¿FOX Y AMLO, IGUALES?

¿Qué hacer con Fox?

Fox en algo es igualito a López Obrador: tristemente, ambos, no quieren pasar a la historia como Presidentes. | Germán Martínez Cázares

Escrito en OPINIÓN el

A nadie sorprende que el expresidente de México, Vicente Fox, sea un desbocado y que tenga actitudes desconcertantes (por llamarles suavemente). Quienes lo conocieron en el ejercicio del cargo recuerdan que uno de los actos con los que comenzó su mandato fue besar un crucifijo, en un acto público; y ya había comenzado su campaña electoral, con un estandarte de la Virgen de Guadalupe, intentando plagiar al cura Miguel Hidalgo, en Atotonilco, Guanajuato. 

Si López Obrador cometió un error mayúsculo al llamar a España a pedir perdón por la conquista de Hernán Cortés, dejando estupefacta a nuestra puerta de entrada a Europa y principal socio cultural y comercial, en el viejo continente; Fox, no se quedó atrás aquel 2 de julio, día de su 59 cumpleaños, del año 2001 cuando, “dos horas antes de su primera entrevista con José María Aznar…el Presidente se casa con la portavoz” Martha Sahagún, reportó el diario El País (3 julio 2001). Así celebró el primer aniversario de concluir la gesta de “sacar al PRI de Los Pinos”. Soberbia histórica de AMLO, frivolidad oceánica de Fox

Fox que acabó con decenas de años del PRI en la Presidencia, ahora se retrata solito al externar en el programa Tragaluz, del gran periodista Fernando del Collado, (digo todo el crédito porque en Palacio Nacional borraron el reconocimiento de los trabajadores de Latinus, ¡ah!, y protegen a una Ministra que robó dos tesis profesionales). Pues bien, allí Fox dijo que deben desaparecer los programas sociales (aunque luego corrigiera en un tuit). Fox naturalmente se deslenguó, abrió la boca antes de conectarla con el cerebro, como muchas veces le escuché decir al expanista y expresidente del Partido Acción Nacional, Carlos Castillo Peraza. 

¿No se enteró Fox que precisamente la lucha de Xóchitl Gálvez contra AMLO, que la catapultó al liderazgo nacional, fue por acusarla de querer desaparecer justamente esos programas sociales? ¿No sabe Fox que esos programas sociales son la base electoral de la 4T, que debe disputarse en la contienda venidera? ¿No se acuerda que él mismo reclama la paternidad de los programas para adultos mayores? Pero la pregunta más importante: ¿No le parece de justicia entregar ese dinero a muchísima gente que en verdad la necesita? Xóchitl Gálvez votó a favor de esos programas en el Senado de la República el 10 de marzo de 2020, todos las Senadoras y Senadores (salvo dos) votamos a favor. ¿Fox desconoce esa mayoría parlamentaria? Fox además de pedir quitar los programas sociales, pidió recuperar, ¡eso sí!, su pensión presidencial. Sólo de una cabeza hueca (otra vez el concepto es de Castillo Peraza) puede salir que se apoya a Xóchitl afirmando que todos los programas sociales son para “huevones”, y reclamar que a los expresidentes de México se les regrese su cobro vitalicio. Fox a los ochenta años de edad ya debía de haber aprendido que sus palabras tienen consecuencias. Que hay un México desigual, del que no escapa él y su gobierno en responsabilidad (ni los que participamos con Calderón), que México necesita “ajustes razonables”, “medidas afirmativas” o “ayudas estatales”, y eso no es populismo. ¿Dónde quedó aquel Fox que hablaba de “arranque parejo” en el desarrollo de los mexicanos? 

