabo un encuentro histórico: la Primera Cumbre sobre seguridad en el uso de la herramienta conocida como Inteligencia Artificial. Entre los países hispanohablantes sólo Chile y España; de Latinoamérica, Brasil; ¿México? ya sabemos que su mejor política exterior es la interior. Vergüenza. Acudió el canciller alemán Olaf Scholz, la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris, el director de Google, Demis Hassabis, y el fundador de Open IA, Sam Altman, entre otros.

En esa Declaración se asumen los riesgos de la Inteligencia Artificial usada sin responsabilidad global. Se reconocen peligros latentes en esa herramienta, sobre todo en materia de ciberseguridad, biotecnología, democracia y desinformación, como aceptó el embajador inglés en México, Jon Benjamin.

A principios de diciembre la Unión Europea aprobó la primera legislación de la materia, que prohíbe uso de sistemas biométricos que utilicen caracteres discriminatorios, como credos políticos, religiosos, de raza u orientación sexual; extracción selectiva de los espacios públicos de imágenes faciales; reconocimiento y almacenamiento de emociones y comportamientos personales en lugar de trabajo y escuelas. Así mismo se ponen alertas y altos a los sistemas de Inteligencia Artificial que exploten las vulnerabilidades de las personas, por su edad, discapacidad o situación social o económica.

No se puede usar la Inteligencia Artificial para obstaculizar o eludir la autonomía o el libre albedrío de cada una de las personas. La técnica está al servicio de la humanidad, aquella no puede poner de rodillas, mercantilizando o dominando a los hombres y mujeres. Hasta el Departamento de Estado de los Estados Unidos, admitió la necesidad y publicó, también en noviembre, una Declaración política sobre uso responsable de la inteligencia artificial y autonomía en el ámbito militar.

En Bletchley trabajó el matemático, informático y criptógrafo inglés Alan Turing, considerado uno de los padres de la computación, que desentrañó las claves de la máquina “enigma” alemana, para adelantarse a tomar decisiones certeras en la llamada Gran Guerra, tras la victoria de los aliados Turing diseñó las primeras computadoras, y en la Inteligencia Artificial desde 1950, conceptualizó la “prueba de Turing” que no es otra cosa que someter a examen a la máquinas para evaluar su capacidad de mimetizarse con el comportamiento humano. Pues allí, en Bletchley Park, bajo la sombra y el espíritu de Turing, se dio un paso enorme para humanizar nuestro avance tecnológico.

En cierta ocasión, cuenta también el libro de Churchill de Andrew Roberts, maestro del King`s College de Londres, Alan Turing se quejó, directamente en una carta al famoso primer ministro, de las trabas burocráticas, retardos en los envíos de materiales para los dispositivos electrónicos y falta de apoyo. Churchill, escribió sobre la misma carta: “Tomar medidas hoy mismo”. Los resultados están a la vista: además de ganar la guerra frente al fascismo nazi, llevan, ahora mil pasos adelante, en la práctica y filosofía de la Inteligencia Artificial.

¿Lo peor? El gobierno de México no le dedica ni un peso, ni una palabra, ni un gesto a ese futuro. Los mexicanos seremos siervos de una inteligencia ajena.

 

Germán Martínez Cázares

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