Existe un “paternalismo libertario” que se enseña en la Universidad de Harvard, por Cass R. Sunstein, que acepta esas medidas estatales de igualdad. Fox y a los que les gusta seguir las recetas económicas en inglés pueden echarle un ojo a “Why Nudge?: The Politics of Libertarian Paternalism”. Eso. Millones de mexicanas y mexicanos necesita un “empujón” para arrancar en la vida y desarrollar sus capacidades y alcanzar el éxito con sus propios méritos, pero dejarlos sin esa mínima ayuda a merced del mercado voraz, de la sociedad de consumo, del imperio del dinero, simplemente los hará descartables, irrelevantes, consumibles como un objeto deshumanizado. A los programas de Morena por supuesto que se les puede y debe criticar, sobre todo su desempeño, es decir, la falta de evaluación y transparencia del destino de recursos, pero de criticarlos a desaparecerlos hay un paso muy grande, que sólo se daría desde la estupidez política, porque son justos esencialmente, y porque formalmente estamos frente a una campaña electoral.

Quizá Fox se equivocó en eso de arrancar los programas sociales y debamos disculparlo. Pero en donde no cabe el perdón político (aunque puso un tuit corrigiendo, otra vez) es precisamente en retuitear un mensaje antisemita contra Claudia Sheinbaum Pardo, y antifrancés contra Marcelo Ebrard. No debemos admitir que nuestra próxima campaña presidencial gire alrededor del origen étnico de nuestros compatriotas. Acusar a Claudia de “judía” es repugnante y condenable, además de torpe; somos herederos de una cultura judeocristiana, y de una libertad que se esculpió en Francia con la ilustración. ¿Ser francés es un insulto? ¿Tener un apellido judío merece una descalificación? 

Fox olvida que el PAN de hace muchos años exigió modificar la Constitución, en los requisitos para ser Presidente de la República (y lo logró) en la mejor tradición de “no-discriminación”, para que precisamente él, hijo de madre española, Mercedes Quesada Etxaide, pudiera llegar a la silla presidencial. ¿Ya olvidó Fox esa ayuda panista? ¿No hay españoles con origen judío? ¿Y los sefarditas? ¿Malagradecido, desmemoriado o simplemente racista?

Los insultos raciales son humillantes, antihumanos, degradantes. Exhiben a quien los pronuncia. Insultar al pueblo judío además es reabrir una herida que regresa a escenas de oscurantismo medieval y de hitlerismo puro. Escupir a Francia es escupir para arriba, porque es a la Revolución Francesa a quien debemos la República y los Derechos Humanos. Nada de eso pasa por la cabeza de quien sacó al PRI de Los Pinos, pero lo dejó con el dinero (¿y con los privilegios?) en la Secretaría de Hacienda, y consintió a varios gobernadores priistas, como ahora, que hasta les dan Embajadas.

Además, Fox con ese argumento étnico les hace el juego a los que dudan que Xóchitl Gálvez sea “auténtica” indígena. ¡Qué vergüenza!, emparentados los radicalismos raciales de pureza de sangre. El de Fox y el de los fanáticos de la 4T, que gritan que sólo ellos representan a los pueblos originarios de México a los que debemos tanto, como a la cultura de Jerusalén o de París. Somos herencia de Teotihuacán y del Quijote de la Mancha. México es esa síntesis, esa pluralidad, esa riqueza autóctona y universal. Cómo les falta a tantos en la izquierda leer a Octavio Paz o a José Vasconcelos, y a Fox, simplemente leer algo, antes de retuitear.

Xóchitl Gálvez no debe ofrecer como futuro el pasado. Aunque Fox haya sido su jefe. Xóchitl debe estar consciente de que los mexicanos no buscan un pasado foxista, calderonista, peñanietista, y mucho menos, lopezobradorista. Buscan (buscamos) una Presidenta que se respete a sí misma, que conecte el cerebro con el corazón y con las emociones y necesidades de las de las mexicanas y mexicanos. 

¿Qué hacer con Fox? No soy partidario de callar a nadie. El silencio es totalitario. Simplemente ignorarlo. Fox en algo es igualito a López Obrador: tristemente, ambos, no quieren pasar a la historia como Presidentes...